Josué

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El era un chico extraño, siempre con alegría, confianza, como si no le preocupara la vida, un chico sin preocupaciones o eso aparentaba, para mi Josué era un completo desconocido, pero después de hacerle un horario de clases comencé a tomar un poco mas de confianza en él.

Mientras que el hablaba con sus antiguos colegas yo seguía caminando solo por las instalaciones del Juan José Mendoza, entonces llegó la hora de entrar a otra clase muy curiosa para mí: castellano, siempre me preguntaba ¿Por qué una materia que ya nosotros hablamos?, pero siempre recordaba que solo por una buena nota para la universidad podía hacer lo que sea.

Suena la campana, era la hora de entrar a la clase de castellano, Josué se sentó detrás de mí, como de costumbre, siempre tratando de cuidar mis espaldas o eso creía yo, a mi alrededor mucha gente, una chica: Carmen, no la conocía, aunque muy pronto se convertiría en alguien muy especial, castellano fue una clase para conocernos todos, digamos que la profe no nos puso ningún trabajo, solo nos dio el plan de evaluación y nos pidió que en una hoja estableciéramos nuestros datos personales: si tenemos teléfono, si tenemos PC, si usamos internet, etc.

Cosas que para mí no eran muy importantes a parte de la ortografía en esa materia, pero igual, callaba. No me despedí de nadie, porque no conocía a nadie, simplemente me fui a mi casa, al día siguiente tocaba clase de educación física, un uniforme que siempre odié por el color blanco, normalmente el color me gusta pero no me agrada que se ensucie tan rápido, entonces, llegué al liceo.

—que lo que bro —dijo Josué saludándome al llegar al liceo

— ¿Cómo estás?—le pregunté directamente

—Eres muy directo—dijo frunciendo el cejo

—Para que me preguntes como estoy y yo responderte bien y que después yo te haga esa pregunta, prefiero saltarme momentos claves de la conversación—respondí de forma rápida y sin risas

El por otro lado se rió, fui a la cancha y él me siguió, era como si él no tuviera a nadie con quien estar, o como si yo fuera alguien muy especial, lamentablemente no podía sentirlo como una persona especial para mí, al profesor lo conocía desde 2do año, ya era familiar para mi, así como yo era familiar para él, siempre fuimos muy cercanos, pero al mismo tiempo, no me caía muy bien.

—Albert calentamiento—ordenó el profesor a mi persona

— ¿Yo?—le pregunté

—sí, tu—respondió él acercándose a mi

—mire profe yo de eso se cero—le dije con total sinceridad

—haz lo poco que te sepas y ya—rugió dándose la vuelta y sentándose en su silla

Yo me puse en el centro del círculo formado por los que integrábamos el grupo de 4 C, y comencé desde la cabeza hasta los pies, girar cuerpo, girar cabeza, girar pies, estirar, casi hasta bailar, pero luego, llegó mi parte favorita.

—Muchachos trotando—ordenó el profesor dejando de un lado su teléfono y luego volviéndolo a tomar

Yo me puse a trotar, a mi lado iba Josué, detrás de mí, otro chico, aun no lo conocía, pero se convertiría en esa persona especial para mí.

— ¿Te cansaste?—le pregunté a Josué

—no, todavía no—respondió casi jadeando y sin aire

—tienes que respirar hondo, al ritmo de tu trote, para que tus pulmones puedan recibir aire suficiente, más de lo que pierdes—expliqué

Yo sabía esa técnica ya que mi profesor me la había explicado.

—Ese profesor es malo—reclamó Josué mirándolo desde lejos

¿Te conozco?✓[¿Por Qué Nos Obsesionamos Con Lo Imposible?]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora