xxiv. soon you'll get better

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Nueva York
Mayo, 2015



A Odile no le gustaba despertar en las instalaciones de los Vengadores a las afueras de Nueva York

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A Odile no le gustaba despertar en las instalaciones de los Vengadores a las afueras de Nueva York. No le gustaba tener una habitación sin vida, una maleta tirada en una esquina con sus pocas prendas, un enorme espacio vacío que a veces hasta resultaba frío. No le gustaba que todo fuera blanco y estéril, que lo único colorido fueran las cortinas y el edredón.

Lamentablemente, no había mucho que Odile pudiera hacer para cambiarlo, después de todo estaba allí de invitada. Había llegado luego de la desastrosa batalla de Sokovia y desde entonces no había dejado la edificación, oficiando esta como un agujero legal en el que Odile estaba eximida de todo crimen que había cometido en su vida. Era similar a una prision, excepto que tenía todos sus derechos, le era permitido tener a Milo con ella —quien, de acuerdo con el veterinario al que Steve lo llevó después de llegar, se trataba de una cruza entre Corgi y Golden—, y, por sobre todo, podía ver y hablar con quien quisiera cuando quisiera.

Lo único que no podía hacer era salir o de otra forma, si era vista, terminaría tras las rejas reales.

Odile tanteó la mesa de noche a su lado para mirar la hora. Se suponía que esa mañana recibiría las esperadas noticias de si el gobierno había votado a su favor o no. Tal como lo habían hecho con Natasha Romanoff, el gobierno estadounidense había aceptado darle algún tipo de perdón como agradecimiento por su ayuda tanto en Washington DC en 2014 como en Sokovia una semana atrás. Se suponía que la dejarían en paz con la condición de que no volviera a cometer ningún crimen, por más pequeño que este fuera, o terminaría en una prisión que legalmente no existía.

Era un acuerdo válido y respetable, sobre todo porque Odile no había esperado recibir ninguno en primer lugar, creía que iba a tener que esconderse por el resto de su vida o hacer como Raina quien, después de recuperarse del fuerte golpe que había recibido en Sokovia, anunció que se iría nuevamente con Thor al espacio exterior.

Oh no.

Odile, ahora más despierta que antes, volvió a mirar la fecha y hora en su celular y maldijo. No podía creer que se había olvidado.

Se levantó de un salto y, sin quitarse el pijama —que en realidad se trataba de una camiseta lo suficientemente larga para cubrir lo necesario—, abandonó su habitación y corrió por los pasillos con su pequeño hijo cuadrúpedo tras ella.

—No, no, no, no.

Odile empujó la puerta que llevaba al frente de las instalaciones de los Vengadores y detuvo su queja para agarrarse la cabeza. Frente suyo, un enorme círculo de pasto quemado anunciaba que Thor acababa de irse y con él también lo había hecho Raina, lo que significaba que se había perdido la oportunidad de despedirse de su hermana.

Después de lo sucedido en Sokovia, cuando un edificio se cayó encima de Raina y por poco la mata, Odile se sentía más sobreprotectora con sus hermanas que nunca, y al menos le hubiera gustado despedirse de ella y reasegurarle que estaría allí para cualquier cosa que necesitara, incluso si eso significaba ir a ayudarla al espacio en temas cósmicos que no entendía.

✓  RENDEZVOUS ━ steve rogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora