Hakoon

Epílogo

Mía y Jake se mudaron a una casa en las afueras, y Mía dejó de asistir al colegio. Su potencial como híbrida era demasiado grande para dejarla sola de nuevo y caer, tras esto, en lo que intentaban huir.

Mía creció como una niña fuerte y luchadora. Su padre le ayudó a superar sus traumas y le contó una y mil veces la historia del amor entre un vampiro y una humana sin saltarse ni un mínimo detalle. Una historia que la pequeña jamás olvidó.

El palacete fue derruido un año y medio después de la muerte del vampiro de ojos blancos. Aún se dice que su alma vaga por allí. ¿No recuerdas aquella vez que cruzaste un terreno y el silbido del viento hizo chirriar tus oídos? Aún se dice que era él.

Muy pocos conocen esta historia, muy pocos se topan con ruinas y advierten el verdadero sentido de lo que un día fueron. Muy pocos creen en vampiros, Jake; híbridos, Mía; muy pocos creen en fantasmas, Hakoon.

Muy pocos creen en el poder del amor, ese que traspasa las fronteras de la lógica haciéndonos dudar incluso de él.

Todas esos lectores que terminan de leer este libro y automáticamente vuelven a la vieja realidad donde el amor es tan solo algo sobrevalorado y férreo.

No es sólo eso, no; el amor nos hace volver locos.

Es una fuerza que te empuja a locuras, a sueños y a ideas que nunca pensaste siquiera que las leerías y te sentirías sensible, desnudo/a y trasparente bajo la <<cursi>> aceptación-negación de los hechos.

Ahí comienzas a darte cuenta que eres un viajero que va descubriendo tierras, hasta que encuentra en la que quedarse. Hakoon encontró la de Judith, y no lo dudó dos veces.

Entonces fue consciente de que La Luz no es el lugar, sino la persona.

Tras saber esto, dime, ¿hubo en realidad una mujer que se enamoró de un espíritu y de un chico de colmillos afilados?

Muy pocos confían en lo nunca estudiado por la ciencia, muy pocos se dejan guiar por una fuerza que está dispuesta a conducirnos a través de diferentes mundos.

"¿Y cuál es el tuyo?" dijo Mía una vez. Y esa respuesta solo la conoces tú.

Tras saber esto, dime, ¿te unes a formar parte de esos creyentes en los mundos del amor? ¿Te unes a formar parte de esos pocos?