No puedo ser tu omega || YuWin MPREG

46.

El llanto de SiCheng es silencioso, él quiere gritar quiere rasgar su voz con las lágrimas contenidas pero aún ası logra tragar el pesado y gran nudo de su garganta y toma mucho aire que le sirve para contenerse, sus fosas nasales se abren y vuelven a cerrarse, el llanto está ahí, guardado, no escapara, es prisionero de su fortaleza porque él sabe, que aunque tiene miles de razones, no debe desfallecer.

Se gira, contempla los ojos enormes de sus hijos mayores suplicantes y sabe que tienen hambre, incluso antes de que sus barrigas suenen, él ya lo sabe, porque no han comido en todo el día y aunque él quería correr y suplicarle a cualquiera que les diera un plato caliente solo para sus cachorros no puede hacerlo porque está solo y no tiene a donde correr.

Les sonríe, aunque la sonrisa llega quebrada y vacía a los ojos almendrados de sus hijos y deja de mirarlos porque se está consumiendo en la culpa.

Si tan sólo no hubiera deseado salir de ese infierno en el que vivía ¿Había sido egoísta dejar la casa que compartía con su pareja porque era infeliz allí? Si no la hubiera dejado tal vez sus cachorros ahora estarían con los estómagos llenos de comida y con un techo propio sobre sus cabezas, él les estaría preparando un postre y verían alguna película sentados en el enorme sillón. Pero en cambio, ahora están compartiendo la precaria cama de un albergue donde duermen acurrucados y él termina con medio cuerpo fuera del colchón para que sus niños se acomoden, con un techo demasiado bajo y un cuarto que pronto debía desocupar porque excedió la fecha límite para hacerlo, sin nada con que alimentarlos más que algunas frutas que les había regalado una mujer en la calle.

Xiaojun se abraza a YangYang y ambos se miran, no quieren mencionar a su padre para no hacer sentir mal a SiCheng pero lo hacen y el enojo se apodera del omega "No mencionen a ese hombre que nada tiene que ver con nosotros" sentencia, sin querer siendo demasiado duro y hace llorar a Xiaojun y temblar a YangYang y se odia a si mismo por no poder ser más fuerte, se odia por las decisiones que tomó en su vida y lo arrastraron hasta el desahucio, se da asco y cuando se mira en el trozo de espejo roto, ahora si, llora, cae de rodillas al frio piso y rompe a llorar como un niño pequeño que ha perdido a sus padres, porque si, los ha perdido, a su familia, a sus padres, su hogar, su pareja y todo lo que alguna vez creyó poseer y ahora está solo y sin nada, sin nada más que tres barrigas hambrientas y corazones rotos que él mismo se está encargando de romper más... Y las manos vacías, las esperanzas muertas y un hueco en el pecho que nada podrá llenar.

YuQi pisa un auto de juguete de los pocos que cargaron sus hijos en sus mochilas al salir y cae golpeándose y se siente tan inútil incluso para ser padre, para algo para lo que se preparó toda su vida, corre a levantarla y tiene sangre en el labio, la abraza fuerte y le pide perdón, pide perdón a sus hijos también y los funde en un abrazo que está lejos de hacerlo sentir mejor, solo le da la sensación de que no puede bajar los brazos, por mucho que quiera, esto no se trata de él, sino de esos tres pares de ojos que lo miran esperando que reaccione, que les piden respuestas, las mismas respuestas que el espera de si mismo, respuestas a preguntas que siguen surgiendo y no sabe cómo contestar.

"Perdón" les susurra y abraza más fuerte a la niña que sigue llorando por el golpe y los gemelos se acurrucan en su regazo, solloza en silencio y besa sus cabecitas antes de mirar hacia arriba y cerrar los ojos elevando una plegaria, su fé al borde de desaparecer pero aunque quisiera no siente que está siendo escuchado y no hay nadie más a quien suplicar cuando sus labios se secaron rogando por lo poco que tenían ahora.

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Kun podía sentir claramente sus instintos burbujear en sus venas, con una rabia asesina y la incertidumbre golpeando fuerte en el pecho. Se adentró al edificio aunque los gritos de Johnny y Taeil le decían que no lo haga que la policía llegaría pronto, empujó la puerta con más fuerza de la necesaria haciendo que uno de los cristales estallara por los aires, se guio únicamente por su instinto, sabía que su cachorro aún no se presentaba y el aroma de su cuerpo era demasiado tenue pero aún así era percibido por su olfato, porque lo sabía, él era suyo.