l. the last stand

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Nueva York
Octubre 2023



Había algo casi que gracioso en el hecho de que no pudieran disfrutar de una simple victoria sin sufrir de horribles consecuencias

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Había algo casi que gracioso en el hecho de que no pudieran disfrutar de una simple victoria sin sufrir de horribles consecuencias.

Las instalaciones de los Vengadores habían caído y con ella se habían llevado a todos los individuos que la habitaban en ese momento. Odile había caído piso tras piso detrás del escudo de Steve, el cual la protegió hasta que el suelo la detuvo de forma abrupta, y durante todo ese tiempo no dejaba de pensar en que Sarah y Tyler estaban bien, estaban vivos. Si así era como moría, si la caída la mataba o los escombros la aplastaban, todo estaría bien porque ellos estaban bien.

Pero milagrosamente no murió y en algún momento dejó de caer al vacío. Tenía la vista borrosa, los oídos le zumbaban y tenía un asqueroso gusto cobrizo en su boca, pero estaba viva. Adolorida de pies a cabeza, logró girar su cabeza lo suficiente para ver a Steve unos metros más lejos, inconsciente, aunque respirando. Vivo también.

Toda su familia estaba con vida y, a pesar de haber sido recientemente bombardeados por un enemigo desconocido y estar enterrada bajo toneladas de acero y concreto, Odile se sintió más feliz que nunca pues por primera vez en cinco años las tres personas que más le importaban estaban bien.

Oyó unos pasos acercarse y le llevó unos segundos enfocar su vista en la mancha roja que rápidamente reconoció como Tony Stark. Cuando se agachó junto a ella pudo notar la gran preocupación en su rostro y se preparó mentalmente para lo peor.

—¿Estás bien? ¿Puedes pararte?

—Sí, sí. —Solo para probar que sus palabras eran ciertas, Odile se apoyó en el brazo de Tony para ayudarse a ponerse de pie, sintiendo que el mundo le daba vueltas al hacerlo—. ¿Quién nos ataca?

—Ja, ya verás —rio sarcástico. Luego sacó de un compartimiento en su armadura un pequeño comunicador, de esos que usaban en las batallas, y se lo entregó—. Deberías usarlo.

—No vamos a salir de esta sin pelear, ¿no? —preguntó, al tiempo que se colocaba el aparato en su oído derecho.

—Desgraciadamente, no. Despertemos a tu esposo y los pondré al día.

—Sí sabes que no estamos casados todavía, ¿cierto?

—Creí que hacía años lo habían hecho —admitió Tony y lucía realmente sorprendido.

—Sé que nunca estuvimos en los mejores términos, pero aún así te habría llegado una invitación de haberlo hecho —le aseguró ella—. Y te llegará una cuando lo hagamos.

—Lo esperaré con ansias entonces.

Enseguida que dijo aquello, Tony se acercó a Steve, no sin antes levantar el escudo de donde la francesa lo había tirado.

—Vamos, compañero, despierta —lo llamó, moviéndolo varias veces con su pie hasta que el rubio abrió los ojos de golpe—. Ese es mi amigo. Si pierdes esto de nuevo —añadió señalando el escudo—, me lo quedo.

✓  RENDEZVOUS ━ steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora