Día de río

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Cristal y yo bajamos por las calles de san Julián rumbo al modulo policial que estaba en la parada principal de aquel pueblo.

Pero cuando íbamos bajando nos topamos con que ellos ya venían subiendo, enfoqué mí vista con más claridad y allí estaba él, Miguel, si había llegado, si había venido, después de todo pensaba que no iba a venir, pero aquí estaba.

—Pensamos que ya estabas en el río irresponsable—reclamó Anthony

—Estaba comiendo, no me voy a morir de hambre por ustedes—reclamé sin quitar mi vista del chico de rizos

Me saludó como ya era típico: un abrazo, quizás se estaba volviendo costumbre de nosotros de saludarnos con un abrazo, de despedirnos con un abrazo, pero aun no fortalecíamos aquello que sentíamos el uno por el otro.

Josué se acercó a cristal, pero su forma seca de tratarlo me estaba confirmando día tras día de que ella no lo amaba de verdad.

— ¿Para qué pozo vamos?—preguntó Anthony de brazos cruzados mientras comenzábamos a caminar

— ¿Subimos para la linaza?—preguntó cristal

—La subida es muy larga pero vamos a ver—respondí colocando mis manos en mis bolsillos

—Que no sea tan larga la caminata, mira que Anthony nos hizo calarnos toda esa subida desde Caraballeda—se quejó Miguel en su lengua

— ¿Por qué no agarraron autobús?—pregunté girándome para verlos

—No es mi culpa que sean tan vagos—dijo Anthony sonriendo

Seguimos nuestra subida, cristal llevaba una toalla, ella y Josué iban adelante, Miguel, Anthony y yo íbamos a tras, yo me incliné en el hombro de ambos y los frené para que le dejáramos espacio, quería ver las reacciones de cristal cuando se encontrara sola con Josué, en realidad sabia que ella no lo amaba, pero quería confirmar mi teoría.

—Llegamos a la mina, ese es el tobogán—señaló cristal aquel pozo bautizado con el nombre de «la mina»

Cuenta la leyenda de que mucho, pero mucho antes de que san Julián fuera poblado, se establecía una mina de piedra en donde hubo un grave desastre, muchas personas murieron, pero esas no son todas las leyendas que cubren el pueblo de san Julián.

Yo como amplio conocedor de la cultura de mi pueblo gracias a mi religión conocía cada uno de los rincones no urbanos ni sociales si no culturales y espirituales que encerraban a san Julián en un círculo peligroso del cual no se podía salir con facilidad.

—Aun nos falta camino, tienes que resistir—me dirigí a Miguel al verlo muy cansado y jadeando

—Miguel me das vergüenza—reclamó Anthony

—bro, no puedo, si no aguanto el trote en educación física—se volvió a quejar Miguel

—Albert muévela con esos otros dos pendejos—rugió cristal a la distancia junto con Josué

— ¿quieres que vaya rápido?, con gusto—dije antes de correr delante de ellos

Corrí, corrí lo más rápido que pude y me posicioné delante de ellos.

Una de las leyendas que están en san Julián es que las almas de los mineros quedaron atrapadas en las aguas de los pozos, así como las almas de las personas que murieron en la tragedia y sus cuerpos nunca fueron hallados, incluso hay una zona en el rio que se le conoce como «el bosque de las animas del purgatorio», en donde dicen que descansan las almas en pena de esa zona.

Si te llaman no respondas o te atraparan y te llevaran al sitio que ellos están.

Seguimos nuestro camino, habíamos llegado al pastizal, lugar a donde muchas personas subían sus caballos por un largo tiempo a que pudieran comer hierba de la buena, pero dejaron de hacerlo cuando estos aparecieron muertos por causas desconocidas.

¿Te conozco?✓[¿Por Qué Nos Obsesionamos Con Lo Imposible?]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora