Capitulo 27. El único día fácil fue ayer.

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Narradora 

Fletcher siente como el mundo se detiene en seco. 

El sonido de las aves cantando en el patio se distorsionan y se vuelven solo sonidos inaudibles. 

El corazón se le acelera, su cuerpo se mantiene rígido y estático. Se acostumbró tanto a no escuchar respuesta alguna de Alex, que no sabe cómo reaccionar. 

Sus manos están sudorosas y tiemblan incontrolablemente. Aquellas débiles palabras incitándolo a quedarse lo sumieron en un gran shock.  

Poco a poco está rompiendo las altas murallas alrededor del corazón de Alex.
Lo está logrando. 

Su corazón siente una euforia indescriptible. 

Después de armarse de valor, voltea y el chico de los ojos de cristal lo observaba con una mirada cálida, como diciendo; "¿Aceptas?". No lo dudo ni un segundo más y se acercó a paso lento. 

—¿En serio...? ¿Puedo? —El chico de los ojos de cristal asiente con una discreta sonrisa curveada, como si buscará esconderla, pero la cálida mirada del alfa logra captarla, y su corazón se regocija en plenitud. 

Fletcher no pierde tiempo, toma asiento, y tras calmar su agitado corazón, garra uno de los lienzos que están en la bolsa de papel y se sienta en la silla de metal en silencio, temiendo arruinar el próspero ambiente. 

No puede negar que quiere hablar de una infinidad de cosas, pero no quiere presionar a Alex y asustarlo, arruinaría su racha de buena suerte y el Omega desconfiaría de el otra vez. 

Luego de poner en calma sus pensamientos, toma y humedece una de los pinceles que yacen sobre la mesa, e inicia haciendo algunas combinaciones de colores sobre un godete de plástico hasta poder hacer un precioso color piel. 

Voltea un poco su torso en dirección al chico de los ojos de cristal y comienza a pintar. Hace una mancha de color piel en el centro y luego observa a Alex. 

Da unas cuantas pinceladas y luego otra vez humedece y limpia el pincel. En algunas ocasiones, cambia a un pincel más amplio o fino y sigue con su labor; 

Pintar la escena más hermosa que jamás ha podido presenciar. 

Y así se pasan casi dos horas conviviendo, tranquilos, sin palabras, solo escuchando el canto de las aves en los nidos de los árboles. Y los pájaros anidando, alistándose para el invierno que ya ha llegado a la manada. 

Luego, sin darse cuenta Alex ya se encontraba temblando del frío, mostrándose reacio a alejarse de su pintura y lienzo, como un apasionado artista que sería capas de pintar bajo el extremo frío con tal de terminar su obra. 

Sorbe su nariz un poco, parece que en cualquier momento va a estornudar. 

Fletcher no pierde tiempo, y sin avisar se levanta. Alex no se inmuta, y el gran alfa siente que esto es bueno. 

Quiere decir que Alex ya se acostumbró a la presencia del alfa, y que no se asusta cuando hace algún movimiento, quiere decir que ya se siente en paz.  

—Toma —Se quita la gruesa chaqueta de cuero que lo protege del frío y se la coloca a Max, esperando que este no la rechace. 

—Gracias... —Susurra agradecido. 

No tendrá que dejar su pintura a medias. 

Con la temperatura descendiendo a cada momento que pasa, Fletcher se vuelve inquieto, no quiere arriesgarse a que el pequeño, frágil, y, aún débil cuerpo de Alex, se lastime por el frío y caiga enfermo en cama. Pero Alex por primera vez, parece tan sereno y tranquilo, que se sentiría culpable si lo obliga a volver a aquella aburrida y monótona habitación de hospital. 

¡No Me Lastimes!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora