Charcos

320 13 0
                                    

Charcos:
Lee Felix

La fuerte lluvia caía a cántaros en el exterior

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La fuerte lluvia caía a cántaros en el exterior. Mi mirada está puesta fijamente en las gotas caer que se ven a través de la ventana.

Tengo una manta rodear mi cuerpo, sentada en el sofá mientras me ensimismo en un mundo gracias al sonido de la lluvia.

Este clima, para ser sincera, es mi favorito. Porque me hace sentir tranquila, en paz. Oyendo el fuerte chapoteo de las gotas al caer en las superficies, también las luces que aparecen por los rayos y el sonido temible -pero para mí no- de sus truenos.

Apenas son las cuatro de la tarde y parece como si fuesen las seis. Sonrío, enternecida.

–He traído chocolate —Felix me entrega un pocillo con la bebida mencionada. Yo gustosa, lo acepto. Se sienta a mi lado, mirando al mismo lugar donde estoy viendo.

» Al parecer, va a durar mucho tiempo así.

—Mejor.

Él me mira— ¿Tanto te gusta la lluvia?

—Es mi clima favorito, Lix —lo miro, tomando del chocolate.

—Yo soy más del sol.

Sonrío.

» La lluvia puede dañar planes.

Ruedo los ojos— Pero es perfecta para dormir, siendo arrunchados por su canto.

—Muy metafórica de tu parte —se sienta a mi lado, mientras le da un sorbo a su chocolate. Me acomodo mejor, apoyando mi cabeza en su hombro.

Felix, con una sonrisilla, da un casto beso a mi cabeza.

Duramos un largo rato así, ensimismándonos.

La lluvia por su parte, se fue apaciguando poco a poco, hasta que solamente de veía una suave y tranquilizadora llovizna.

Miro al chico a mi lado, quien abre los ojos de golpe, pues al parecer, estaba dormido.

—¿Salimos? —pregunté, entusiasmada.

Lo que más me encanta después de la lluvia, es el frescor que deja después de haber pasado. El suelo mojado, las hojas goteando y la brisa fría que pasa, es encantador.

Felix frunce el ceño, mirándome confundido.

—¿Salir? —asiento— ¿A qué?

—A caminar y sentir el frío que deja la lluvia afuera —al parecer, mi entusiasmo lo contagió, pues suavizó sus facciones.

—Esta bien.

Al escucharlo, me levanto lo más rápido que puedo para hechar a correr a la habitación y agarrar dos sudaderas, una para mí y otra para él. Me la voy poniendo en la camino cuando le tiro la suya. Él ríe.

escens :: skzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora