La tarea de salir del estadio se convirtió en una pesadilla. Nos tiramos casi media hora únicamente para alcanzar las dobles puertas de metal, y otros diez minutos para que pudiésemos atravesarlas, todo ello sin contar que tuve que hacerlo con un zapato de tacón menos, el cual daba ya por perdido. Menos mal que siempre llevaba zapatos de repuesto en el coche para las fiestas.
Cuando la brisa fresca del exterior me rozó la cara, cerré los ojos saboreando la victoria. Me dolía la garganta de todo lo que había gritado, y aún seguía acalorada, pero aún así me cerré bien la chaqueta sobre el vestido entubado negro que me había puesto para la fiesta. Nate y Alice estaban comentando las mejores jugadas a mi lado mientras Nate se fumaba un cigarro, y yo no podía dejar de escuchar emocionada, asintiendo mientras lo recordaba. Había sido quizás uno de los mejores días del año.
—Buena jugada. —alguien me tiró del abrigo haciendo que me girara al instante.
Unos ojos verdes me miraron perezosos y divertidos.
—Has estado muy bien. —admití chocando la mano de Cayden cuando la alzó en el aire, sin poder resistirme debido a la emoción que había sentido durante todo el partido. En cualquier otra ocasión, se habría quedado con la mano ahí colgando, por supuesto.
—Nunca pensé que te vería en un partido mío. Ha sido interesante. Sobretodo cuando has mareado al equipo contrario con tu tacón venenoso.
No pude evitar reírme. Era completamente gilipollas.
—Pues no hemos venido a verte a ti, lumbreras. —espetó Nate desde mi lado, haciendo que Cayden le mirara con mejor humor todavía.
—Veo que sigues igual de simpático, Nathaniel.
Nate le sacó el dedo corazón pero Cayden le ignoró dirigiéndose hacia mí de nuevo.
—Pues tome usted, cenicienta.—hasta ese momento no me había fijado, pero había recuperado mi zapato. Lo cogí un poco sorprendida de que hubiera perdido el tiempo en regresar a por él.
—Gracias.—dije agachándome para devolverlo a su sitio. Una vez que me erguí, sentí un cosquilleo al sentir la intensidad de la mirada de Cayden sobre mí. Fruncí el ceño cuando sus ojos escudriñaron cada centímetro de mi rostro y luego un poco más allá.
—Lamento decirte que te falta algo.
Entorné los ojos.
—¿El qué?
Cayden se inclinó hacia mí y un escalofrío me recorrió el cuerpo cuando sus labios rozaron mi oreja.
—Puede que te lo diga luego. Nos vemos más tarde, vecina.
Y entonces se largó. Le seguí con la mirada hasta el momento en el que se subió al coche de Naia, que parecía estar asesinándonos con la mirada. Estuve tentada de saludarla con la mano, pero me contuve.
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La mala del cuento ©. [TERMINADA]
RomantikNo hay nada peor en el mundo que un corazón roto, y eso Emma Wallace lo sabe bien. Dos años después de que Cayden se apartara de su vida, Emma sigue sin ser capaz de superarlo. Lo ha intentado todo: sentir indiferencia, mirar hacia otro lado cuando...