Capítulo 14

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Tiro ofreció una gran resistencia hacia nosotros, pero pudo contener la fuerza del castigador, cuando sus murallas cayeron ante la letal fuerza del látigo.

En un principio, no tenía en mente Alejandro someter a Tiro por la fuerza, así que mandó emisarios de forma pacífico, honrando a los dioses.

Pero estos, ante el peligro que suponía Alejandro, no fue la mejor opción que eligieron. Asesinaron a los emisarios, lo cual significa que es una clara declaración de la guerra.

Cómo dioses de la guerra, que más placer nos suponía realizarla y disfrutar. Los gritos, el dolor, el miedo... El caos y la destrucción...

Verdaderamente fue una campaña larga, no como las anteriores. Comenzamos justo cuando Persefone estaba todavía en el interior de la tierra, en el reino de los muertos, en el inframundo junto con su marido, hasta el último mes que estaba en el plano mortal recogiendo las cosechas del verano junto con su madre Deméter.

Hubo algunos momentos en que pude entablar una conversación con la reina del inframundo. Recordando esa primera vez que baje con ella a este reino y donde pude ver a mi querida y amada familia.

—Persefone, no es lugar para la diosa de la primavera— Dije al verla.

—Te recuerdo que soy la reina del inframundo y madre Macaria y Melínoe. Así que si es mi lugar—Dijo Persefone a mi lado.

—Me alegro de verte.

—Lo mismo digo Mariam—Persefone miró el caos, la muerte y destrucción de la guerra. No muy lejos vio a su hija junto a su marido, Tánatos, dando el descanso a los miles de soldados que caían en combate— Parece que Caronte va a tener mucho trabajo, han caído demasiados hombres.

—Y caerán más Persefone—Continúe.

—¿Hasta dónde quieres llegar Mariam? ¿No tiene ya suficientes dominios bajo su mano Alejandro?

—Hasta llegue el fin de sus días y que tenga el mayor imperio que la historia nunca haya visto. Que cuyos descendientes admiraran la grandeza de su antepasado, el cual expandió las fronteras de lo conocido—Dije segura y miré a los ojos a la reina del inframundo—Un imperio no se hace en un día, se requiere sudor y sangre para que se levante... Y también para su caída.

—Cierta son vuestras palabras. Conocéis de buen mano cual el sacrificio para llevar tal empresa. Pero ¿merece la pena arriesgar tanto?

—Cuando alguien ambiciona algo tan grande para cumplirlo, mayor será su precio y sacrificio para alcanzarlo... Alejandro tiene la ambición de saber y descubrir que hay hacia el Este, más allá de Babilonia. Y tengo la misión de acompañarlo.

Volví mi mirada hacia el asedio de Tiro, que todavía se resistía al ejército macedonico. Alejandro estaba trazando otra estrategia para volver a atacar. Ares, Enio, Atenea y el resto de los dioses estaban envueltos en la encarnizada, mientras que yo permanecía observando todo el sangriento paisaje, junto a la diosa de la primavera y reina del Inframundo.

Persefone se fijó en el joven Alejandro, los ojos de la diosa dieron un destello inofensivo.

—Alejandro tiene los cabellos como el trigo que se está cosechando ahora y que será alimento de la humanidad para cuando regrese al hades.

—Noto algo en vuestra mirada Persefone— Miré la forma en que miraba al joven rey— ¿A quien os recuerda el joven Alejandro?

—A Adonis— Respondió Persefone.

Adonis nació de una relación incestuosa entre Mirra y su padre Cíniras, rey de Chipre.

Al parecer, la diosa Afrodita estaba realmente enfadada con Mirra, pues esta no la adoraba. Así pues,  haciendo gala de su famosa vanidad, decidió castigarla. Conseguió que se enamorara de su padre, o por lo menos, que yaciera con él unas cuantas noches.

Esposa de la Guerra IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora