Capítulo 9

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Tras dar tributo y homenaje a uno de los grandes héroes que luchó y murió en la guerra de Troya, por fin nos pusimos en marcha hacia la capital de Frigia.

—¿Que os trae por aquí, señores de la guerra?— Hérmes apareció ante nosotros con una gran sonrisa.

—¿Y a ti, Hérmes?—Arqueó una ceja Ares mientras estaba afilando su espada.

—Na' quería haceros una visita y ver cómo estáis conquistando el mundo, sabes.

—Hérmes ¿No tienes ningún mensaje de parte de padre?—Dijo Atenea entrando en la conversación.

—No tengo ninguno Atenea—Respondió el mensajero de los Dioses—Y por cierto ¿Donde está Mariam?

Ares paró de afilar su espada y miró fijamente hacia su medio-hermano, como si este intentará saber cuales era sus intenciones hacia su esposa.

Un silencio incómodo se había hecho en aquel lugar, sino fuera la radiante entrada del dios solar, acompañada de su hermana lunar.

—Se ha ido junto Alejandro, al interior de la capital de Frigia—Dijo Apolo.

—¿Ya han llegado?—Preguntó Ares.

—Ya hace unas horas que cruzaron las puertas de la ciudad Gordio—Informó Artemisa—Ella iba delante del ejército, luego se seguía Alejandro y ya el ejército. No hubo resistencia.

—Raro se me hace que no presentaran resistencia la ciudad— Comentó Atenea mientas acariciaba a su lechuza—Pero, por lo menos no ha habido bajas en el ejército ni de los civiles de la ciudad.

—Se quedó con ganas Enio, pero Mariam la detuvo—Añadió Apolo— Si vierais su cara de fastidio, eso era un poema.

—Conociendo a mi hermana, normal que se quede así—Dijo Ares— Yo también me quedaría con las ganas.

El gran ejército de Alejandro estaba  apostado en las afueras de la ciudad de Gordio. Alejandro se habia dirigido a esa ciudad debido a su conocedor nudo Gordiano.

Un nudo que no se podía deshacer. Se cuenta, que aquel lo pueda deshacer, dominará el mundo, todo lo conocido y por conocer.

El nudo estaba hecho entorno al eje de un carro, muchos han intentado deshacerlo, pero no han podido.

—Mariam ¿dime que tu no has hecho ese?—Dijo Enio.

—Pues... Si lo hice yo—Respondí—Y tiene una explicación.

—¿A si? ¿Cuál?—Arqueó una de sus cejas Enio.

—Ares me dijo de quedar en este sitio para tener una velada íntima y como tardaba mucho, ya sabes lo que hace el aburrimiento. Vi una cuerda, luego vi el carro, el tiempo que estuve esperándole, iba haciendo el nudo cada vez más enrevesado y complicado hasta llegar a lo que tenemos delante nuestros ojos. Luego Ares vino y nos fuimos, pero sin antes hechizar el nudo con el dominio del mundo.

—Tuvo que ser larga la espera, lo digo el tamaño del nudo.

—Estuve unas cuantas horas esperándolo hasta que vino. No se que estaba haciendo para que tardase tanto, sería algo de gran importancia.

—Pero era consciente que había quedado contigo. Podría haber dejado lo que estuviera haciendo y reunirse contigo ¿No le reprochaste por la larga espera?

—No. Si vieras como vino, me hizo gracia.

—¿Como vino mi hermano?—Sonrió Enio.

—Como si hubiera corrido una maratón—hice memoria de ese momento—Luego me dijo "Perdón mi amor por hacerte esperar, Deimos y Fobos se habían metido en un problema y he tejido que intervenir... Esto no volverá a pasar, no pienses que he estado con otra mujer" y le dije "¿Por qué crees que voy a pensar eso? Siempre me has sido fiel y también yo lo he hecho. Bueno, ya que estas aquí, hagamos lo que teníamos pensado" y nos fuimos.

Esposa de la Guerra IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora