Capítulo 31

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El detective salió de mi casa, prometiendo volver con nuevas pruebas, cuando miré aquel auto rojo, con flamas en los costados parado frente a mi puerta, con una chica con una sonrisa sarcástica de copiloto, su sonrisa me daba náuseas, quería ir a ella y ahorcarla hasta que la verdad, de todas sus mentiras saliera a flote en lugar de ello, solo mantuve mi mirada con la de ella, no dejándome intimidar.

Diana bajó del auto, con una minifalda rosa que hacía ver sus contorneadas piernas aún más atractivas, ocultó su sonrisa de satisfacción, querido lucir un poco afectada por los últimos acontecimientos.

No había cruzado palabra con ella en todos estos días, no me sentía aún preparado para ello.

Tocó mi hombro buscando una manera de tener un contacto más intimo conmigo - he sabido lo que le pasó a Otabek, lo siento tanto, es una tragedia para la ciudad.

- Deja de fingir quieres, se que debes estar realmente feliz por lo que le pasa, deja de fingir ya se bien la clase de persona que eres - le dije.

- Vaya mierda!, solo trato de ser amable, no es para que me hables de esa forma!, yo no tengo la culpa de que Otabek sea tan presuntuoso que se ganó enemigos.

- Tienes razón, tu no tienes la culpa de que Otabek me defendiera tanto para hacerte enojar, esa fue la razón por la que hiciste esto verdad?, no creas que no los vi aquella noche, quizá la policía no tenga pruebas, pero no descansaré hasta aplastarte como una cucaracha bajo mi zapato.

- La violencia de género que estas ocasionandome, fue lo mismo que hizo Otabek, deberías aprender a guardar silencio, no quieres meterte en problemas.

- Si piensas que tus amenazas me atemorizan estas mal querida Diana, solo eres una mujer podrida que caerá tarde que temprano.

- Guarda tus malas palabras querido, puedo decirle a mis amigos la clase de persona que eres.

- No me das miedo.

- Mira Yuri - ella se acercó a mí, hablándome al oído, podía sentir su aliento caliente, chocar con mi cuello, haciéndome sentir rechazo casi instantáneo - puedo hacer que mi lengua se suelte y hablar de más, que escándalo sería que el ganador de medallas, el hombre tan admirado por todos sea un asqueroso gay.

- Claro, habla... Que sepan que la hermosa mujer que eres, fue cambiada por un hombre, que gran golpe a tu ego.

- No trates de hacerte el listo conmigo Yuri, más te convendría tenerme de amiga.

- Y tu no trates de hacerme pensar que tienes todo el poder en las manos, no lo tienes, es más que obvio que no, algún error vas a cometer y te juro querida que seré el primero en ser feliz por ello.

- No me hagas hablar.

- Se que eres lo suficientemente sensata para entender que si hablas te pondrás en la mira - me sonrió, se dio la media vuelta y fingió que su caminar demostraba que era segura de sí misma, el celular en mi pantalón comenzó a vibrar, el número en la pantalla era el de la madre de Otabek, no dude en tomar la llamada.

El miedo estaba desbordandose, el corazón parecía latir tan fuerte que parecía que se había subido a mis oídos, quería vómitar y sentí que mis pies no tocaban el suelo, un simple "ven al hospital" fue lo único que me dijo.

Su falta de información me hizo suponer tantas cosas que el peor escenario posible, era el único que esperaba.

Los minutos se hicieron eternos, corrí a el deseoso de que mis miedos fueran infundados, en cuanto llegué a la sala de cuidados intensivos, su madre tenía una rosario en la mano, volteó a verme con nerviosismo - van a quitarle la sedacion Yuri, tratarán de hacerlo despertar, los médicos dicen que es momento, quería que tu fueras de las primeras cosas que vieran sus ojos.

Negué nervioso, habían pasado varios días sin avance alguno, pero aquella noticia me tomó por sorpresa - pensé que esto no pasaría.

- Le hicieron estudios esta mañana, su cerebro está listo para hacerlo despertar, en cuanto la sedacion se elimine de su sistema, el va a abrir los ojos.

Arañe mis brazos, pensando que quizá era un sueño, cuando el médico nos llamó con premura, pasamos aquel enorme pasillo que nos llevaba a su cubículo, los sonidos de su monitor eran fuertes, varios pitidos constantes de alarmas que me hacían temblar de miedo.

Nos paramos al lado de su cama esperando el milagro de ver sus ojos abrirse, sus padres se abrazaban como muestra de apoyo, mientras yo luchaba para mantenerme en pie porque parecía que mis piernas se debilitaban para hacerme caer.

Unos minutos se convirtieron en una hora, una hora esperando que despertara, el médico negó con la cabeza - debería haber despertado ya, es joven su sistema debió eliminar el medicamento, entre más tiempo pase sin abrir los ojos, peor será su pronóstico.

Su madre que al principio lucía segura, buscaba los brazos de su pareja, mientras yo no tenía en quien sostenerme, salimos de él hospital, siendo ya las 10 de la noche, 8 horas después de que le quitaran el medicamento que lo mantenía dormido, sin haber obtenido resultado positivo.

En cuanto llegué a casa las lágrimas bajaron de mis ojos, quería gritar con pena y tristeza, pero me contuve en cuanto vi el auto de mis tíos, deberían estar dormidos, traté de que mis pasos no fueran pesados, sin embargo un auto estaba estacionado, podía reconocer al piloto.

El comandante Giacometti bajó del auto, su semblante mostraba seriedad y seguridad - joven Yuri, lamento la hora, pero creo que usted debía saber las buenas noticias antes que nadie, encontramos una grabación de una cámara de un centro comercial, donde se ve claramente a su ex pareja subir al auto con varios chicos, casualmente el auto estuvo en un taller de la ciudad varios días por una abolladura, cabe mencionar que logramos vincularla con el accidente de las drogas en su bebida, se acaba de convertir en un testigo protegido, estamos más cerca que nunca de hacer justicia.

Ojalá Pudiera VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora