xxxi. calm before the storm

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Berlín
Agosto, 2016



—Solo digo, es una total falta de respeto hacia mi persona

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—Solo digo, es una total falta de respeto hacia mi persona.

—Vamos, Samuel, hay cosas peores —replicó Odile.

Tras el fiasco en las instalaciones del cuerpo antiterrorista y el escape del Soldado del Invierno, el diminuto grupo de criminales ahora conformado por Odile, Bonnie, Maya, Sam, Steve y una agente rebelde de la CIA llamada Lily Hanks, quien volvía a ayudarlos por segunda vez, se encontraban escondiéndose en una fábrica abandonada a la espera de que un inconsciente James Barnes despertara tras haberse desmayado cuando él y Steve tiraron un helicóptero desde un vigésimo piso.

Odile se encontraba sentada en una banqueta con sus piernas apoyadas sobre la prensa que mantenía atrapado el brazo metálico de Barnes. Junto a ella, y constantemente custodiando al soldado, Sam Wilson despotricaba contra los agentes que más temprano los habían apresado.

—Disfraz de pájaro —repitió en tono de horror—. ¡Disfraz de pájaro! Son piezas aerodinámicas de alta tecnología diseñadas exclusivamente para el pararescatismo y su uso en zonas peligrosas y tienen el descaro de llamarlas "disfraz de pájaro". Inaudito.

—Quizás fue una mala traducción del alemán al inglés —intentó razonar Odile, a pesar de que estaba conteniendo la risa que las palabras de su amigo le habían causado.

—Quizás... —aceptó él de mala gana. Luego señaló a Barnes con su cabeza—. ¿Crees que Steve tiene razón sobre él?

—Creo que todos merecen el beneficio de la duda. Y, si existe una mínima posibilidad de que regrese a ser quien fue, entonces todo este fiasco habrá valido la pena.

Sam no pareció muy convencido por la respuesta que acababa de recibir, parte de ello teniendo que ver con el hecho de que Odile lo había dicho con cero convicción. Estar al borde de enfrentarse con la realidad de terminar tras las rejas no había sido divertido, pero de seguro que sí había sido esclarecedor. Habían pocas cosas que valían la pena arriesgarse de esa forma, un desconocido no era una de ellas.

Tenía que empezar a ordenar sus prioridades y aceptar que ponerse a ella misma primero no estaba mal, menos en situaciones de tipo vida o muerte.

—Repítelo pero ahora con más confianza —replicó el moreno.

—Si me lo digo las veces suficientes puede que me lo crea. Es solo que... —Odile suspiró—. Estoy arriesgando mucho. Nunca quise regresar a una vida de fugitiva después de que logré conseguir estabilidad y normalidad. Y menos todavía quiero que mi hija tenga que crecer mirando constantemente por encima de su hombro solo porque sus padres son criminales.

—Podrías... ¿podrías firmar? —sugirió Sam casi que odiándose a sí mismo por pronunciar esas palabras, lo que causó que la mujer riera.

—Antes muerta, esos acuerdos no tienen sentido ni tampoco van a salvarme.

✓  RENDEZVOUS ━ steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora