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En la tina, bajo el agua caliente, me masajeaba los brazos y el cuello que éste estaba doliendo últimamente; sentía mi cuerpo agotado y, tras este baño, mis músculos se destensaron un poco. Solo un poco
Dejé salir un largo respiro y salí, envuelta en la toalla roja. Papá me sonrió antes de que él entrase al cuarto de baño e hiciese su necesidad.
Me dirigí a mi habitación y, desde aquí, escuché el grito de mi padre, diciendo que vaciara la bañera. Ah, claro.
Entré. Sequé las gotas que había en mi cuerpo y después me apliqué las cremas hidratantes que he comprado, tanto para el rostro como para el cuerpo. Masajeé hasta que mi piel absorbiera la crema.
Ya fresca, me eché un poco de perfurme. Este es un fetiche mío en irme a dormir con colonia.
De tantas vueltas, se me olvidó vaciar la tina y me acosté en mi cama para irme a dormir. Desnuda. Sí, así duermo yo, y se siente cómodo y libre.
Mi padre apagó las luces que quedaron prendidas y se encerró en su cuarto, listo para descansar.
Mis parpados empezaron a pesar y sin darme cuenta, ya estaba en un profundo sueño.
Fue tanto, que ni siquiera escuché el timbre de la casa sonar dos veces ni cuando aporrearon la puerta, y ni siquiera, las notificaciones de mensajes de texto. Solo me desperté por el sonido de mi celular al entrar una llamada.
Malhumorada, contesté.
—Aigoo.¿Por qué no me contestas? Yah, ábreme la puerta, porfavorcitooooooo.
Confundida, miré la pantalla y vi su nombre. Gruñí. Por el tono de su voz, me di cuenta que había bebido y lo peor, es que me había llamado ¡a las tres y media de la madrugada!
—¿Qué coño...?
—Oye, cuidado con ese vocabulario.. simplemente ábreme laputa puerta, estoy que me caigo de culo al piso. —rodé los ojos.
Enfadada con él. Me levanté de mi cama de golpe al escuchar que si no le abría ya, tocaría el timbre varias veces seguidas. Si papá se despierta, sería un caos.
Me puse la primera camiseta larga y ancha que encontré y mis panties, obviamente.
Descalza, caminé a pasos largos y ligeros hasta llegar a la puerta principal y abrirla lentamente sin emitir algún ruido.
—¿Qué carajo haces aquí? —le grité en un susurro.
—Primero que todo, hola, estoy mareado pero bien, creo. Y segundo: ¿Por qué estamos susurrando? —habla de la misma manera en la que yo le dije. Bufé
—Me estás jodiendo, ¿no?
—¿Yo? No
—Minho. ¿Qué haces aquí en plena madrugada y... borracho?
