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Las piernas me arden como si hubiese echado alcohol puro a una herida. Mi respiración es todo un desastre.
Mis brazos lleno de cortes gracias a los azotes de las ramas golpear mi cuerpo.
Mi vestido de tela de araña estaba hecho un completo esparadrapo, con decenas de cortes que parecía vestida como un vagabundo. No, y eso que ellos se visten mejor a comparación como estoy ahora.
Tomo una gigantesca bocana de aire cuando veo el río frente a mí. Miro a los lados a ver si hay alguna otra forma de pasarlo pero no, no la hay.
A lo lejos, escucho los gritos de los cazadores siguiéndome y, un fuerte rugido, la cosa por la cual ando escapando.
Uno de los tantos monstruos del bosque se le dio por perseguirme y todo por un descuido de mi parte al haberme chocado con él; puesto que a escondidas, escapé del pueblo para unirme a los cazadores. Sí, soy una de ellas pero al ser mujer no tenemos tales privilegios como los hombres al cazar monstruos y dragones de un nivel mucho más monstruosos y terroríficos.
Las mujeres en cambio, cazamos crías o monstruos no tan agresivos. ¡Es una injusticia!
Pero por ahora, que ando desarmada, lo que tengo qur hacer es huír por mi vida. Y prepararme para un castigo fuerte cuando vuelva a la aldea y estar frente al rey.
Tras dar un fuerte trago de saliva, paso el río, luchando con la corriente para pasar al otro lado casi ahogada. Toso.
Me levanto y vuelvo a correr, sintiendo las fuerzas disminuir.
El alarido del monstruo se vuelve a escuchar, ahora mucho más cerca. Mierda.
Frente a mí, árboles se atraviesan como rivales; y flores salvajes se mueven con el viento que anteriormente no existía.
Está aquí.
Oh, no.
Me tiro al suelo cuando siento el fuertísimo impacto de un choque al aterrizar en tierra firme. El bosque a mi alrededor se mueve, y varios árboles frágiles se caen.
Me arrastro entre la hierva para alcanzar por lo menos a esconderme, pero el fuerte resoplido me congela; pues cayó todo encima de mí.
Giro mi cabeza para ver sobre mi hombro, encontrando al rocmalethor; nombre del tipo de monstruo que es.
Sus dientes afilados y llenos de veneno me sonríen, ansiando comerme.
Pero no, no me daré por vencida. A pesar del miedo que lo detiene, no moriré.
Me levanto como puedo y camino hacia atrás, sin darle la espalda. Entre más pasos doy, este se acerca y, en un momento inesperado se lanza hacia mí pero me tiro a un lado gracias al acto reflejo.