Aferrarme a la vida

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Esa tarde es una que nunca voy a olvidar, pero no porque fue maravillosa, si no la recordare como la tarde que no voy a extrañar.

Compartir con tantas personas con las que nunca en mi vida había tenido trato era algo que no me gustaba, no me agradaba, pronto les agarraría cariño, algo de confianza para compartir horas, tiempo, estudios e ideas, pero sinceramente, no eran personas que llegaría a querer por mucho tiempo.

La mañana del 2 de febrero fue de pensar en lo que me estaba pasando, analizar, sentarme en mi cama y hablar conmigo mismo, sobre Miguel, sobre la leucemia, sobre lo que podía pasar conmigo.

Mi familia y mis predecesores como lo son mi abuelo y mi padre murieron de leucemia, ambos fueron dueños de la casa que se encuentra a mi nombre justo ahora, por eso tenía que pensar lo que me estaba pasando y me podía pasar.

Leucemia, un cáncer en la sangre de avance rápido, eso quiere decir que había que ser más rápidos que él, era algo fácil para mí, pero no contaba con que mi supuesta ultima quimioterapia se convertiría en un infierno, no encontraba apoyo emocional en nadie, todos me estaban haciendo mucho caso, me trataban como si nada, y sinceramente, me sentía muy mal, me sentía mal no en enfermedad si no en no tener a alguien para contarle lo que me estaba pasando en ese momento.

El tratamiento me estaba matando, no sabía qué hacer, cada vez que salía de allí me dolía mucho el brazo y además me sentía muy mal, peor que con la misma enfermedad, pero tenía que soportar, hasta que un día antes justamente el 1 de febrero el médico me llama para decirme que no he tenido ningún progreso, leucemia sigue igual y ahora abrirían como quien dice el arsenal de armas nucleares, comenzarían a aplicarme una quimioterapia más fuerte que la anterior, posiblemente la más fuerte de todas.

Al decirme eso tuve que pensar en lo que me podía pasar, mi abuelo murió en plena quimioterapia, y mi padre murió sin poderla recibir, ¿Qué debía hacer?, si continuaba podía morir, si me detenía podía morir también, pero en medio de tanto pensar decidí quedarme atrás.

Por primera vez en mi vida no quise ser el primero, no quise luchar más, quise descansar, vi que ya había luchado bastante, solo un mes era suficiente para mí, no me esperaba ningún futuro bueno, tenía que tomar mis armas y retirarme de esa guerra, aceptar que había ganado la leucemia, y dejarla hacer lo que ella quisiera, ya había visto la línea de meta de aquella larga carrera.

Pero justamente en mi clara idea, en mi decisión de abandonar el tratamiento, me invadieron las personas que yo menos pensaba.

Ya muchos sabían sobre mi situación, mis tres hijas, mi hermano Gabriel skere, entre otros antiguos colegas con los que aun trataba, pero sinceramente solamente recibía apoyo de mi hija Yosneudi, por eso decidí hablar con la chica que podía darme un verdadero apoyo emocional, podía darme un consejo, la única a la que podía molestar sea cual sea la circunstancia: Valeria.

Decidí escribirle, decidí hablar con ella, confiaba tan ciegamente en ella que sabía que ella me podía decir si continuaba con el tratamiento o simplemente lo dejaba, aunque teniendo en cuenta que no respondió mi último mensaje seria una historia larga, ya que ella no sabía sobre mi tema salud.

—Hola hija, ¿Cómo estás?—le pregunté en el mensaje de whatsapp

—hola, estoy ocupada—respondió fríamente

—se que estas ocupada, solo necesito que me des un consejo

—no entiendes, no puedo hablar con ustedes, somos de diferente clase

Yo tardé en analizar el mensaje, entonces me di cuenta de que me bloqueó en whatsapp, ¿Qué estaba pasando?, ¿Por qué Valeria se comportaba de esa manera?

¿Te conozco?✓[¿Por Qué Nos Obsesionamos Con Lo Imposible?]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora