Capítulo 18 (Parte 2)

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Alice se estiró junto a mí en la toalla que habíamos extendido sobre el césped del campus

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Alice se estiró junto a mí en la toalla que habíamos extendido sobre el césped del campus. Hacía un poco de frío, pero el día estaba soleado y a mí no se me apetecía volver a casa. Por lo visto, a Alice tampoco.

Habíamos estado hablando acerca de qué íbamos a ponernos para la esperada doble fiesta, de si Nate traería a Marcos o de si creíamos que nuestro equipo saldría victorioso del partido cuando Alice entornó los ojos, mirando más allá de mí.

—Debes estar pletórica. —dijo entonces haciendo un pequeño aspaviento con la cabeza.

—¿Qué ven tus ojos de elfo, Legolas?

—Gírate. Están lejos, así que no hay problema.

Me volví ansiosa, pero lo que vi me hizo abrir los ojos sorprendida.

Naia agitaba los brazos bruscamente hacia Cayden, que se mostraba impasible, como si la discusión que estuvieran teniendo no fuera con él, como si fuera un mero espectador en una obra de teatro. No podía escuchar nada, pero Naia no podía estarse quieta, se agitaba como un pescado fuera del agua y el pelo rubio se le mecía como si fuera el estandarte de un ejército de guerra. Al cabo de un largo rato de aspavientos, Cayden le dio la espalda y se marchó de allí mientras ella seguía en el mismo sitio con sus zapatos de tacón clavados en el césped.

—Eso sí que ha sido intenso. ¿Qué crees que ha podido pasarles ahora?

Pensé que a lo mejor se había enterado de nuestro encuentro en el pasillo, porque siempre se enteraba de todo; como aquel día que Cayden me llevó en coche a la biblioteca. Parecía tener escondida una bola mágica en ese maletín marrón suyo. Cuando pasó por nuestro lado para regresar al edificio no la vi como una persona que acabara de discutir con su pareja, parecía incluso tranquila y eso me hizo sentir más recelosa todavía. ¿Qué demonios estaba pasando?

Esa misma tarde, mientras Axel se bebía un gigantesco batido de chocolate, se produjo la conversación.

Habíamos quedado para que me contara que era esa locura del partido más la fiesta, y sobre todo porque estaba ansiosa por saber como le había salido el examen, pero para mi sorpresa Axel estaba de un humor de perros, y todo lo que hacía era responder con un "No sé".

Oye, Axel, ¿cómo te ha ido el examen? "No sé". Oye, Axel, ¿te pasa algo? "No sé". Axel, ¿quieres contármelo? "No sé". Axel, ¿te importa que te derrame el café en lo alto para que cambies esa cara de amargado del bosque? "No sé"

Estaba echándole más azúcar de la cuenta a mi taza de café cuando Axel decidió que volvía a saber hablar:

—¿Sabes que Cayden y Naia se han peleado? —me preguntó con la vista clavada en su teléfono móvil con gesto molesto. Tenía gracia, porque si él estaba molesto ahora mismo yo era Hulk.

—Sí. ¿Así que Naia ya te cuenta hasta sus problemas amorosos? Pues sí que ha avanzado la cosa.

Axel me dedicó un único vistazo antes de regresar la vista a su teléfono como si fuera la cosa más interesante del mundo.

La mala del cuento ©.  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora