xl. the infinity war

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Wakanda
Octubre, 2018



—¿Cómo fue que dijo Abraham? —preguntó Odile sin un destinatario en concreto—

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—¿Cómo fue que dijo Abraham? —preguntó Odile sin un destinatario en concreto—. Hoy es un buen día para morir.

—¿Y qué fue lo que dijo Maya? —preguntó Lyra apareciendo a su lado con una lanza de vibranio en mano—. Nadie va a morir hoy.

Odile miró al trío conformado por Steve, Natasha y T'Challa, de pie en la frontera de Wakanda, tratando de llegar a un acuerdo con los extraterrestres que buscaban matarlos. Era un movimiento bastante desesperado, pero al menos les compraba unos minutos extras antes de la inminente batalla.

Solo esperaba que fuera suficiente para que Shuri lograra sacarle la gema a Vision y Rachel pudiera destruirla. Mientras tanto, ellos se encargarían de matar a cualquiera que quisiera frustrarles los planes.

A su lado, Lyra le extendió el arma que había llevado entre manos y Odile, dubitativa, la agarró.

—¿Gracias?

—¿En serio pensabas pelear sin un arma?

—Todavía tengo la maldita telepatía que el universo me regaló —bromeó ella y giró la lanza en sus manos, sintiendo el balance del peso entre sus dedos.

Era ligera y al mismo tiempo pesada. Moverla era fácil e intuitivo, tenía el grosor justo para que sostenerla fuera sencillo y dejarla caer fuera complicado. Además, probablemente contara con funciones escondidas, como lo hacía casi toda la tecnología del país.

—Entonces... —habló la francesa nuevamente, buscando distraerse por el mayor tiempo posible con tal de no pensar en lo inevitable—. ¿Ya pensaron en el destino para la luna de miel?

—El Caribe, probablemente. Unos días de paz en la playa antes de regresar a toda la burocracia que será la coronación.

—¿Estás nerviosa?

—No tanto como por esto —dijo Lyra al tiempo que señalaba con un movimiento de cabeza al trío de héroes que regresaban con el resto del ejército.

Juzgando por sus rostros largos y su falta de entusiasmo, la negociación no había salido como lo esperaban. Lo cual no era para nada extraño, los aliens habían llegado demasiado lejos como para rendirse.

Odile irguió la espalda y apretó con fuerza la lanza en su mano, preparándose física y mentalmente para pelear en su primera —y dios lo permita última— invasión alienígena. Si tenía que elegir, prefería mil veces derrocar una conspiración de los nazis en el gobierno estadounidense a tener que estar donde estaba en esos momentos.

✓  RENDEZVOUS ━ steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora