Los trabajos juntos

48 10 2
                                    


Estábamos los dos, frente a frente, el me miraba, yo lo miraba, entonces caminé un poco adelante.

— ¿Vas a venir o te vas a quedar?—le pregunté mientras caminaba

El no tardó en seguirme el paso.

—Ya pensaba que me habías dejado plantado—comentó mientras caminábamos

—Bueno, estaba en casa de mi tía, y digamos que duré un rato mirándote—confesé

— ¿enserio me estabas viendo?—me preguntó sorprendido

—sí, tienes que tener más cuidado conmigo, no creas que soy fácil

—en realidad me das un poco de miedo

Saqué mis galletas que quedaban, las que me había regalado mi tía, me quedaban seis.

— ¿Quieres?—le pregunté extendiéndole una

En realidad se la di, ni le di tiempo de que me respondiera.

—si me la ibas a dar igual ¿pa que me preguntas?

—es una forma Cortés de tratar a las personas, en realidad sabia que ibas a decir que si

—tú crees que la sabes todas—se quejó de mi

—no me las se todas, solamente conozco muy bien la mente humana, incluso al grado de aprender a manejarla.

Continuamos con la caminata, más que todo hablamos de los profesores incluyendo al de física que era un caso para entender.

Llegamos a la entrada de mi edificio, sinceramente éramos de polos muy opuestos, el vivía en una residencia privada, yo vivía en un edificio que fue construido por el gobierno, yo vivía con lujos básicos, el tenia lujos más grandes, su padre estaba fuera de país, yo tuve la desgracia de ver partir al mío de este mundo, en realidad nuestras vidas eran muy diferentes, muy opuestas, pero compartíamos algo que no podía descubrir que era, éramos iguales en sentimientos, éramos iguales en tolerancia, pero no me daría cuenta si no hasta que ya tocaba despedirnos.

—pasa, no te quedes a tras—le dije abriendo la puerta de mi departamento

Mi departamento era muy básico, suelo de cerámica, cocina empotrada, me refiero a que era mucho más avanzada que muchas otros departamentos de mi edificio, ya que muchos otros tenían cocina tan oxidada, tan sucia que parecía que no viviera nadie, desordenado y sin arreglar, por eso es que éramos los cinco departamentos que destacábamos, el de mi jefa Vanesa, el mío, el de mi tía yamileht, el de el señor óscar y el departamento de la señora arandia.

—permiso—pronunció mientras se presentaba ante mi mamá

Miguel era unos centímetros más alto que yo, pero mi mama notaba el brillo de mi mirada cuando él estaba cerca de mí, por eso trataba de evitar sentir empatía.

Entramos en mi cuarto, cerré la puerta para tener más privacidad y entonces nos establecimos, comenzamos a sacar los cuadernos y a revisar lo que teníamos que hacer.

—bueno, lo primero creo que sería la entrevista al funcionario sobre el contrabando de especies—propuse a miguel

—Dale, si va—asentó con su cabeza

—tenemos que formular diez preguntas, quedaría cinco preguntas tu y cinco preguntas yo

—Déjame pensar—levantó la mirada para ponerse a ver el techo de mi habitación

—mientras tú piensas yo voy a ir escribiendo las mías

En ese momento me di cuenta de algo de miguel: era muy lento para pensar, solamente se quedaba trabado en su solo pensamiento como si no fluyeran sus ideas.

¿Te conozco?✓[¿Por Qué Nos Obsesionamos Con Lo Imposible?]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora