xxxvii. bad dreams

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Glasgow
Octubre, 2018



Odile despertó a mitad de la noche, miró la hora en el celular que descansaba sobre la mesa a su lado y deseó morir

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Odile despertó a mitad de la noche, miró la hora en el celular que descansaba sobre la mesa a su lado y deseó morir.

Año y medio atrás, las horas de sueño de Odile habían ido desapareciendo hasta prácticamente no existir. De la noche a la mañana había dejado de vivir según se le diera la gana y ahora vivía según a ellos les daba la gana.

Sarah y Tyler Rogers habían nacido una calurosa tarde de enero en un hospital wakandiano y desde entonces sus padres no conocieron lo que era la tranquilidad.

Los primeros meses había sido porque no dejaban de llorar por absolutamente todo. Luego aprendieron a moverse por su cuenta, lo que forzó a la pareja a tener que pasar las veinticuatro horas del día vigilándolos y tratando de evitar que sus hijos se metieran en problemas (o que hicieran enojar a Milo, a quien no le hacía ninguna gracia tener a dos infantes persiguiéndolo el día entero y robándose toda la atención que solía ser suya).

Durante las últimas semanas habían aprendido a caminar, y ahora usaban este nuevo adquirido poder para —Odile odiaba usar esta palabra para referirse a sus hijos, pero era la única que resumía lo que sentía al ser despertada por tercera vez en la última hora— molestarla.

Esa noche en particular, Tyler no había parado de despertarla, con sus ojos llorosos, para anunciarle que había tenido una pesadilla.

—¿Qué pasa? —musitó ella, con demasiado sueño como para articular algo más.

Tyler se abstuvo de responder. Sostenía una manta entre sus manitas y la apretaba contra su pecho con toda la fuerza que un niño de su edad podía tener.

—¿Mal sueño de nuevo? —preguntó su madre. Él asintió.

Ya comenzaba a ser preocupante. O Tyler había resultado ser un mentiroso compulsivo desde la temprana edad e inventaba que había tenido pesadillas para poder dormir en la misma cama que sus padres, o tenía algún peligroso trastorno del sueño que ningún niño de su edad debía tener.

¿Qué demonios podían estar acechando a alguien que no conoce la maldad?

Mientras Odile buscaba palabras para explicarle que nada era real y que él estaba en el lugar más seguro del planeta, junto a personas capaces de mover cielo y tierra para garantizar su bienestar, un chillante sonido hizo que su corazón se disparara. A su lado, Steve se despertó igual de alterado que ella, causando que Milo, quien dormía junto a él, saliera corriendo, mientras que Tyler comenzó a llorar a los gritos y dos segundos después Sarah hizo lo mismo desde su cama.

—¿Qué carajos? —preguntó la francesa, mirando de lado a lado en busca de aquel molesto ruido.

—¡Lenguaje! —la reprochó Steve, quien ya se había levantado en búsqueda del maldito celular.

✓  RENDEZVOUS ━ steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora