Capítulo 23

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Las elecciones

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Las elecciones.

Algunas son tan difíciles como el hecho de escapar de un incendio. Un incendio que tú mismo iniciaste, y que dejaste crecer hasta que fue demasiado tarde. Demasiado tarde para controlar las llamas, para huir del humo. Para liberarte.

Así era una elección, ¿no? Como unas cadenas de acero atadas al cuello, manteniéndote presa junto a una decisión que podría condicionar tu vida para siempre. Eliges, a veces por ti, a veces por otros, pero siempre sientes esa presión, esa duda; la eterna incógnita de si estarás decidiendo bien, o de si por el contrario, estarás cometiendo el error de tu vida.

Cuando abrí los ojos, la cabeza me dio vueltas como si me hubiera golpeado fuertemente con algo.

—Despacio, cenicienta.

Grité antes de poder enfocar bien la vista y hallar a Nathaniel tumbado a los pies de mi cama, leyendo una de esas revistas de cotilleo. Me miró divertido, con la cabeza apoyada en las manos.

—¿Q-Qué haces aquí?

—Te recuerdo que acordamos que me quedaba a dormir en tu casa. —se incorporó un poco y me tendió una botella de agua. —Pero claro, eso fue antes de que desaparecieras de repente, entonces me vi obligado a colarme. Bueno, a colarme no, porque estaba invitado, pero tú me entiendes...

Le miré con cara de pocos amigos mientras abría la botella lo más rápido que pude. Cuando el líquido se desplazó por mi garganta sentí alivio de repente, me había quedado seca mientras dormía. Casi podría haberme hecho pasar por una planta mustia y triste. Me dejé caer contra el cabecero de la cama, sintiendo los efectos del alcohol aún en mi cuerpo. Odiaba la resaca, no pensaba beber nunca más.

—¿Viniste con Axel? —Nate sonrió de medio lado.

La cabeza me dolió un poco más. También el corazón.

—Sí.

Esta vez mi amigo cerró la revista arrojándola al suelo y escaló por la cama casi sentándose sobre mis pies. Su emoción me crispó los nervios. "No es una buena historia, Nate. Al menos no una con final feliz."

—Lo sabía. Desde que os vi tan pegaditos en la pista de baile...Estaba seguro de que por fin os diríais la verdad. Sois un jodido cliché, dos personas que se unen para un plan malvado pero acaban enamoradas y no saben como declarar sus sentimientos... Por eso adoro las santas fiestas de recaudación. O se tuercen las cosas o salen de maravilla, el caso es que nunca te aburres. Y hay algo más que me encanta: ganar las apuestas. —sacó el móvil de su bolsillo y se llevó la parte que contenía el micrófono a la boca. —Alice, mi amor, me debes veinte pavos...

—Se ha besado con Naia.

Nate se quedó petrificado, con el dedo aún en el botón del audio. Sus ojos se encontraron con los míos. Y entonces vino la lluvia. O las lágrimas. Las que había contenido toda la noche, las que me había prometido que jamás saldrían. Una mentira más. Como tantas otras... Nate se metió bajo las sábanas a mi lado, y me abrazó sin decir ni una palabra. Hablaríamos claro, pero ambos sabíamos que aquel no era el momento. Y recé porque cuando aquel instante llegara, al menos doliera un poco menos. 

La mala del cuento ©.  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora