xxxiii. look what you made me do

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Berlín
Agosto, 2016



Había seguido a Maya hasta un galpón no muy lejos del aeropuerto

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Había seguido a Maya hasta un galpón no muy lejos del aeropuerto. A simple vista, y juzgando por su ubicación, Odile dedujo que se trataba de un viejo taller mecánico de avionetas. Podían verse perfectamente los repuestos desparramados junto a las paredes, y en el exterior se encontraba algo que se asemejaba al esqueleto quemado de una vieja avioneta.

En conclusión, que Maya hubiera elegido un lugar que aparentaba estar abandonado desde hacía años, daba mala espina. Más todavía si se le agregaba el para nada agradable hecho de que era muy probable que se encontrara con Marcus allí, su padre biológico y parte del par de Ruskovs que se habían encargado de arruinarles la vida tanto a ella como a sus hermanas.

Mientras la perseguía —siempre asegurándose de mantener una distancia considerable para no llamar la atención—, decidió probar suerte llamando a más ayuda. Sabía que Bonnie se encargaría de indicarles a todas sus hermanas en el aeropuerto que fueran con ellas, pero todavía quedaba alguien más suficientemente poderosa para acabar con los Ruskov: Raina.

En el camino, más de una vez intentó utilizar su defectuosa telepatía para llamarla, y debió hacer el ruido suficiente en Asgard o donde fuera que se encontrara su hermana en esos momentos pues una figura se materializó frente suyo. Era más bien una proyección de un hombre —bastante apuesto, se atrevía a agregar—, quien vestía un tipo de armadura dorada y tenía una enorme espada en sus manos.

—¿Hola? —saludó Odile, sin estar muy segura de qué estaba viendo.

—Soy Heimdall, Vigilante de los Mundos.

—Odile... Vengadora de vez en cuando... —se presentó dubitativa.

—Lo sé, conozco todo lo que sucede en los Nueve Mundos, y además estoy familiarizado con las amistades de la señorita Shaw.

—¡Sí! —exclamó con demasiado entusiasmo—. Raina, ¿sabes dónde está? La necesitamos con carácter de urgencia. Estaba intentando llamarla, pero asumo que me desvié un poco.

—No te desviaste, te bloqueé. Nada entra en Asgard sin mi permiso.

—¿Puedes decirle que la necesitamos en la Tierra? —insistió Odile—. Es importante, por favor.

El tiempo se le estaba escurriendo por las manos y nada le aseguraba que Maya no estaba ahora siendo asesinada por Marcus. O peor, secuestrada y llevada de nuevo al Internado.

De solo pensarlo un escalofrío le recorrió la espina.

—Le pasaré el mensaje. Si no está muy ocupada...

Esto último lo dijo con tono cansino y casi que sugestivo, como si aquello que podría mantenerla ocupada no era un algo sino un alguien, y luego procedió a desaparecer de la misma forma en que llegó. Odile creyó recordar que una vez Raina nombró a un tal Cuernitos. Se preguntó si sería él quien la mantenía ocupada en el espacio.

✓  RENDEZVOUS ━ steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora