Aclarada la duda de si era cruel con miguel, ya sabía que a, el no le importaba mi forma de tratarlo, para él era totalmente normal.
Pero había algo más, un sentimiento que no pensé llegar a experimentar con miguel: miedo.
Tenía miedo de perderlo, por primera vez había sentido empatía, sentimiento puro y profundo que no se puede llegar a sentir por mucha gente, y que en mi caso, no lo llegaba a sentir por nadie.
Miguel provocaba muchos sentimientos en mí, pero el miedo no era el más común, era un sentimiento que no pasaba de una raya especifica, pero allí estaba, entonces decidí distanciarme, no quería perderlo, si de verdad quería mantener su amistad tenía que distanciarme un poco, no ahogarlo en mi sentimiento por más que lo quisiera cerca de mí.
Pero no solo era miedo de perderlo a él, de alguna manera tenía miedo de perder los lazos y la poca amistad que había conseguido con cada uno de los integrantes de ese grupo.
Miguel noguera, el chico del que me había obsesionado como ningún otro, solamente deseaba estar a su lado, el me hacía sentir muy bien, me hacia querer vivir sobre toda la mierda que vivía diaria, era ese tipo de amistad la que siempre busqué y al encontrarla ahora me daba miedo perderla.
Volvimos al liceo, esta vez me distancié un poco de todos, aproveché que no estaban por los alrededores y seguí mi camino directo al segundo piso a encontrarme con mi tía Marielen Escobar quien era profesora de matemática en ese liceo.
Pasé un rato con la profesora Marielen, luego bajé las escaleras junto con mi hija Elines y pasamos un rato por el patio del Juan José Mendoza para matar el tiempo de aburrimiento.
Traté de enfocar mi visión en las zonas más comunes del Juan José Mendoza para ver si lograba encontrar a alguno de los del grupo, ¿Dónde estaban?
Fue en ese momento cuando me di cuenta de que igual quería verlos, de que a pesar de mi forma de tratarlos, de que trataba de oprimir cada sentimiento que tenia, seguía buscándolos, como si cuando dejaba de pensar en ellos me faltaba el aire, pero sobre todo de él, quería verlo.
Al entrar a clase me di cuenta de que estaban esperando en el salón, ¿Cuánto tiempo llevaban allí?, me dio miedo nuevamente, miedo de ser rechazado por ellos, y en ese momento llegaron a mi me mente los recuerdos de aquel grupo que una vez me dio la espalda y que tenía miedo que se repitiera la terrible ocasión.
— ¿Cómo estas Albert?—preguntó Carmen al verme
—bien, pero un poco cansado, no he dormido nada—respondí
—llevas toda la madrugada recibiendo quimio me imagino—comentó Josué con los brazos cruzados bajando un poco su mirada, con tono suave y ligero
—si, en realidad sí, no sé cómo puedo aguantar
En realidad si sabía, pero me daba miedo decir que era por causa de Miguel que seguía en el tratamiento, me daba miedo que descubrieran el verdadero sentimiento que se encontraba en mi corazón, pero al mismo tiempo sabía que si lo seguía ocultando sería peor, entonces me dio más miedo ocultarlo.
A veces solo quería correr, alejarme, olvidarme de ellos, pero sabía que sin ellos cerca no habría motivos algunos para seguir viviendo, y entonces caería en una terrible depresión, la cual me llevaría a la muerte un tiempo después.
Por eso tenía que seguir, tratar de soportar lo suficiente, y mantener mi miedo a raya, no quería que tuviera afectaciones a mi sistema de salud, no quería decaer más de lo que ya estaba.
—No me saludaste—dijo miguel sentado, mirándome
Yo giré a verlo, entonces me acerqué a él y estreché su mano, de la misma forma que él se había despedido de mí antes.
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¿Te conozco?✓[¿Por Qué Nos Obsesionamos Con Lo Imposible?]©
Ficção AdolescenteEse chico era mi perdición, porque entre su espeso cabello rizado y su sonrisa que enamoraba hizo que además de obsesionarme me enamorara de su personalidad, no era lo mismo sin el, había pasado de querer una amistad, a querer una obsesión, de obses...