Capitulo 73. ¿Hasta que punto, el corazón humano puede ser destruido?.

3.1K 384 215
                                    

Lo que Decker dijo con un rostro destrozado y una voz al límite del llanto desconcertó a Max totalmente. Incluso llegó a pensar que era una clase de broma de Decker tratando de mostrarse "bondadoso" para luego engañarlo.

Su intuición le dijo que verlo tan pacífico no era normal en una "bestia". Así que no bajo la guardia y retrocedió en caso de que perdiera la cordura y espero y espero el ataque.

Solo que no espero como respuesta:

—Si tu deseo es irte y estar con alguien más. No te detendré...

Agachó la cabeza y trato de convencerse a sí mismo que estaba tomando una decisión correcta.

Su pecho se encuentra fuertemente contraído por la sensación de tristeza. Es equivalente a ser apuñalado sin compasión.

Pero pensó a sí mismo; "Si ser apuñalado por ti es lo único que puedo conservar como un recuerdo de lo nuestro, desnudaré mi pecho y pondré una daga en tu mano apuntado directo al corazón".

—Lo nuestro... Lo que sucedió entre nosotros, lo que te hice, es algo de lo que me arrepentiré muy profundamente por el resto de mi vida.  —Murmuro con la voz perdida tratando de encontrar las palabras para expresarse de manera tranquila, buscando no quebrarse aún más por el dolor. —Y sé que ya no hay vuelta atrás...

Pero es complicado.

No sucumbir es difícil cuando la dinastía de la furia y el odio fue encerrada en un cuerpo mortal.

El animal que yace gritándole en su cabeza, que pierda el control y se niegue a soltar a Max, es fuerte.
Su deseo de liberación es difícil de frenar. Es como un maldito monstruo golpeando dentro de su cabeza tratando de avivar el inmenso sentimiento de posesividad.

—Solo no permitas que nuestro hijo sufra por culpa mía... Permíteme estar presente en su vida. Permíteme verlo crecer, no haré nada que no quieras, iré a verlo a Antonov si es necesario.

Pero tal parece que cuando mencionan a tulipán, Max no está dispuesto a escupir ni una sola palabra.

Y al ver esto, Decker se movió con agilidad y le dio la vuelta entera al escritorio donde se recargaba. Llevo sus manos directamente hasta los cajones y se dedicó a buscar algo.

—¿Dónde, donde lo deje...? —Murmuro impaciente, moviendo sus manos con rapidez, escuchando entre todos los cajones desesperado. No fue hasta que abrió el último cajón y busco, que encontró lo que buscaba.

Es rectangular, dorado con negro y solo menos de dos docenas de alfas en todo el mundo son capaces de tenerla en sus manos. Tan valiosa como una tonelada de oro y diamante.

Casi única en su clase. Imposible de conseguir.

—Tómala, por favor —Suplico el alfa acercándose lentamente a Max, extendiendo la tarjeta como si fuese simplemente insignificante. —No te deseo el mal, pero debes saber que no todas las relaciones funcionan para siempre, a veces se rompen, a veces se fragmentan, a veces alguien cambia de opinión. Nunca se sabe... Así que quiero que la conserves, úsala para lo que quieras. Hay tanto dinero allí como para gastarlos sin precedentes.

Max negó con la cabeza como si dijera; "Esto solo es una estúpida broma, no caigas". Y no lo dejo acercarse. En todo momento le mantuvo la mirada encima, temía incluso parpadear un segundo y ser engullido por Decker al instante siguiente.

—No la quiero. —Negó fuertemente con el rostro indignado. ¿Que era esa tontería de; "A veces las relaciones se rompen" ¿Qué es acaso que se volvió filósofo?. No necesita escuchar eso de alguien que rompió todas sus promesas.

¡No Me Lastimes!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora