DJ

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Dj:
Han Jisung

Dj:Han Jisung

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Menuda tarde.

Grité sobre mi almohada, ahogando el sonido por la misma. El día de hoy no fue como yo lo espera. Estaba enojada, muy enojada y más que todo al saber lo que estaba haciendo mi casi novio. Sí, no teníamos un titulo que hicieran creer que eramos pareja. Simplemente de vez en cuando nos besábamos y ya está.

Según él, quería algo conmigo mucho más que simples besos; y yo, estaba de acuerdo. Pero hoy, me hizo retractar mi desición.

Esa acción, esos gestos y sus palabras fueron como flechas a mi pecho y dolían como nunca. Frustrada, empecé a maldecir mi ingenuidad, su idiotez y todo lo que pasó en ambos.

Hyesun, una de mis mejores amigas, amante de las fiestas, me invitó a una esta noche. Cosa que acepté, necesitaba distraerme y no pensar en él, de igual, no éramos nada. O eso creía yo.

La noche llegó y con eso, un vestido corto que dejaba ver mis largas piernas. Nada de escotes, porque no me gustan.

Mi maquillaje estaba en su punto perfecto, un peinado sencillo pero a la vez sensual. Estaba más que lista solo para distraerme.

Hyesun llegó a por mí y nos fuimos en su coche a la discoteca que más le encanta.

Sin dudas, mi amiga tenía razón. Esta disco es de locos y me encanta. Todo aquí es fascinante. El dj sabía mezclar los ritmos y eso era lo que provocaba más ánimo en esta fiesta -para mí-. Mis ojos cayeron en ese hombre, el que estaba hablando con el DJ.

Es casi de la misma estatura, pero es más delgado que el hombre quien mezcla a la perfección la música. Hyesun siguió mi mirada

-Se llama Han -habló mi amiga-, eso es lo que dicen todo el mundo. Él, el DJ y otro, hacen que esta discoteca sea interesante, saben hacer su trabajo de DJ's

-¿Él también lo es?- la pelicorta asintió

-Me llama más la atención el chico que lastimosamente no está. Si hablas con él- señaló al llamado Han -, es de pura suerte, nena.

-¿Por qué?

Me miró con obviedad- Pues porque es popular aquí y muchas chicas mueren por hablar con él. Algunas quieren algo más que simple palabras -susurró, agotada-. Es por eso que no suele hablar con nadie de aquí, a parte del personal, claro.

-¿Y si habla con alguien que no sean ellos?

-Pues simple, es porque le llamó la atención. Listo

Moví mi cabeza, volteándolo a mirar. Han, DJ, guapo y talentoso. Suspiré y aparté mi mirada de él por un largo rato; pero mis ojos son traicioneros y no dejaban de verlo por más que quería hacerlo.

Tiene una aura ostentosa que llama mucho la atención, pero más que todo, su rostro con mejillas gorditas. Es muy lindo. Sonreí inconscientemente.

Me tomó desprevenida cuando nuestras miradas chocaron -eso fue lo que creí-, sentí la vergüenza en mi cara pero no aparté la mirada. Pero luego, me analicé y pareciera como si fuese una idiota viéndolo, así que aparté mi vista, mirando a otro lado mientras bebía de mi copa.

Era y es imposible de que me mirase directamente a los ojos, tanta multitud en este lugar para compartir miradas es imposible. Me mantuve serena, evitando pensar en algo que es más probable que no sucedió. Tal vez él miraba detrás de mí o un lado o siquiera a las personas frente a mí.

Me levanté de mi asiento y caminé al baño, no sin antes avisarle a mi amiga, quien seguía buscando a ese hombre que le llama mucho la atención.

Mojé mis manos y las sacudí, para sacar el resto de agua. Lastimosamente no había papel para secar las manos y las máquinas de aire estaban dañadas.

Al salir, simplemente me dirigí a una puerta que llamó mi curiosidad. No tenía algún aviso de paso restringido o, solo personal. Nada. Así que giré la manija y entré.

Prendí la luz y allí se encontraba una pequeña tableta con cuadros en el medio de la habitación encima de un escritorio, una silla con roachines frente a ella.

Caminé y pude ver que era una launchpad. Abrí mi boca sorprendida que a la par emocionada.

Miré la puerta cerrada y, me senté en la silla. Encendiendo la launchpad, para luego tocar sus teclas y escuchar los sonidos de cada una. Cerré mis ojos y dejé que la música y el ritmo recorriera mis venas, para después crear ritmos.

Estaba concentrada en ello que no me di cuenta de que alguien estaba parado en la puerta, con su espalda pegada a ésta y sus brazos cruzados sobre su pecho; mirándome en silencio.

Al darme cuenta de su presencia, me levanté abruptamente de la silla que por poco hago caer el aparato electrónico del escritorio por mis movimientos bruscos. La silla, por sus ruedas, se alejó bastante. Tragué saliva nerviosa.

Pedí varias veces perdón, intentando excusarme. Pero, al ver el rostro sonriente del chico frente a mí, me callé.

-Tienes buen ritmo- habló. Tragué en seco -. ¿Desde cuándo tocas?- preguntó, señalando con su barbilla la launchpad frente a mí.

-Desde siempre -eso si es cierto. Han ensanchó su sonrisa

-Eso es bueno. No he visto muchas mujeres tocar una con buenos ritmos- habló, acercándose más -. Tienes talento

-Gracias- susurré, nerviosa. Literalmente este ha sido y es uno de mis secretos que nadie más sabe. No sé porqué pero, me da algo de nervios que otra persona se entere. Pero ahora, descubierta, no puedo dejar de temblar.

-¿Has hecho algo como para demostrar ese talento? -negué. Y por su mirada, supe que quería saber una razón

-Simplemente me da miedo a que no salga bien. No me considero buena

-Ohh no. Mira, no te conozco ni tú a mí ¿verdad?- asentí- Y este desconocido te dice que tiene talento cuando él trabaja y hace música. Tómalo como un halago y animo para seguir y demostrar lo buena que eres.

Mordí mi labio inferior y volví a mirar la launchpad, con la yema de mis dedos la toqué.

-Perdón por entrar aquí. No vi un aviso que estaba prohibido - cambié de tema, lista para irme -. Y... gracias por tu halago - rodeé el escritorio para caminar y pasar por su lado.

-Soy Han- habló

-Eso lo sé. Ya me lo dijeron- con una sonrisa apenada, lo miré.

-Pero no te dijeron mi nombre, ¿o sí?- negue-. Vale... soy Han Jisung. Mucho gusto- extendió su mano hacia mí. Me ¿dijo su nombre? Un tanto sorprendida agarré su mano, estrechándola con la mía.

-Soy Soo Jungjae- sonreí. Él devolvió el gesto -, si me permites... creo que yo...

-¿Puedo darte mi número?- casi me atraganté con mi saliva. Avergonzada comencé a negar, no era necesario -. Entonces... dame el tuyo -sugirió. Sentí mis mejillas calientes -. Solo quiero quedar contigo un día y... hacer música

Lo miré y, al ver sus ojos brillar, acepté. Intercambiamos números y esta vez, sí me fui.

En definitivo, esta noche fue la mejor que tuve en mi vida.

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escens :: skzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora