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La cena transcurrió mágicamente, para nada SiCheng esperaba reírse tanto del maestro de sus cachorros, era tan encantador y sensible, en especial con los niños, realmente los adoraba y por alguna razón amaba particularmente a sus hijos. Y eso para SiCheng era lo mejor de la vida. Cualquiera que pudiera hablar tan bien de sus bebés, merecia ser parte de su familia, porque su familia, después de ser exiliado de la manada, eran sus amigos. Kun, Taeil, SooYoung y sus hijos y ahora quizás Yuta podría entrar a ese círculo tan exclusivo que él llamaba familia.

Despues de cenar y dejar el restaurante caminaron por el parque, aunque ya era tarde, todo habia sido tan complejo y cargado de emociones, no se dejaba de sentir bien, se sentía realmente bien. Y el corazón de Nakamoto Yuta latía desenfrenadamente en su pecho, cada vez que SiCheng hablaba, o cuando parpadeaba, cuando su sonrisa ocupaba su rostro incrementando el volumen de sus mejillas y sus ojos se convertían en dos pequeñas curvas (que el fácilmente podría comparar con las puertas del edén) él sentía ensancharse su órgano vital. No necesitaba nada mas.

Yuta se detuvo para observar el paisaje, SiCheng lo hizo a su lado. Ambos contemplaron la vista de la ciudad iluminada, los autos deslizandose de un lado a otro dejando estelas a su paso. El vapor saliendo de sus labios y narices. El silencio acogedor que los rodeaba solo dejaba escuchar las ruedas de los autos atravesándo el pavimento. No necesitaban llenar el ambiente con nada. Pero Yuta debía decirlo.

-SiCheng, realmente eres una persona espectacular- espetó de repente dejando a SiCheng congelado por unos segundos.

-En realidad no lo soy- negó bajando la cabeza mientras se miraba los pies.

-Lo eres- Yuta se puso de frente a él capturando toda su atención- en realidad, eres la persona más fuerte que he conocido nunca, eres fiel a tus sentimientos y actúas por amor, por amor a tus hijos. Eso te hace tan noble como nadie en este mundo- levantó su mano lentamente hasta la mejilla de SiCheng que se sorprendió ante el contacto más no se alejó, se permitió disfrutar de los sentimientos que le trasmitía ese hombre.

-En realidad solo soy un cobarde, huyendo de mi pasado. Huyendo de todo, viviendo el día a día con mis hijos, sin poder valerme por mi mismo. Solo soy un omega abandonado, indigno de todo- el dolor que transmitía el omega en sus palabras y el auto desprecio carcomían el interior de su alfa.

-No lo digas así, eres tan digno como cualquier otra persona- Yuta acortó las distancias y se agachó para capturar la mirada de SiCheng, ambas manos en sus mejillas alzando su rostro- escucha SiCheng, eres el omega más hermoso que conocí en mi vida, no solo por tu apariencia.

Hermoso.

-Dime, SiCheng ¿Crees en el destino? Porque siento haber vivido toda mi vida sólo para llegar hasta aquí, justo hasta aquí- las palabras de Yuta eran suaves, casi como una caricia, estaban tan cerca, demasiado cerca pero SiCheng no quería apartarse, no quería retroceder, podía sentir en su interior un pequeño fuego que lo abrazaba armoniosamente, como una melodía en los días tristes, un rayo de sol en medio del frio, asi era la presencia de Nakamoto Yuta para él.

-Yuta, yo no...

-No- silencio la boca del menor con su dedo índice- no digas nada malo de ti, porque no lo creeré. No puedo creer todo lo que ves de ti.

-¿Por qué?

-Porque yo no lo veo así.

El omega no podía evitar mirar los labios del mayor mientras hablaba, era tan dulce, lo hacía sentir apreciado. Sentía que valía por sí mismo. Cerró los ojos.

-Tengo hijos.

-Lo sé - afirmo- y te aseguro que esos pequeños también están en mi corazón, justo como lo estás tú.

No puedo ser tu omega || YuWin MPREGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora