Capítulo 10

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El tiempo pasó, meses pasaban por mi vida, sería una mentira decir que pude superarlo, sería una mentira asegurar que pude seguir sin él, porque una parte de mi no dejó de esperar que el volviera, que al despertar fuera una pesadilla, momentos de soledad, mi vida era vacía y cruel, me sumergí en un abismo, creo que me sentí culpable, si el no hubiera hablado con ella, si el no hubiera defendido mi honor, ella jamás hubiera hecho lo que hizo, no podía volver el tiempo atrás, no podía hacer nada por ello.

Ellos fueron trasladados a otra prisión, aunque sus familias apelaron, la sentencia se aumentó, más no se revocó como tanto querían.

Cuando me gradué de la universidad, conocí a una chica, me terminé casando con ella, porque se supone es lo que se debe hacer, dos años después la demanda de divorcio estaba enfrente de mi, y aquella fotografía que me recordaba a él, estaba siempre en mi billetera, no importan las circunstancias, tampoco las personas que pasen por mi vida, siempre el será el único a quien pueda amar.

El divorcio fue el punto de partida para mi quiebre emocional, en un intento desesperado de seguir adelante, tiré todo lo que me quedaba de su recuerdo, en una bolsa negra tratando de seguir adelante y suprimir mis malos pensamientos.

Tomé incluso aquel Block de hojas con olor a fresa y las cartas que salían de ella, las aventé sin mirar atrás, pero como una señal, la bolsa se rompió a medio camino, y descubrí una hoja escrita a la mitad de aquel Block.

La letra prolija, era de el, tomé aquella hoja manchada ya, con restos de pizza que había lanzado a aquella bolsa negra, mis manos temblaban, años de su muerte y aquello dolía.

He estado pensando la manera de revelar mi identidad, aquel día, si llegué, estuve allí esperando por ti, con un discurso en mi cabeza, te diría lo que sentía de algún modo que me hiciera lucir genial, pero nada de ello ocurrió, porque en cuanto te vi llegar, el valor se fue de mis manos, porque a los ojos de los demás, mi amor no debería ser.

Me iré al infierno, seré castigado, estaré quizá en uno de los círculos del infierno que Dante describió, por amarte, por enamorarme de alguien de mi mismo sexo, por mirarte con amor, cuando debería de mirarte solo como un amigo más, pero no importa cuanto piense en ello, el amor es amor, no hay ninguna regla donde diga que amar a alguien del mismo sexo, me haga merecedor al peor castigo del mundo, en mi defensa, en el corazón nadie gobierna, en mi corazón, ni yo puedo demandar olvidarte.

Cuando te miré por primera vez, sentí que había visto un ángel, tu cabello rubio, tus ojos verdes, eras una aparición hermosa, recordándome a las figuras de porcelana que a mi abuela tanto le gustaban, pero no eras un ángel, eras un niño de carne y hueso que estaba solo todo el tiempo, en la mente tierna de un niño, pensar que eras hermoso jamás fue un pecado, porque para mí observarte, era lo más normal.

Me hice tu amigo, tu presencia comenzó a inundar mi vida, porque yo, estaba tan solo como tú... A mi tampoco me gustaba hablar, tampoco me gustaba jugar con nadie, me sentía apático todo el tiempo, pero dentro de ello, tu fuiste el único que llamó mi atención, si soy la clase de persona es por ti, porque adoraba llamar tu atención.

Adoraba verte frente a todos gritando de euforia por mi, si era tu héroe, si era el chico perfecto tu te fijarías en mi, pero no fue así, cuando pude decirte lo que sentía, todo el valor que había juntado se había escapado de mi.

No quiero que me odies, no quiero que sientas que mis sentimientos son incómodos, no quiero que tu mirada cambie a una llena de acusaciones y reclamos, porque de todo el mundo, tu eres el que menos soportaría que me rechazaras.

No pedí nacer así, no pedí que desde la primera vez que te vi, sintiera que los colores del universo, se ponían más brillantes con tu presencia, juro que quería mostrarme frente a ti como tú admirador secreto, pero te vi y se me fue el valor... Porque de todos, no soportaría que fueras tu quien me odiara.

Aquella carta inconclusa fue reveladora, no importa cuanto tiempo pase, soy un niño tonto aun que llora por su ausencia.

Salí de mi departamento, estaba abatido, sintiendo que la vida jamás me sonreirá como aquellos tiempos donde el estaba a mi lado.

Voy sin rumbo fijo, comienza a llover tan fuerte, como aquel día donde supe que el había dejado este mundo, no tenía motivos para sentirme feliz, la soledad me había abrazado tan fuerte, que sentía que no merecía nada más.

Estaba al borde de mi mismo, cuando quise terminar con mi existencia, estaba en el cruce peatonal, dispuesto a caminar en cuento el semáforo cambiará a verde, pero una anciana había tropezado, se veía sucia, caminaba con varios perros siguiéndola, me acerque a ella, para ayudarla, ella se aferro a mi tratando de levantarse, me dio las gracias, pero antes de marcharse, sujetó mi mano, observó la palma de mi mano con determinación.

Comenzaba a incomodarme, quizá estaba mal de sus facultades mentales, pero me miró a los ojos, aunque me daba miedo, sus ojos estaban cubiertos con una fina tela gris, quizá no veía bien - pobre chico, tu vida ha estado llena de tragedias y desgracias, eres demasiado blando aunque te empeñaste en demostrar que no, eso te trajo tantos problemas que arrastras un amor inconcluso, no eres malo, pero tu orgullo y terquedad te han pesado demasiado, si te dijera que puedes corregir lo que más te lamentas me creerías?.

Lo que más lamento?, lo que más me arrepiento - no hay máquinas para regresar el tiempo señora.

- No necesitas una máquina, solo necesitas tener mucha fe en ello, si pudieras tener la oportunidad de hacer las cosas diferentes, una sola oportunidad?, la tomarías?.

- De qué habla?.

- Solo una oportunidad, una sola...

- Eso es imposible.

- Pero el precio es alto, si no logras cambiar el curso, si no logras cambiar el final, el volverá a morir... - el sonido de una patrulla, la asustó, ella se dio la vuelta escondiéndose, dejándome intrigado, una sola oportunidad, como si eso pudiera ser.

Ojalá Pudiera VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora