Song Hye Kyo llegó al aeropuerto con su pasaporte en mano, una pequeña maleta, y una cartera con los documentos que había firmado un par de días antes, dejando atrás muchas cosas en nombre de su felicidad. Hace mucho tiempo que había estado esperando este momento, negarlo sería mentir descaradamente, y estaba muy nerviosa.
La calma inundó su alma cuando abordó el avión. En especial cuando llegó a su asiento, se acomodó en este, y una mano tomó la suya entregando la paz y amor que tanto había esperado. Miró a su costado y sonrió. Ahí estaba Jeon Namjoon, el hombre que amaba profundamente.
—Creí que no llegaría nunca. —dijo Hye Kyo mientras acariciaba el dorso de la mano de Namjoon.
—Al fin se está haciendo realidad este momento, te extrañe mucho, mi amor. —expresó él con una sonrisa que se reflejaba en sus ojos.
—Yo también. —dijo ella mientras apoyaba su cabeza en el hombro de Namjoon y se preparaba para el viaje.
Poco más de una hora más tarde, llegaron a su destino. La isla Jeju era el lugar perfecto para estar desconectados de todo y todos por un par de semanas, y disfrutar de tiempo un tiempo solas en plena felicidad. Estaban tan emocionados por estar ahí, que cuando llegaron al hotel no esperaron para tomar una ducha y dejaron sus cosas rápidamente para ir a pasear por la playa. Habían esperado muchos años para ese momento y las palabras no eran necesarias; era tan simple como mirarse y sonreír para saber que se sentían como dos adolescentes enamorados.
—¿Cómo te fue con tu hijo? —preguntó Nam mientras caminaban de la mano.
—Mejor de lo que esperaba, considerando que han pasado tantos años. —respondió ella con una pequeña sonrisa que no le llegó a los ojos.
—Me alegra escucharlo. —dijo Nam con suavidad. Había visto la tristeza en los ojos de Hye Kyo y no quería que siguiera pensando en ello—. Ahora es nuestro momento, así es que la pasaremos genial.
Song Hye Kyo se abrazó un poco del brazo del hombre a su lado. No quería empañar ese momento con sus preocupaciones, pero recordar cómo su hijo mayor, Jin la había tratado, la ponía muy triste. Lo cierto era que, consciente del pasado que arrastraban, no lo culpaba; no obstante, esta era su última oportunidad de ser realmente feliz con el hombre que amaba y no podía dejarla ir, ni siquiera por sus hijos.
En el pasado, todo se había arruinado, pero esta vez no sería así. Había tomado la precaución de desligarse de la empresa, y le había entregado toda su parte a su hijo mayor y nuera. Para Hye Kyo, no tener que estar ligada al legado de su difunto marido significaba darle un cierre a un capítulo muy doloroso de su vida, y ahora se sentía mucho más liviana, como si le hubieran quitado un peso de encima.
—Estoy muy feliz, te extrañé tanto... No te imaginas cuánto. —dijo deteniéndose para darle un abrazó a aquel hombre alto que la acompañaba.
—Y yo a ti. —respondió Nam manteniéndola cerca de él—. La vida nos tenía preparado este momento.
Estuvieron abrazados por un largo tiempo antes de retomar su paseo y volver al hotel, donde al fin, después de lo que sintieron como una eternidad, pasaron la noche juntos y se entregaron todo el amor y pasión que mantuvieron reprimido por años.
Namjoon observó con mucho detenimiento a la mujer que estaba durmiendo a su lado esa noche y se sintió muy afortunado. Le acarició el rostro dejando atrás de su oreja un mechón de cabello que había estado cubriendo uno de sus ojos, y mientras hacía eso, dio gracias por tenerla junto a él. Solo ella y nadie más que ella fue quien siempre estuvo en sus peores momentos; había sido la que, cuando sentía que su vida ya no tenía sentido, le había dado su amor y había logrado levantarlo.
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I. Hasta que las estrellas dejen de brillar
Hayran KurguEse día de otoño, el día en que todo terminó, olvidaron todas sus promesas, la ilusión y el amor que sentían por el otro, y la reemplazaron por rencor, dolor y... odio. Juraron no volver a encontrarse. Sin embargo, no esperaban que el destino jugar...