Capítulo 30

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Las palabras de su madre resonaron en mi mente, mis ojos se llenaron de lágrimas, debió sentirse tan perdido para confesar sus sentimientos, es el mismo sentimiento que me alberga - lo siento... - fue mi respuesta, ella me abrazó con fuerza, sus manos recorrían mi espalda, en un intento de darme consuelo, terminé sollozando como un niño - perdóneme, de verdad lo siento, no hice las cosas bien, yo traicione su confianza.

- No tienes que decir eso, cada quien tiene su forma de amar, no debemos avergonzarnos de tener la propia.

- Debió de haber sido demasiado duro saberlo, de verdad lo siento, de algún u otro modo yo...

- Creo que indirectamente ya lo sabía, solo necesitaba escucharlo de su boca, para confirmar lo que ya me suponía, nació de mi, sería tonto no saberlo, estaba triste, creo que las cosas se complicaron entre los dos, buscaba consuelo de algún modo, que fuera a mí por él, me dio demasiada paz, porque soy su madre, me hizo participe de su sufrimiento, me contó sobre su dolor, lo agradezco de verdad lo hago, también confío que el se pondrá de pie, sabrá que lo amas más de lo que él imagina, será feliz por ello y todo esto solo será una pesadilla, un muy mal sueño.

- Creo que fue mi culpa, que esté así es mi culpa, se que indirectamente fui yo el causante, esto no fue ningun accidente, se que no lo fue, lo que sucedió... Debe odiarme por ello.

- Si así fuera, no fue tu culpa, quien le hizo esto tomó su propia decisión, la justicia se encargará de ello, lo importante es que estamos juntos, que esperamos por él, que en cuanto el abra los ojos, lo primero que verán sus ojos seremos nosotros, las personas que más lo amamos en el mundo.

Asentí, su padre se sentó a nuestro lado consolando a su aun esposa con palabras dulces, siendo casi las 6 de la tarde, por fin se nos permitió verlo, siendo sus padres pasaron primero, mis manos temblaban ante el solo pensamiento de verlo.

Me puse un bata, encima de mi ropa, por primera vez sentí que mi espíritu pesaba demasiado, caminé con titubeo, los pasos hacia su cubículo parecían ser lo suficientemente cortos para no dejarme avanzar.

El sonido del ventilador mecánico que le permitía respirar, me daba angustia, se escuchaba más fuerte de lo que hubiera querido, era una tortura que me confirmaba que estaba en mi propio infierno, entré lo vi, rodeado de lámparas para darle calor, varios aparatos estaban conectados a él, ninguno dejaba de pitar, daban un pitido constante mientras mi alma se partía al verlo de esa manera.

El monitor me mostraba la frecuencia de su corazón, era tan baja que parecía que en cualquier momento dejaría de latir, aquello me atormentaba, tomé su mano, la acaricié con ternura, era la forma de decirle que estaba a su lado.

Quise hablarle, decirle cuanto lo amaba pero mi voz se había ido, estaba roto, imaginaba mil escenarios posibles, ninguno mejor que el otro, quien debería estar así, pagando por malas decisiones, viviendo un purgatorio debía ser yo.

Quien debía pagar por sus errores era yo, a mi mente llegó aquel pensamiento fuerte y duro, aquellas imágenes grabadas en mi cerebro, aquel mundo gris donde lo había perdido para siempre, acaricie su mano varias veces, di tiernos besos buscando aliviar mi dolor.

Su rostro sonriente parecía lejano, sentía que nada de lo que había hecho, fue suficiente, siempre el mismo desenlace, siempre el mismo punto final después de unos puntos suspensivos.

Después de aclarar mi garganta, dije palabras seguras - te amo más que ayer, pero mucho menos que mañana y sin duda te amo más que a mi vida misma y si tu te vas de mi lado, no se como lo harás, pero llévame contigo, yo iré hasta el mismo infierno por ti, pero no me hagas vivir un mundo sin ti.

Las lágrimas fluían en cascada, la hora de visita terminó, sus padres y yo fuimos obligados a ir a descansar, con la promesa de que una llamada sería realizada si algo sucedía.

En cuanto llegué a mi casa, la soledad me embargó, los sentimientos confusos de miedo y terror me perturbaban, dolía pensar que la vida sin él, era algo que no podía tolerar.

Los días pasaban, las horas con ellos, se hacía eterna la agonía, y Otabek seguía en el limbo, todos los días lo veía en horas de visita esperando una mejoría, sintiendo cada vez más que mi vida sin el no tendría sentido.

Era el día 8 después del accidente, había ido a visitarlo siempre con el mismo resultado.

Cuando estaba sumergido en mi tristeza, llamaron a mi puerta, el timbre sonó por todo mi hogar, corrí hacia la puerta, el comandante Giacometti estaba parado esperando que le permitiera pasar, había sabido que continuaba con la investigación aún sin tener resultados concluyentes.

Era un hombre rubio realmente atractivo, pero en su mirada podía entender que la investigación era más compleja de lo que creía, le ofrecí un asiento, el aceptó sin dudar, dio varios respiros antes de hablar - lamento mucho molestarlo, no es mi afán incomodar.

- No se preocupe ayudaré en lo que sea necesario.

- Investigamos con amistades, buscando un posible enemigo, todos dijeron lo mismo, el peleó recientemente con varios chicos de su círculo social, sobre todo con cierta señorita que fue su pareja, Diana se llama, investigando más sobre ello, veo una demanda de hechos, usted fue drogado una noche en una fiesta, podría hablarme de ello?.

- Ella fue mi pareja, terminamos en malos términos, pensé que después de todo no era una mala persona, pero la última vez que la vi, terminé en el hospital por haber sido drogado, ella odia a Otabek, maneja a sus amigos matones con mentiras, estoy muy seguro que ella fue quien está detrás de esto.

- Lo que usted dice es muy serio, una acusación demasiado seria.

- Estoy dispuesto a testificar sobre ello, vi el auto de sus amigos momentos antes de encontrar a Otabek, revise las cámaras de seguridad de la ciudad, se que podrá hacerlo.

- Lo intentamos, desafortunadamente aquella noche, la tormenta no ayudó demasiado a captar alguna prueba.

- Yo testificare, incluso puedo sacarle la verdad de algún modo.

- Hay algún móvil para que usted piense que ella es la autora intelectual del crimen?.

- Ella odia a Otabek.

- Hay un mobil para eso!?.

- Diana es mi ex pareja, terminé con ella por iniciar una nueva relación, Otabek es mi nueva pareja - el silencio se hizo presente, el asintió.

Ojalá Pudiera VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora