Elevator:
Bang Chan
Como toda mi rutina de siempre. Volvía de mi trabajo después de haber terminado mi agotadora jornada, trabajar en la droguería es agotador.Mis ojos pegados a la pantalla de mi móvil, revisando los mensajes que mis padres me habían escrito, al igual que los mensajes en el chat grupal de mis amigos. Leí algunos de estos últimos, dándome cuenta de que estaban planeando salir a hacer una fogata. Suspiré al ver cómo me llamaban y me etiquetaban tantas veces para que yo apareciera en el chat.
« Lo siento, chicos. Ya saben, estaba trabajando »
« Me apunto si ese día no tengo turno en la noche 😉 »
Escribí. Al rato, mi teléfono vibró, recibiendo los mensajes del chat grupal.
«ojalá y estés libre en la noche, te extrañamos» comentó Yeji.
Sonreí al leerlo y cómo los demás estaban de acuerdo con ella.
«pide permiso o escápate, si es que tienes turno» Minho escribió.
Rodé mis ojos. Seguí escribiendo mientras que me dirigía a la puerta del ascensor. El ascensor. Tragué saliva al recordarlo. Los nervios no se esperaron en llegar y dominar mi cuerpo, puesto que aquél vecino que vive a dos pisos más arriba de donde vivo; casi siempre llega en el momento en el que voy a entrar al aparato. Miré hacia atrás para ver si estaba o venía por algún lado, pero no.
Las puertas del ascensor se abrieron, pensé que tal vez él estaría ahí, pero de nuevo, no estaba.
Sentí cierta desilusión como también alivio. Puesto que me pongo super nerviosa al estar junto a él en un lugar tan cerrado como éste, no obstante, me encanta su aura dulce y tranquila por más que me ponga los pelos de punta.
Creí que en estos momentos sería como en las películas. Que esa persona llega justo antes de que las puertas del elevador se cierran. Desafortunadamente, eso no me sucedió, ni un alma pasaba por ahí en la planta baja. Presioné el botón 5, donde se encuentra el apartamento que tengo en alquiler.
...
La lista del mercado ya estaba hecha. Saqué a Sussi -mi perrita dalmata- a pasear y a la vez, fui al supermercado a hacer las compras. Error.
No fue una buena idea tener esas grandes bolsas de mercado y a mi pequeña mascota a la vez. Estaba super enredada con tantas bolsas que me dificultaba en caminar y me tocaba que parar y descansar mis brazos. Gracias al cielo que el supermercado queda a media cuadra del edificio.
Agarré de nuevo las bolsas que había dejado en el suelo. Y, para colmo, sentí gotas caer en mi cuerpo y en el pavimento, en donde poco a poco se iba intensificando.
-Menuda suerte la mía.
Y de paso, Sussi corría de un lado a otro, ladrando al sentir las gotas de agua en su cuerpo animal. Con mi mano izquierda tenía la correa de ella, mientras que ésta me jalaba.
A pasos largos y tratando de que nada se me cayera mientras que Sussi corría. Llegamos por fin al edificio. Con casi de dificultad, pude presionar el botón para que el ascensor bajara.
Un suspiro salió de mi nariz. Sin mirar quién estaba a mi lado o al frente, entré.
Ahora el complique es presionar el botón 5. Hice miles de maneras para hacerlo, pero no pude con las bolsas en las manos.
Tonta yo. En vez de dejarlas en el suelo. Rodé los ojos y golpeé mi frente mentalmente al ser tan descabellada. Me agaché y con cuidado puse las bolsas pesadas en el suelo.
-Piso cinco, ¿no? -esa voz. Me tensé al oírlo y, tras tragar saliva asentí. Sus largos dedos presionaron el botón de mi piso.
-Gracias -dije, mirándolo fugazmente. Cuándo había entrado que no me di cuenta. ¿Vio la ridicules que hice? Ay dios, qué vergüenza.
-Cuando llegues, tienes que tomar algo caliente para que no pesques un resfriado. -volvió a hablar. Volteé a verlo y pude mirar cómo éste tenía los ojos puestos en mi pequeña cachorro que estaba a mi lado, callada y temblado del frío. Cuando Sussi tiene mucho frío, no suele ladrar.
-Gracias. Eso haré. Y por cierto, se llama Sussi. -le dije al verlo cómo en su mirada tenía un brillo encantador al verla.
-Un dálmata. Es bonita
-Sí lo es. Y bien loca -agregué con una sonrisa al recordar cómo es mi perra.
Aquél sonidito de cuando el elevador llega al piso indicado, sonó. Se abrieron las puertas y yo me agaché para agarrar de nuevo las bolsas. Pero unas manos me lo impidieron.
-Te ayudo -lo miré sorprendida al ver cómo salía del ascensor. Él se detuvo ahí, esperando a que lo guiara a mi casa. Tragué saliva nerviosa y caminé a la puerta que me correspondía.
De los nervios, casi que no soy capaz de abrir la puerta.
-P-puedes dejar las bolsas aquí. Gracias -señalé el borde de la puerta, en el suelo. El chico guapo me miró en desapruebo
-Déjame y las dejo en algún lugar dentro de tu casa. No sería muy bien visto que alguien deje las cosas en la puerta a alguien que esté ayudando, ¿no, vecina?
-Ahh. Perdona... yo... bueno... es que.. - ¡dios mío, mi lengua se está trabando! ¡no hables, no hables! -. Está bien, entra.
Le di paso y, él al quitarse los zapatos, le presté otras pantuflas que tengo para visitas. Me ayudó a poner las bolsas sobre la isla de la cocina. Menos mal que hice aseo a todo esta mañana.
-¿Quieres algo de tomar? -le ofrecí.
-Creo que es mejor que te vayas a cambiar antes de que te dé un resfriado. ¿Puedo usar tu cocina? Para hacer un té o un chocolate o café.
¿Se está ofreciendo a hacerme algo como eso? Si mi madre supiera de ésto, me jalaría de la orejas y no paparía de gritarme que no deje entrar a desconocidos a mi casa, mucho menos dejarlos solos mientras que yo esté en el baño o algo así. Pero, no sé la razón, pero siento algo como si pudiera confiar en él.
Tiene aire de ser una buena persona.
-Claro. Haz lo que quieras. Arriba en ese cajón está el chocolate, el café y las papeletas de aromáticas. -le dije. El chico asintió.
-por cierto, me llamo Bang Chan -me sonrió y yo asentí.
-Yo soy Song Milhen.
Sussi se fue a su habitación a acostarse mientras que yo me cambié de ropa lo más rápido que pude. Llegué a la cocina y vi como el chico estaba al tanto en el fogón, con una olla y olía a chocolate.
Me paré a una distancia prudente
-Gracias, Bang Chan.
-No hay de qué. Y solo dime Chan, no es necesario el apellido. -respondió dándome una taza con chocolate ya servido. Huele delicioso y sabe de la misma manera.
-Te quedó rico -halagué
-Gracias.
Le sonreí y le di otro sorbo más mientras tenía a aquel chico guapo, vecino, que siempre me lo encontraba en el elevador, frente a mí, tomando una taza de chocolate caliente, hecho por él en mi casa en medio de este frío.
ESTÁS LEYENDO
escens :: skz
RandomOne shot con cada integrante de stray kids. 》Todo es sacado de mi mente 》No permito copias ni adaptaciones 》Nada de escenas explícitas o +18. NO ~Me siento incómoda escribiendo tales escenas pensando en ellos. 》©️