Costura

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Costura:
Han Jisung

El sonido de la máquina de coser reinaba por toda la habitación, siendo la única que se escuchaba

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El sonido de la máquina de coser reinaba por toda la habitación, siendo la única que se escuchaba. En mi mente tarareaba una canción que se me ha estado repitiendo una y otra vez en la cabeza, siendo incapaz de no pensarla.

Corto el hilo cuando terminé de hacer la costura en la tela que estaba formando un hermoso chaleco.

La puerta se abre, mostrando a Han Jisung llegar con el atuendo que le había hecho días atrás, acompañado con un par de chicos amigos suyos; y clientes míos. Sonrío encantada al verlos.

—¡Noona! —Jeongin llega a mí con una emoción que me hace sonreír fascinada.

—Innie —le di un corto abrazo, levantándome de mi asiento—. Hola, chicos —muevo mi mano de un lado a otro, teniendo a mi lado al menor de todos los presentes.

—Saludas primero a este pan que a mí —el castaño hace un puchero. Ruedo los ojos, extendiendo mi mano para apretarle la mejilla regordeta. Se queja, apartándose de mí.

—¿Está listo mi pedido, Chaering- noona? 

Asiento, apartándome del menor y más alto para ir a por el pedido de Felix. Llego a un estante, sacando de allí una caja con el atuendo perfectamente doblado. Se lo entrego al rubio, que al instante, recibí su agradecimiento.

—Nosotros nos iremos, ¿vienes, Han? —el mencionado responde que después de hablar conmigo.

Mientras se despiden, vuelvo a sentarme en mi silla para buscar algunos hilos y colocarlos en la máquina de coser.

—¿Mi camisa está lista?

—Jisung. Sabes que apenas la comencé a hacer. Tengo bastante trabajo...

El mencionado suspira, apoyando su trasero en la mesa donde me encuentro.

—Se sabe que eres una buena costurera, ¿y si trabajas solo para mí?

Río, negando con mi cabeza; divertida de esta situación.

—Me encantaría, pero solo contigo no me alcanzaría para pagar el arriendo, comer y cuidar a momo —mi perrito bonito. Han vuelve a suspirar, dramático.

—Que mal. Pero, cambiando de tema, debes de tomar descanso y no estar metida mucho tiempo aquí —mira mi estudio, lleno de telas, hilos, metros y maniquís.

—No prometo nada. Ahora vete que tus amigos te esperan. Te llamaré cuando tenga tu camisa lista —le guiño un ojo, donde Han sonríe coqueto, encantado de tal gesto.

Mas sin embargo, lo que jamás esperé fue que me diera un beso fugaz en la mejilla y salir casi corriendo por la puerta y desaparecer después de cerrarla. Cabe decir que sentí mi cuerpo temblar gracias a los acelerados y caóticos latidos de mi corazón juntado con los nervios que me alborotó aquel castaño con apariencia de ardilla.

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