¿Samuel era feliz? Samuel era feliz.
El pelinegro nunca pensó en tener una amistad, o relación con Rubén. Pero sentía que la tenía. Apesar de que a veces no entendiera el comportamiento de este.
Samuel estaba consciente de que no debía ilusionarse. Les shippeaban, si. Pero no por eso ellos tienen que ser novios o algo parecido. Samuel con una simple amistad se conformaba.
¿Le gustaba Rubén? Físicamente le parecía atractivo. Solamente eso.
Quizá en un futuro lo haría. Samuel lo había pensado varias veces. Y no es que se esté imaginando un futuro con Rubén en vez de estar prestándole atención a la maestra de matemáticas, no. Es que simplemente se ha imaginado lo que sería sentir algo por Rubén, y que él también sienta cosas por él.
Sólo un pensamiento, no es para tanto.
Hablando de la clase de matemáticas, esa era su próxima clase. Así que tendría que ir yendo allá, pero no tenía ganas. Así que suspiró con pesadez.
Caminó por toda la escuela, hasta llegar al salón de matemáticas. La profesora Méndez estaba ahí sentada en su escritorio, mirando su ordenador. Al ver al azabache entrar, lo miro por encima del ordenador, y sonrió.
—De Luque, ¿huh? —dice burlona.
Samuel no supo cómo tomar eso.
—Ehm… hola señorita Méndez —saluda.
—Hola De Luque, tome asiento —dice volviendo su vista al ordenador.
Samuel, como todo buen estudiante, le hizo caso. Y tomó asiento en su lugar habitual; al lado del lugar de Rubén. Porque la maestra lo había puesto ahí.
—Y dígame, De Luque… —dice llamando la atención del chico. Samuel temió por él mismo por varios segundos, pues no sabía lo que la mujer le iba a decir— ¿Cómo se siente ser el novio del chico más codiciado por las chicas en este instituto? —pregunta sin dejar de mirar a su ordenador.
—Cuando dice novio, se refiere a Rubén, ¿no? —pregunta.
Méndez asiente.
—Bueno, no soy su novio, sólo son rumores —responde a la pregunta— Y… ¿Rubén es el chico más codiciado por las chicas? —pregunta.
Vuelve a asentir. Mientras tomaba su taza de café, y se la llevaba a la boca. Recibiendo una mirada extraña de parte de Samuel, ya que eran las 12:25 de la tarde.
—Si, ¿no lo sabías? —pregunta alzando una ceja.
Samuel niega con la cabeza.
—Yo pensaba que si, ya que en mi clase no paras de mirarlo —dice. Causando un sonrojo en las mejillas del azabache.
—E-ehm…
—No pasa nada, todas las chicas lo hacen, por si no te dabas cuenta —dice, para que Samuel se calmara.
El pelinegro frunció el ceño. ¿Por qué otras chicas lo miran? ¿Acaso piensan que él se fijaría en ellas?
—Uy, parece que hice enfadar a alguien —comenta divertida— No te preocupes, Rubén nunca ha correspondido a alguna de ellas —dice. Y Samuel se sintió horrible por eso, pero eso le hizo sentir mejor.
—¿Por qué? —pregunta.
La chica se encoje de hombros.
—Es como un rompecorazones, simplemente que no tiene mala fama —dice— Él es un chico bueno, es entendible que te guste, e imagines un futuro con él —añade. Causando que el sonrojo de Samuel se haga mucho más notable.
—¿Q-Qué? —balbucea.
—Lo que escuchaste —responde— ¿Por qué todos los adolescentes me toman por tonta? Sé que en lugar de prestar atención a mi clase, te le quedas mirando preguntándote como es que es tan perfecto, mientras imaginas que te conviertes en su novio, luego de años en su esposo, tienen perritos, gatitos, son felices, quizás adopten a un niño, y hagan una familia feliz, envejecerán juntos, y se amarán para siempre, con el “Y vivieron felices para siempre” cubriendo toda la pantalla —dice con su típico tono sarcástico.
Samuel se quedó boquiabierto. ¿Sería exagerado decir que si se imaginó todo eso…?
—Lo sé, lo sé, adiviné —ríe negando lentamente con la cabeza— Sea lo que sea, no dejes que ese chico se te vaya. Creo que seréis una gran pareja —añade.
Eso le dió algo de esperanza a Samuel. ¿Ellos dos serían una buena pareja? ¿Y tendrían perritos y gatitos? ¿Y se casarán en Dubai?
—Aunque por unos momentos, también pensé que estabas besuqueándote con él mentalmente, yo lo hacía en quinto grado —dice sarcástica, sacando a Samuel de sus pensamientos.
—¿¡Q-Qué!? ¡No, no, no! —niega rápidamente, mientras dejaba ver sus obvios nervio.
—¿Ni una caricia? —pregunta.
Samuel niega, aún más nervioso.
Quizá porque la idea nunca se le había cruzado por la mente, y ahora que su maestra de matemáticas lo mencionó, pensaba seriamente en hacerlo. Pero no lo haría, tenía dignidad.
—Ajá… —musita no muy convencida— Sabes que si te imaginaste casarte con él, es obligatorio imaginarte la luna de miel, ¿no?
—No es necesario hacer «eso» en la luna de miel —dice.
—Claro, y Santa Claus existe —bromea.
—No sé de dónde salió está conversación —comenta entre un suspiro— Pero jamás me imaginaria Rubén desnudo debajo de mi —añade sarcástico.
Al darse cuenta de lo que había dicho, llevó rápidamente sus manos a su boca. Cómo si hubiese dicho algo prohibido. Mientras que recibía una mirada sorprendida de la señorita Méndez.
—Tienes 20 puntos de bono, por recordarme a mi en mis épocas de gata en celo —dice volviendo su mirada al ordenador— ¿Sabes? Es bueno.
—¿Imaginarme a Rubén desnudo debajo de mi? ¿Es bueno?
—Algo de vida sexual nunca va mal, niño —responde.
—Pero se supone que no me gusta —dice— Jo'er… —susurra llevando sus manos a su cara.
—Estas en negación, es una etapa normal —dice— Ahora, te sugiero que calmes tus hormonas, no puedes imaginarte a cierta persona debajo de ti gimiendo tu nombre —dice.
Samuel quería gritar. Se lo había imaginado.
—Es bueno, así creas más imaginación —bromea, mientras luchaba con sus enormes ganas de no tirarse a reír ahí mismo.
—U-Usted es mi maestra de matemáticas —lloriquea sin quitarse sus manos de su rostro.
—Tu secreto está a salvo conmigo, pillín —dice sonriente.
—Nunca me imaginé eso —sigue lloriqueando.
—Lo sé, te sientes culpable —consuela.
—¿Por qué hice eso? —pregunta.
—Porque te gusta —responde simple.
Soltó un quejido por lo bajo.
Pero miren el lado bueno, tiene 20 puntos de bono en matemáticas. Eso no se consigue en cualquier lado.
HOLAAAAAAAAA
ando medio hormonal, salu2
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son pololos ➹ rubegetta
HumorEn el famoso cuarto C, habían 2 chicos, Rubén, y Samuel. Que se caían bien, y al mismo tiempo se caían mal. Estos, entre una confusión entre que era lo que sentía uno por el otro, se harán más cercanos. Y, ¿quien sabe? Quizás si les den la razón a s...