Capitulo 33. Abatido y superado.

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4 meses después.

"Si tengo que esperar una eternidad para poder verte, estoy dispuesto a esperar, incluso solo si es solo un minuto, un instante, una última vez... Antes de perder la fe."

Hay un cuerpo tan terriblemente delgado sobre una cama de hospital. Entubado hasta los huesos, rodeado de máquinas que lo mantienen "vivo". Tan pálido y ojeroso, que parece haber muerto hace días.

Pero entre la vida y la muerte;

Un abultado vientre se deja a relucir esplendorosamente. Es gigantesco, muy grande. Dentro, hay un bebé saludable y fuerte, que igual que su padre, se aferra a la vida.

Extrañamente, es como si el vientre estuviese recibiendo todos los nutrientes que le dan a su padre por sonda.

Y, aunque ha sufrido algunos problemas y riegos de aborto, se ha mantenido fuerte, se aferra a la vida de una manera impresionante, salvaje, como si se sostuviera de las entrañas de su padre y se negara a marchitarse.

Ojos cansados lo observan desde la distancia. A través de un vidrio que le prohíbe avanzar, que le prohíbe tocarlo o mirarlo más de cerca.

Los ojos marchitos por la tristeza poco a poco pierden la esperanza, y el dolor en su corazón es casi intolerable. Hay un terrible sabor a culpa en su boca que incluso por las noches ya no lo deja dormir.

El insomnio es tan profundo y lastimero que las medicinas han perdido eficacia, han dejado de funcionar, lo han abandonado a su suerte.

—¿Aún no...? —El hombre levanta la mano y la posa sobre el vidrio de la ventana y luego, lentamente pega su frente al vidrio, intenta calmar el doloroso y punzante dolor en su corazón. Pero nada funciona.

—Aún no señor. —Contesta el médico tratando de encontrar las palabras para decir; —No sabemos cuándo va a despertar.

Su rostro se arruga, está a punto de rendirse también.

—¿Y El bebé? —Y el sabor amargo de una culpa punzante lo abruma.

Parece estúpido e hipócrita preguntar por un bebé del cual quería deshacerse.

Pero la salud de Alex empeoraba, el pequeño feto de un mes de gestación lo estaba lastimado, le arrebataba la vitalidad, lo hacía recaer y empeorar durante días.

Fletcher durante un instante, realmente pensó en deshacerse del bebé.

Pero no pudo hacerlo...

Estuvo entre la espada y la pared. Si ordenaba un aborto a Alex, podría salvarle la vida, pero... ¿Y si Alex realmente amaba a ese bebe? ¿Cómo podría mirarle a los ojos y esperar ser amado y perdonado?

Pero si dejaba que el pequeño feto creciera, podría matar a Alex en el proceso de gestación. ¿Y... Si Alex no quería al bebé? Un bebé producto de una violación. ¿Cómo podría obligarle a engendrarlo?

Y en el caso más extremo; Alex podría morir antes de dar a luz, luego, al final ambos morirían...

—El bebé está bien, es un niño saludable, se aferra a la vida, pero el padre... Me temo que no quiere despertar... —Fletcher arruga el rostro y rechina los dientes con fuerza, casi al punto de quiebre

—¿Quieres decir que se está dejando morir? —Sus manos se vuelven puños y las uñas perforan la delgada piel de sus palmas hasta hacerlas sangrar.

—Eso temo. —Hace una pausa— Su lobo murió, su estado depresivo y las feromonas que muriendo le provocaron esto. —Mira su tabla médica y hojea unos cuántos documentos —Esto ya no depende de nosotros. Depende de su deseo por seguir viviendo, a nosotros solo nos queda esperar...

¡No Me Lastimes!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora