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Samuel, ya estando en su casa, fue directamente a su habitación. No tenía exámenes, ni tareas. Así que podía lanzar la mochila a una esquina de su habitación sin preocupación alguna.

Su hermana, le observaba. Samuel ya se esperaba comentarios sumamente molestos de su parte, así que solamente suspiró, y fue al baño. A orinar, ya saben. Quería ignorar completamente a su hermana.

Pero luego de eso, milagrosamente pasó una tarde cómoda y tranquila con su hermana en lo que llegaba su madre de trabajar. Habían jugado algunas juegos de mesa que jugaban cuando eran pequeños, contaron algunas anécdotas de su infancia, e incluso recordaron viajes familiares que hicieron con su abuela. Hablaron de algunos chismes que Akira tenía, y algunos chicos que estaban detrás de sus amigas, e incluso de ella. Y ahí llegó el punto incómodo…

—¿Y cómo vais? —pregunta Akira.

Samuel ya no necesitaba preguntar “¿De quién hablas?” ya sabía perfectamente de a quien se refería.

—Somos amigos —respone encogiéndose de hombros.

«Considerando que por poco le como el morro en las escaleras…»

—Vale… al menos ya no se odian —dice entre una risita— Antes ni se te podía mencionar, porque te enojabas.

—Hombre, porque era para shipearme con él, y no me gusta.

Se sintió algo inseguro al decir aquellas últimas palabras. Ya que en múltiples ocasiones él ha admitido mentalmente que gusta del castaño. Pero no por eso tiene que decirlo en voz alta, ¿verdad?

—Vale, te incómoda, entiendo —dice, Samuel soltó una risita. En parte, porque estaba impresionado, y por otra parte, porque le daba gracia que Akira estuviese siendo empática con él.

—¿Qué? ¡A veces puedo ser una buena hermana! ¿Sabes? —dice fingiendo molestia y lanzándole una almohada que estaba al lado de ella.

Samuel soltó un par de risitas. Hasta que su hermana le dijo:

—¿Y sois amigos, o sois amigos? —pregunta dándole enfasis a la última palabra. Samuel frunció el ceño, confundido.

—¿Amigos…? —pregunta.

—Que si son amigos de los normales, o de los que se tratan como novios —se explica muy obvia.

—Uh…

Diría “Si” pero no le apetecía.

—No, solo somos amigos, de los normales —responde.

Tipo, son amigos que por poco se besan en las escaleras, que se tiran referencias sexuales, que (en caso de él) piensan cosas algo no-cristianas con el otro, y que, encima, son shipeados por todo el mundo. Si, son amigos.

—¿Samuel? ¿Estás bien? Estás rojo…

Samuel parpadeó varias veces. Y miro a Akira.

Cayó en pánico, literalmente. Su hermana le estaba mirando expectante por una respuesta suya. Y él no sabía que decir. Y justo cuando iba a disimular, la puerta de la casa se abrió.

—¡Ya he llegado! —oyen exclamar a su mamá.

Akira sale disparada hacia su madre. Mientras Samuel se queda allí. Suspirando de alivio que su mamá llegase justo a tiempo.

—Hola Samu, ¿cómo estás? —dice la mujer pasando su mano por el cabello negro del chico, mientras le daba un besito ahí.

—Horny —respondió Akira por él.

son pololos ➹ rubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora