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El clima está de maravilla. Un sol brillando en su resplandor en el cielo. El color azul claro y las nubes blancas y gordetas se movían lentamente por el suave aire.
Jeongin había aceptado salir a caminar conmigo esta tarde. Suponía yo, que iba ser fresca y apta para ir a caminar y tomar algún batido en una cafetería al aire libre.
Me terminé de arreglar mi trenza y me puse los converse del estilo que Jeongin casi siempre usa. Hace unas semanas atrás, él me los dio como regalo de cumpleaños, según él, para calzar lo mismo cuando salgamos juntos a un lugar.
Le escribí por mensaje de texto, recordando el lugar donde habíamos acordado para encontrarnos.
Y, después de ver las dos líneas; agarré las llaves de mi casa y salí de ésta. Cerrando la puerta con llave.
Con una sonrisa, brillante como el sol de ahora, caminaba mirando al rededor y saludando de vez en cuando a otras personas.
Cuando estuve frente al almacén de instrumentos, el chico al cual había concordado en salir, no estaba. Tal vez se le quedaron las llaves dentro y estaría metiéndose por una ventana abierta.
Reí al recordar esa noche que habíamos ido a la bolera y, cuando regresamos a su casa, no tenía las llaves dentro de ninguno de sus bosillos. Casi llora de frustración al no saber qué hacer, y por ser olvidadiso. Recuerdo que caminaba de un lado a otro, revolviendo su cabello en el proceso.
Tras una opinión mía, en averiguar si había alguna ventana estuviese abierta, para que entrara por ella y abriera la puerta. Y así fue; cada uno nos dividimos por cada lado de la casa, y, por suerte, la ventana del comedor estaba medio asegurada, donde se pudo abrirla con varios empujes.
El pelinegro entró por ésta para abrir la puerta. Pero resultó que el más tonto solo buscó las llaves y salió nuevamente por la ventana. Confundida por tal acción, lo seguí y vi que metió las llaves que había sacado dentro de la casa a la cerradura de la puerta; para luego abrirla.
Al poco tiempo, mi amigo por fin aparece. Tenía su cabello revuelto y la respiración hecha un desastre. De seguro vendría corriendo.
—Perdona. No encontraba las llaves —avergonzado, sonrió inocente mientras que con sus manos las pasaba por su cabello, acomodándolo—. ¿Nos vamos?
Asentí y empezamos camino, pero, lo que no me había fijado en él, minutos después fue que en su mano traía un paraguas.
—¿Por qué traes un paraguas? —pregunté muy confusa. Pues, el sol no estaba picante como para taparlo con la sombra de ésta.
—Según el clima, dice que hoy lloverá —respondió con calma mirando el cielo.
Lo dudé, porque de verdad que el sol brillaba y no había ninguna pizca de nube oscura.
De igual manera, fuimos a donde dijimos. Bebimos el batido que por su puesto, él gastó, solo por haber llegado tarde.
Le contaba a mi amigo mis ideas y sueños, y él contándome los suyos. Así duramos tanto rato que hasta incluso, nos dio hambre y en este preciso momento, estamos comiendo; él bolitas dulces y yo palillos de chocolate.
Acabamos de salir de la caseta de chucherías para luego de unos par de pasos, poco a poco gotas de agua fueron cayendo; pero aun así, el cielo seguía brillando.
No le dimos mucha importancia, pensando que tal vez sería una pequeña llovizna. Pero cuando llegamos a la acera, donde no había ni siquiera una casa con el techo sobre saliendo, fue que la lluvia empezó a dar fuerza y el cielo oscurecerse.
Jeongin bregó para abrir el paraguas, puesto que éste no le quería abrir. Ambos bajo la sombrilla, temblábamos. Puesto que por culpa del agua que nos mojó y el frío que esta haciendo -mas la corta ropa con la que cargo-, nos tiene con un helaje que solamente quiero llegar a casa y tomar chocolate caliente.
Llegamos a un pequeño parque rodeado de árboles; pero como si el clima estuviese en contra nuestro, el fuerte aire que pasó, hizo que la sombrilla se fuera para atrás y se resbalara de las manos del más alto.
Él, consternado, caminó deprisa hasta donde estaba la sombrilla boca arriba, la agarró, mientras que yo seguía temblando de frío y siendo mojada por la lluvia.
Jeongin volvió corriendo y, poniendo la sombrilla encima mío, sentí como una cantidad de agua caía sobre mi cuerpo ya mojado. El chico, sonrió apenado por tal acción y apartó la sombrilla.
—Yo... uhmm.... este...
No aguanté más y reí por su intento de demostrar inocencia y la timidez que lo forró. Jeongin me miró extrañado pero luego rio conmigo, en medio de la lluvia.
—¿Sabes? Creo que ya ni necesitamos ésto —señalé el paraguas, quitándoselo de sus manos. Jeongin me miró con el ceño fruncido— yah, I.N. tanto tú como yo, estamos empapados, ¿para qué un paraguas cuando ya mojados estamos?
El chico a mi lado rio ante aquello. De igual manera, es verdad. Porque la función del paraguas es para evitar que nos mojemos; pero si ya estamos mojados, ¿qué necesidad tenemos en seguir usándolo?
Con la sombrilla en mano, recogida. Seguimos caminando bajo la lluvia hasta llegar a la casa del pelinegro. Puesto que esta misma se encontraba más cerca que la mía.
Jeongin me prestó varias de sus prendas, para que yo pudiera estar más cómoda y que la ropa mojada no me diera una gripe.
Él se duchó primero y se dirigió a la cocina cuando fue mi turno en ir al cuarto de baño. Al salir de ahí, con la camiseta de él que me llegan un poquito más arriba de las rodillas y unos pantalones que sobre pasan éstas mismas. Me veo rara, pero me siento cómoda.
Cuando llegué a la cocina. Lo encontré sirviendo dos tazas de té.
—No tengo chocolate —dice al verme.
—No pasa nada, lo importante es que tomemos algo calentito —digo, sentándome en una de las sillas, frente a él.
Mi amigo busca en los estantes algunas galletas para ir comiendo con el té.
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Autora al habla:
Ahg. Me molesta el hecho de que el separador que hice se la baje la calidad, se vuelva negro o queda la imagen de i.n manchada. Agarradme las manos que estoy que me jalo los pelos con wattpad.
¡Pinche página que daña el gif!
Y no se imaginan las veces que lo he borrador y vuelto hacer. Qué coraje, pta.
Para bajarme la calentura de la rabia, espero que les haya gusto este one-shot y les esté gustando todo en general.
