Capitulo 43.El deseo de venganza

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Cuando el atardecer se acerca, las cigarras comienzan a cantar y el sonido de las olas del mar se intensifican. Es un sonido hermoso que se escucha desde lejos. Da la sensación de que la manada es un paraíso vacacional.

Y, Fletcher está allí por esa razón, unas vacaciones con su pareja en una celebración tan esperada como "La luna roja" son perfectas para tal vez iniciar una nueva etapa de sus vidas juntos...

Solo que... Max no lo ve así.

Ante los nervios de no saber que hacer sintió si estómago revolverse y la bilis amenazo con salir. La piel se le enchinó de golpe y se sintió igual a un cordero yendo directo hacia la boca del lobo.

Una presa.

—Me siento mal... —Fletcher, quien por mucho tiempo mantuvo la mirada pegada al frente, por fin volteo y vio a Alex con el rostro pálido y las manos en la boca, como buscando contener sus ganas de vomitar.

Y no pasó mucho para qué se escuchará la primera ahorcajada.

En una reacción rápida, el alfa cambia de carril y se estaciona al borde de la carretera haciendo que resuene un fuerte sonido de llantas al derrapar. La caravana, que se siguió de largo unos metros más, también se detuvo de golpe y derraparon, incluso estuvieron a punto de chocar. Los soldados de los últimos dos convoyes salieron con una velocidad impresionante y se pusieron en guardia.

Claro, esto no le importo en lo más mínimo a Fletcher, quien salió del lado del piloto para auxiliar a Alex con la mayor rapidez posible. Incluso en su intento desesperado de llegar dar la vuelta hasta la puerta del copiloto dejo caer su teléfono y olvidó poner el freno al auto.

—¡Ugk...Bleg!

Tan pronto cómo la puerta del Mercedes fue abierta, la bilis, el miedo, y todo lo que había ingerido, Alex salió en forma de vómito.

El vómito se esparció en el suelo y salpicó en los pantalones del alfa.

—¡Hey, hey!

Se apresuró a auxiliar al Omega y le retiró el cabello de la frente para que no sé sintiese ahogado y aire fresco le pudiese llegar con más facilidad

—Tranquilo... Tranquilo, déjalo salir... Déjalo salir todo.

Y sin saber cómo se sentía Alex, el alfa soltó un pequeño reproche, solo para liberar un poco de estrés mental.

—Te dije que no comieras tanto, espero que ya así al menos te puedas sentir menos pesado. Perdóname, fue mi culpa por dejarte comer tanto...

El alfa, con una paciencia interminable, le sobó la espalda y poco le importo ser ensuciado de vómito en los pantalones. Únicamente se preocupó infinitamente por Alex y su tulipán.

Los soldados, que se habían apresurado a rodearlos y cubrirles, recibieron una señal por parte del rubio para que no hicieran un escándalo o asustarían a Alex.

El alfa levantó la mano en un puño con el brazo en forma de escuadra, lo que para ellos en su lenguaje era; "Alto". Todos se quedaron a cuatro metros de distancia y se dieron la vuelta para dar la máxima privacidad posible.

—¡Bleg! Fle...tcher — Las pequeñas manos de Alex se aferraron a la camisa del alfa y la apretaron con fuerza, como si buscara liberar su tensión de aquella manera.

Cuando parecía que las ganas de vomitar se disipaban, otras ahorcajadas

le llegaba con más intensidad, incluso al grado de dejarlo sin aire.

Y Fletcher sintió su corazón doler.

El general y el soldado, quienes al escuchar el sonido de las llantas rechinando contra el pavimento se detuvieron de la misma manera, llegaron a toda prisa, solo para ver a su alfa con la parte inferior de los pantalones llena de líquido gastrointestinal mientras busca ayudar a su pareja.

¡No Me Lastimes!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora