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Rubén pensó que eran cosas de él. Que era su ego tratando de seducirle con la idea de que Samuel estaba mirándolo en la clase de matemáticas. Y parecía estar pensando cosas mientras lo hacía. Pero se rindió; era obvio que Samuel le estaba mirando. No sabía porque, pero de alguna manera intentaba pensar que el comportamiento de Samuel con él era por otra razón, que no esté relacionada con la palabra “sentimientos”.

Rubén suspiró. Otra persona enamorada de él, ¿por qué su mamá le creó tan sexy?

Esperaba que él no desarrollara sentimientos por Samuel. Por el momento, no tenía interés en una relación amorosa. Nunca lo tuvo, y aunque tuvo varias dudas sobre sus pensamientos sobre Samuel. Se dió cuenta que solamente era eso, pensamientos.

Era normal que las personas se sientan confundidas, somos seres humanos, y eso puede suceder.

Ni pensar que por su mente se cruzó que a final de año, él podía enamorarse de Samuel. Que cosas, ¿no?

Rubén salió del aula de matemáticas, mientas caminaba tranquilamente por los pasillos. Grupos de chicos y chicas pasaban por su lado, seguramente hablando del incidente con Samuel en la clase de matemáticas.

Caminó hasta llegar a su casillero, y se llevó una pequeña sorpresa al ver a Samuel en su casillero. Nerviosamente guardando los libros de matemáticas. Sonrió, le parecía tierno, y gracioso.

Abrió su casillero, e hizo como si no hubiese visto a Samuel. Ya estaba lo suficientemente sacado de lugar para que él lo empeore. Además, estaba empezando a sentirse culpable.

Vió por el rabillo del ojo al azabache cerrar su casillero, e inconcientemente voltear hacia la dirección que él estaba. Samuel se detuvo, cerró los ojos, y volteó hacia la dirección contraria.

Rubén sonrió burlón. Tal vez se dedicaría a evitarle por el resto del día, o de la semana. O… del semestre, ¿quien sabe?

Rubén tomó su libro de ciencias, y cerró su casillero. Y comenzó a caminar.

En la misma dirección que Samuel.

Pero no queda por Samuel. Era porque era el camino más corto para llegar al aula. Sólo debías bajar una escaleras al fondo a al izquierda, y ya.

Mientras caminaba de nuevo, pensaba, ¿por qué le daba tanta importancia a eso? Es decir, le daba importancia al hecho de que le gustaba a Samuel. Cuando sabía que le gustaba a media escuela, pero eso no le importaba. Entonces, casualmente, comenzó a preocuparse.

Pero eran estas preocupaciones que duraban tres segundos. Así que, después de despreocupó.

Entró al aula de ciencias, y su alma por poco dejaba su cuerpo, al ver a Samuel sentado, con la cabeza agachada, y sus manos tapando si rostro.

Al entrar, Samuel levantó su cabeza.

—No puede ser… —susurró agachando su cabeza de nuevo.

Rubén parpadeó varias veces. No esperaba esto.

Se sentó en su lugar. Y suspiró.

—Que lindo día hace, ¿no? —comenta sarcástico.

Samuel sólo asiente, sin quitar sus manos de su rostro.

—¿Nervioso, De Luque? —pregunta divertido.

—No-ooo —balbucea.

—¿No? —pregunta entre una risita.

Samuel suelta un pequeño quejido. ¿Por qué el castaño le hacía esto?

—Parecías estar entretenido en la clase de matemáticas —comenta.

son pololos ➹ rubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora