Capítulo 36 (Parte 2)

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Nathaniel llegó casi una hora después y lo hizo como si se tratase de un torbellino

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Nathaniel llegó casi una hora después y lo hizo como si se tratase de un torbellino. Ni siquiera le había dado tiempo a sentarse a nuestro lado cuando ya estaba exigiendo que le contásemos cada una de las cosas que habíamos relatado en su ausencia. No se me apetecía repetir otra vez la misma historia, al menos por el momento, así que me limité a contarle que simplemente había llevado a un malhumorado Axel a casa, lo cual no era mentira tampoco.

Cuando se aburrió por fin de tratar de sonsacar algo, propuso que fuésemos a comer a un Mexicano que habían abierto cerca de la universidad. Casi lloré de la emoción cuando probé los nachos y las quesadillas con salsa agria. Salí de allí desde luego que mil veces más feliz de lo que había entrado y decidimos continuar con la excursión del sábado por el centro comercial de la ciudad.

Después de darnos un buen paseo por las distintas tiendas de ropa que había en el recinto, decidimos cotillear qué películas había en el cine por si nos interesaba alguna, pero todo se resumía en cine dramático que yo me negué a ver en rotundo. Finalmente decidimos merendar en la cafetería de la planta de arriba, que era famosa por tener más de treinta variedades de donuts. Me estaba comiendo uno de plátano cuando el móvil de Nathaniel comenzó a sonar.

—Vaya, es Axel. —dijo limpiándose en una servilleta los dedos cubiertos de glaseado. Cuando fue a pulsar el botón de responder me incliné sobre la mesa arrebatándoselo, lo que provocó que soltara un grito.—¡¿Qué haces?!

Había dejado de respirar sin darme cuenta. Apreté el móvil entre los dedos hasta que la melodía se apagó.

—Es que nos enfadamos anoche. No quiero hablar con él.

Nate enarcó una ceja cruzándose de brazos.

—¿Y si sólo quería hablar conmigo, señora egocéntrica?

Cuando el móvil de Alice comenzó a sonar los tres nos miramos y yo me mordí el labio inferior.

—Es Axel. —concluyó cuando sacó su teléfono del bolso.

—Vale, pues quizás no quería hablar conmigo precisamente. —intervino Nate.

Esperamos a que la melodía terminase sin hacer ningún ruido, completamente quietos, como si aquel aparato fuese una bomba a punto de estallar.

—¿Y por qué os habéis enfadado?, ¿no decías que sólo lo habías llevado a casa?

Dejé caer la cabeza sobre la palma de la mano. Se me había cerrado el estómago, y era una pena porque me quedaba medio donut por comerme.

—Y así fue. —musité sintiéndome un poco mal por no contárselo todo de inmediato. —Pero ya te lo he dicho, estaba de muy mal humor y se comportó como un gilipollas. Seguramente querrá pedirme perdón pero quiero hacerme la dura unas cuantas horas.

"O seguramente querrá preguntarme qué pasó anoche", pensé sintiéndome completamente desdichada.

Nate me miró con cara de "me estás mintiendo descaradamente", pero no insistió . Por su parte, Alice me empujó a terminarme el dulce a la misma vez que ponía su teléfono en silencio cuando volvió a sonar una segunda vez. Me sentí una completa cobarde y estaba segura de que en cuanto volviera a casa iba a tener un número considerable de llamadas perdidas esperándome. ¿Pero qué iba a hacer? ¿Coger el móvil de Nate o de Alice en mitad del centro comercial y ponermea contarle a Axel que nos habíamos besado muy profundamente? Era más sensato enfrentarme a él desde la tranquilidad de mi casa.

La mala del cuento ©.  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora