Asesinato, desaparición, fue todo tan rápido, todos los cargos fueron puestos sobre la mesa, cuando quise reaccionar, ella era detenida, junto con unos compañeros de la universidad, todos estábamos estáticos, nadie me preparó para ello.
Entendía claramente las circunstancias en las que Otabek se fue, pero dentro de todo ello, sabía bien, que no había sospechosos, no había nadie claro para ello, pero ahora el rostro de quien nos lo arrebató, tenía el rostro de Diana.
La conocí una tarde de verano, en un centro nocturno, con una mini falda y un top que la hacía lucir increíble, me acerqué a ella, pidiéndole bailar, ella tenía también un rostro hermoso, con una sonrisa coqueta que adornaba su cara, ahora todo aquello me parecía una mala broma.
Estuve a su lado, pensar en que ella hubiera tenido algo que ver, parecía ser una pésima broma, los abogados de su familia llegaron, el escándalo se desató, no había móvil, para creerlos sospechosos.
En esos días en los que ella estuvo detenida, sentí lo que era la soledad, lo que era la tristeza y angustia, fueron los momentos más difíciles de mi vida.
Una vez alguien me dijo, que somos maestros del engaño, somos nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro propio infierno, y yo.... Entre al mío, a un infierno llamado autodescubrimiento, a un infierno, donde me di cuenta de mis verdaderos sentimientos.
La sudadera que me llevé estaba en mi guarda ropa, perfectamente colocada para verla desde mi cama, y su recuerdo, estaba tan fresco como el primer día.
Cerraba mis ojos y estaba el, caminaba por las calles de la ciudad, todo estaba lleno de él, desde cuando mi mundo eras tu?.
Su ausencia pesaba, su recuerdo dolía, me di cuenta que después de todo, lo conocía de verdad, conocía a un Otabek Altin que nadie conoció.
Sabía que le gustaban las hamburguesas hawaianas, que les quitaba la piña para comerla aparte, aunque sonara ridículo, siempre que había un nuevo sabor de bebida en la cafetería, el lo pediría, por el firme propósito de tomar algo nuevo, los sabores raros eran lo suyo, entendí que pedía doble ración de papas, porque sabía que me las comería por el, las pedía porque eran mis favoritas, y entendí, que hay diferentes formas de amar, el me amó demasiado.
Aquel perfume caro que siempre estaba en su ropa, se convirtió en la mayor tortura de mi existencia, caminar sin rumbo en la manera triste que tenía, para tratar de sacar el dolor de mi corazón, varias veces regresé a aquel puente, donde el se fue, hablaba al viento, le platicaba todo y siempre decía no sabes cuanto te extraño.
Lo extrañaba tanto, extrañaba su risa nada escandalosa, su sarcasmo, extrañaba su sonrisa de medio lado, extrañaba sus bromas que no eran nada pesadas, extrañaba todo el conjunto de imperfecciones que era el.
Caminaba por la avenida principal, cuando aquel aroma llegó a mi, como si mi vida dependiera de ello, di la medía vuelta buscando al dueño de ese perfume, lo sé, aquello es tonto, es un perfume caro, dentro de los más recomendados y aunque sabía que Otabek no era el único que podía usarlo, no podía dejar de esperar que al final de la esencia el estuviera dandome una sonrisa.
En cada chico con uniforme deportivo, lo buscaba a él, eso comenzó a inquietarme, comenzó a ser tan pesado que era una forma más, en la que la vida me torturaba por ello.
Miraba su fotografía, la última que nos tomábamos, cuando la llamada de la madre de Diana llegó, los reclamos por abandonar a su hija en un momento tan delicado no se hicieron esperar y lo comprendí, ella no estaba dentro de mis preocupaciones, ella no figuraba en mi vida.
No comía lo suficiente, era un ente andante que estaba enojado con la vida, un ser a la mitad, estaba enojado todo el tiempo, me hundía en pensamientos tontos llenos de él, era estúpido, por qué tenía que perderte para entender, lo que sentía?.
Recordé aquel momento donde supe que las niñas no tenían nada malo, aquella niña que me gustaba bailaba en aquellos festivales, su imagen era atrayente, pero algo más llamó mi atención, los gritos de varios alumnos se escucharon, el torneo de basquetbol, estaba al lado, di varios pasos dejando de lado, a aquella niña con cabello rizado que bailaba una canción de shakira.
El estaba liderando el partido, se hacía paso a través de todos, parecía una clase de actor famoso, corría grandes distancias y saltaba seguro cuando encestaba, todos lo rodeaban aplaudían sus logros y yo estaba al final, con una sonrisa aplaudiendo eufórico, el era mi héroe, pero ahora, esa admiración que sentía de niño, de verdad era solo admiración?.
Ahora que el no está, ahora que el se fue para siempre, ahora que la vida se lo ha llevado, me siento más perdido que nunca, siento que mi corazón está roto, siento que la vida misma se ha quedado en pausa, el me enseñó tantas cosas, me enseñó que la amistad puede ser para siempre, me enseñó que no era el tipo egoísta que creí, pero no me enseñó a seguir sin él, no me enseñó a no soñarlo, no me enseñó a entender que lo quería.
Amor... Lo amaba... Soy un idiota... Que se ha dado cuenta que lo amaba demasiado tarde.
Lo sé, es ilógico, es estúpido, pero lo entendí, entendí mis sentimientos cuando no dejé de soñar con él, cuando comprendí que sólo te grabas el nombre de un perfume, cuando quien lo usa es importante para ti, entendí que me grabé sus gustos, sus canciones favoritas porque amaba verlo feliz al escucharlas, entendí que lo amaba, cuando moría por escuchar su voz, por ver su sonrisa, ahora entiendo porque cuando desapareció, su sonrisa de medio lado estaba presente, ahora entendía porque me enojó ver su rostro así, porque tenía rabia porque el no sonreiria de ese modo en el cielo, era porque amaba su sonrisa, era porque de todas sus expresiones era la única que tenía grabada en mi retina, entendí que mi dolor era por el duelo, el duelo de perder a la persona que amo.
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Ojalá Pudiera Verte
FanfictionYuri Plisetsky busca desesperado a su gran amigo, lo último que recuerda, es ver su espalda alejarse de él, a veces la vida te cambia en un solo instante, a veces te das cuenta de lo más importante, cuando es demasiado tarde, podrá tener otra oportu...