El día nuevo inició, el sol estaba en su punto máximo, había despertado sintiendo mi cuerpo aún más adolorido que dias anteriores, mis pasos me guiaron al hospital de nuevo, la visita comenzó siendo el medio día, fui el primero en entrar.
El escenario era el mismo, estaba dormido, no tenía sedacion parecía que el tiempo se había detenido para ambos, el estaba totalmente congelado en el limbo de su gravedad y yo congelado en las cosas que pude haber hecho diferentes.
Pensaba en las distintas cosas que pude haber evitado, en todas esas cosas que dejé pasar, en los diversos decenlaces que pude haber conseguido, pero aunque mi mente me ponía una infinita gama de posibilidades, no podía regresar el tiempo.
El olor a hospital, comenzaba a hartarme, olía a cloro, a veces a alcohol, incluso pude jurar que olía a muerte, en estos días en donde el seguía en terapia intensiva, los demás cubículos cambiaban de pacientes, algunos se iban de alta a piso, otros cuantos por defunción, todo avanzaba menos el, mucho menos yo.
Incluso sus padres parecían más unidos que nunca y puedo jurar que un amor más sólido comenzó a crecer entre los dos, las competencias que el tanto perseguía continuaban, todos seguían tomando clases en mi universidad, incluso la causante de todo esto, seguía de fiesta en fiesta en lugares de mala muerte en la zona rosa, como si nada pasara.
En cuanto la visita terminó su médico a cargo nos llamó para darnos informes, junto a él una mujer hermosa con unos bellos ojos azules, su cabello rojo sobresalía con aquel traje sastre hecho a la medida que llevaba puesto, que era del mismo color que sus ojos, se presentó como Mila Babicheva, tanatologa del hospital.
En cuanto supe a que se dedicaba, las lágrimas comenzaron a inundar mis ojos, había escuchado muchas veces lo que era un tanatologo, era un profesional que se encargaba de llevar los procesos de los pacientes y familiares referente a generalmente la muerte o una enfermedad terminal.
Sabía quién era una tanatologa, había conocido una igual cuando mis padres murieron, una mujer igual a ella trató muchas veces de hacernos llevar el duelo de la forma menos dolorosa posible, saber que tenía otra mujer parecida frente a mi, me hacía sentir en una especie de deja vu, o mala broma.
Me hice a un lado, bajé la cabeza pidiendo a la vida que estuviera aún dormido, pero nada de eso pasaba, su médico suspiró antes de dar los informes - Lamento mucho decirles esto, pero ya han pasado más de 24 horas y el paciente sigue dormido, es imposible para nosotros dar un panorama positivo, su cuerpo ya debió haber eliminado el medicamento, debió de haber despertado desde hace horas, lamento decirles que se ha hecho todo lo humanamente posible, al no haber avances creo que es momento de hablar sobre la posibilidad de que el no despierte jamás.
Su madre soltó un sollozo, su esposo la sostuvo para que no se dejara caer al piso, pero yo, no tenía quien me sostuviera, me recargue en la pared color claro del lugar, las lágrimas bajaban por mis ojos de forma silenciosa.
Dejé de escuchar, a mi llegaban en cámara lenta su forma de reír, su voz grave que me llamaba, era una tortura entender que aquello no volvería jamás.
El médico hablaba bajo, era un hombre alto con unos ojos verdes que nos miraban con compasión, le daba palmadas de apoyo a los padres de Otabek, trataba de ser empatico con el dolor - le haremos un estudio, un estudio especial para ver la actividad cerebral, lamento decirles que si no hay actividad, debemos considerarlo como una muerte cerebral, lamento tanto darles esta noticia - fue lo que añadió.
Aquella pelirroja nos hablaba con seriedad, nos hablaba de incluso la posibilidad de donar sus órganos, de considerar que la pérdida de Otabek fuera una nueva oportunidad de vida para alguien más.
La muerte más clara es el olvido, yo me resistía a ello, después de una platica tratando de darnos luz en este momento de oscuridad, vimos a un médico ponerle cables a la cabeza de Otabek.
Los ponía alrededor de su cráneo, buscando analizar si aún su cerebro tenía actividad eléctrica, sus padres no se soltaban, tomaban sus manos temiendo lo peor, sequé mis lágrimas, mis ojos se posicionaron en aquel médico, como si buscara que el lo curara por completo, cuando estaba más que seguro que solo era un estudio más que no cambiaría nada, solo certificaria que no hay nada que hacer.
Después de unos minutos que parecían ser horas, después de que aquel aparato no dejara de sacar hojas en blanco, descubrieron que estaba averiado, suspiré trate de ser positivo, no todo había acabado, aún tenía esperanzas que el se pusiera de pie.
Las hojas en blanco varias veces nos hicieron sentir que bajábamos al infierno, en nuestra ignorancia verla en blanco significaba que no había actividad cerebral, pero saber que estaba averiado nos había hecho tener un poco de fe.
La máquina trataría de ser arreglada en las próximas horas, mientras los médicos encargados de la procuracion de órganos, venían a nosotros como aves carroñeras, como buitres no importando nuestro dolor, lo se, hablo desde mi tragedia.
Se que quizá para ellos, conservar los órganos que pueden salvar a más vidas debe ser una prioridad, pero en estos momentos no podía odiarlos más.
La hora de visita concluyó, había faltado varios días a la universidad, no tenía cabeza para nada, mis tíos me aconsejaron solicitar una baja temporal, agradecí su apoyo, agradecí que no me dejaran solo, agradecí tenerlos en mi vida.
La universidad parecía más grande que otros días, los compañeros me dedicaban varias miradas, algunas acusatorias, otras llenas de morbo y cuestionamientos, jamás me pareció tan real el hecho de que la gente hace fiesta sobre la desgracia ajena.
Di varios pasos, haciendo los trámites correspondientes, nadie se me acercaba, solo murmuraban y cuando pensaba que no podía ser peor, una risa escandalosa llamó mi atención con una mini falda, y una blusa que no dejaba nada a la imaginación, la culpable de todo sonreía para mí - Yuri querido, lamento tanto tu situación, tu perdida es la mía.
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Ojalá Pudiera Verte
FanficYuri Plisetsky busca desesperado a su gran amigo, lo último que recuerda, es ver su espalda alejarse de él, a veces la vida te cambia en un solo instante, a veces te das cuenta de lo más importante, cuando es demasiado tarde, podrá tener otra oportu...