Amigos Hermanos

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Mientras armaba su carpa, John analizaba sus sentimientos. Estaba triste, era claro, pero además estaba enojado, no con Victor ni con Lara, sino consigo mismo, con esa parte de él que ponía siempre a los demás por delante de sus propios deseos. Sabía que de haber sido menos leal, él estaría abrazando esta noche a la chica de sus sueños. Decidió no torturarse con esos pensamientos de lo que pudo haber hecho y no hizo. La realidad era que su mejor amigo ahora estaba con su sirena. Porque Victor, aunque prepotente y a veces odioso, también era mucho más valiente que él. Iba por lo que quería y lo conseguía. No lo podía culpar por eso, aunque se llevara a otros por delante en el camino para alcanzar sus objetivos.

Estaba distraído armando su campamento sin ganas y con una profunda tristeza cuando escuchó que alguien se dirigía hacia él.

—Eso te está quedando un poco torcido. Terminarás congelado durmiendo al aire libre. ¿Puedo ayudarte? —se acercó Lorena, que había estado pendiente de John y lo que había pasado—. Por suerte, alguien me enseñó cómo se hace esto, y no es por presumir, ¡pero soy una experta! —intentó bromear un poco, pero el ánimo de John lo había abandonado. Se dio cuenta de que a él esa chica le gustaba mucho más de lo que creía—. ¿Estás bien? Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea. Somos amigos, John.

Él dudó un poco antes de contestar. Estaba atragantado de frustración por la nueva situación entre Victor y Lara. Empezaban una relación que de algún modo se sentía responsable de que se hubiera concretado.

—La verdad es que no, ¡no estoy bien! Dejé pasar la oportunidad de estar con alguien que quiero.

—Lara. —Declaró Lorena para confirmar lo que ya sabía.

John suspiró con desánimo mirando a la guapa morena que una vez entrelazo sus manos al caminar.

—No sé si sea buena idea hablar sobre eso contigo, Lore. Lo siento...

—No te preocupes, John. Hace tiempo que yo acepté y superé que el "tú y yo" no existe más —hizo un corazón con las manos al decir esa frase y luego lo separó—, y eso no significa que no podamos seguir contando el uno con el otro, como amigos. ¡Así que anda! Suéltalo, que soy toda oídos y hombro fiel pa'que desahogues tus penas.

Mientras terminaban de colocar las varillas de la carpa y fijaban los vientos de la misma, John se liberaba al hablar con alguien al fin, de lo que estaba sintiendo. Solía ser muy reservado con sus cosas, pero en ese momento necesitaba desahogarse y abrirse sinceramente con alguien en quien confiaba.

—Yo permití que eso pasara, sé que le gusto, y ella... —suspira— ella me encanta, la veo en mis sueños y hasta siento su olor, hay algo en ella que me atrae magnéticamente, no lo puedo evitar.

—¿Y por qué la dejaste escapar? Víctor es un idiota, y puede ser tu mejor amigo pero no se que clase de relacion toxica tienen ustedes. Él trata de competir siempre contigo, y lo sabes, aunque se comporte como un imbécil tú le aguantas todo John, ¿por qué?

—Puede que tengas razón... —Se quedó pensando un momento y su mente se llenó de recuerdos.

Se conocieron en 5to grado de primaria. A John le encantaba ir a jugar a casa de Víctor, porque tenía una habitación con muchos juguetes. Solían disfrazarse para jugar por horas. John siempre era el zorro y Víctor el capitán Monasterio. A veces, era Batman y Víctor el Guasón. Cualquier cosa que jugaran, Víctor escogía los personajes, dejando a John el papel de héroe. Él se quedaba con el de villano y en los juegos muchas veces ganó el villano, como parecía que lo hacía ahora.

—Victor es un buen tipo Lore, es solo que no le gusta parecer débil, al menos eso cree él que los demás piensan. El día que encontramos a mi papá en la morgue, él quiso reconocer el cuerpo por mí, ¿sabes? No quería que yo pasara por eso. Se ofreció a hacerlo él, pero no se lo permitieron porque debía ser un familiar. Mi mamá estaba en shock y mi hermano era muy pequeño, así que él se levantó y dijo que lo haría por mí. No se dio por vencido y convenció al forense que nos dejara pasar juntos y no soltó mi mano mientras me enfrentaba a la cruel escena de reconocer el cadáver de mi padre. Teníamos 15 años.

Mil Veces Contigo (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora