Llegó la mañana del 14 de febrero, estaba viendo como todos en mi edificio compraban cosas para el día del amor y la amistad.
Yo me estaba alistando para salir a Caraballeda y buscar una plata que me debía un familiar.
Había quedado que Miguel me iba a esperar en la cocada hasta que yo llegara, pero sabía que por la hora no había llegado aun, a si que decidí caminar un poco por las zonas de Caribe y hablar con mi profesora de catecismo: Marisol.
Tenía la esperanza de encontrarme a Miguel en el camino, pero no fue así, ya habían pasado unos 30 minutos desde que yo había llegado a la cocada, ¿acaso ya Miguel ya no llegaría?
Me despedí de mi profesora y me encaminé nuevamente a mi casa, ya consideraba que Miguel no iba a llegar ese día, pero justamente cuando me estaba retirando enfoqué mi mirada en el chico que estaba caminando delante de mí.
Cabello rizado, jeans gris, camisa rosa, iba mirando al frente, girando su cabeza como si estuviera buscando algo en la zona, o quizás no algo si no a alguien.
Tardé un poco en caer directo pero entonces entendí que era él, era Miguel que estaba llegando a la cocada.
Caminé un poco más rápido, y entonces lo sorprendí, caminé un rato detrás de él, no se daba cuenta de mi presencia, hasta que me coloqué a su lado.
—Tu irresponsabilidad de llegar tarde es grande Miguel—dije mientras caminaba a su lado
El dio un fuerte y profundo suspiro, colocó sus manos en su cintura y levantó la mirada.
—No vuelvas hacer eso, me asustaste—me respondió soltando el aire
—Tienes que tener más cuidado con las personas que caminan detrás de ti—le dije abrazándolo
—bueno, creo que si tienes razón, das miedo de verdad
—vamos rápido que tu tardanza lo que hizo fue retrasar nuestro día—le dije a Miguel
— ¿Qué vamos hacer hoy en verdad?—me preguntó mientras cruzábamos la calle de la cocada
— ¿Trajiste para comprar las cervezas?—le pregunté girando mi cabeza para verlo
—pues si, en realidad no sé ni cuanto traje—me respondió sacando cierta cantidad de bolívares.
Yo lo ayudé a contar su dinero, pero al final decidimos no comprar las cervezas decidimos hacer los trabajos solamente y pasar un rato juntos.
—Vamos a imprimir las fotos y después vamos para mi casa a adelantar unos trabajos—le dije a Miguel.
—Fuego, ¿Dónde vamos a imprimir las fotos?—preguntó mientras tomábamos rumbo a una quincalla que estaba cerca de mi edificio
—Ya vas a ver—respondí guiándolo
Seguimos nuestra caminata, aunque no era precisamente una quincalla, era la casa de un viejo amigo el cual realizaba impresiones y foto copias. Llegamos a su casa, la puerta estaba abierta, yo simplemente entré, subí las escaleras y Miguel me seguía.
— ¿Te vas a quedar en la puerta o vas a entrar?—le pregunté a Miguel
— ¡Rafael!—le grité a mi compañero
— ¡Cuéntame!—me respondió desde su oficina
—Mira necesito que me imprimas unas fotos a blanco y negro y a color—le dije
—Dale pues si va, pásame el pendrive—me extendió su mano
—Toma, son las que dicen castillete—le señalé en su PC
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¿Te conozco?✓[¿Por Qué Nos Obsesionamos Con Lo Imposible?]©
Teen FictionEse chico era mi perdición, porque entre su espeso cabello rizado y su sonrisa que enamoraba hizo que además de obsesionarme me enamorara de su personalidad, no era lo mismo sin el, había pasado de querer una amistad, a querer una obsesión, de obses...