¿Qué es lo que pasa contigo?

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Lara llevaba casi una semana encerrada en su habitación; no había querido salir ni hablar con nadie. Aprovechaba los momentos en que Roberta no estaba para comer algo, bañarse y volver a la cama. A media mañana, abrió la puerta de su cuarto y se encontró de frente con su amiga y compañera de piso.

—¡MI MADRE! Me asustaste. ¿Qué haces parada ahí? —le dijo exaltada.

—Esto tiene que parar.

Habló Roberta con seria expresión, sin saludar ni responder la pregunta de Lara.

—Déjame en paz, Ro. No quiero hablar.

—Ah, ok. ¿Entonces así resolverás todos tus problemas en la vida? Porque si no hablas de ellos, seguro que dejarán de existir y así lo solucionas. ¿No?

Lara suspiró con desgano mientras se sentaba en el sillón, la flaca continuó hablando.

—Pareces un fantasma, amiga. Eso le hará daño al bebé. Decidiste tenerlo, entonces cuídalo —se sentó a su lado.

—Sé que tienes razón, pero lo intento y no puedo ni imaginar qué será de mi vida ahora. Mis papás me retiraron el apoyo, ni siquiera me hablan.

—Es normal, Lara. Ponte en su lugar. ¿Qué esperabas? ¿Que te dijeran: "Ay, tan linda mi niña, vamos a cuidarle la criatura y a comprarle los pañales"? O sea, amiga, ajá... Dales chance, verás cómo lo asimilan, al igual que tú misma debes hacerlo.

—Lo sé, tienes razón, pero no es fácil. Hay algo que no te he contado; bueno, este, Víctor me pidió matrimonio delante de mis padres —puso los ojos en blanco—, con anillo y todo. ¿Qué te parece?

—Pss, ¿EN SERIO? jajajaja, no me lo puedo creer. El muy canalla se fue preparado para parecer el más responsable con tus papás. Al menos tengo que reconocerle que es muy valiente. ¿Y tú qué le dijiste?

—¡Que no! Y nadie me obligará a hacerlo.

Roberta se levantó para hacerle una reverencia a su amiga. Ese acto hizo reír a Lara.

—Por fin, mi amiga, aprendes a tomar buenas decisiones. Si me decías que habías aceptado, ahora mismo te ahorcaba.

—Pues parece que he tenido que pensar mucho más en las cosas antes de hacerlas. Conocer a los papás de Víctor fue horrible, ni te imaginas. No se soportan entre ellos. No quiero verme así de infeliz en unos años.

Decidió omitir la horrible escena en la cena.

—Me parece la mejor decisión. Ya verás cómo todo pasará y saldrás adelante. Por lo menos, cuentas con el apoyo del imbécil de Víctor. Hay otras que ni eso, e igual lo logran.

—Tendré que dejar la universidad. No podré pagarla.

—¿Y por qué no? Puedes conseguir un trabajo en las tardes.

—Sabes que no es tan fácil. Son muchas cosas: pagar este apartamento, el semestre es muy caro, la comida, mis gastos personales. No podré con todo, es demasiado.

Roberta miró a Lara con cara de: "Lo hubieras pensado antes".

—¡Ay ya! Encontrarás la manera, ya verás. Este semestre está pagado, y el apartamento también lo está hasta enero. Tienes chance de buscar uno más barato. También le puedes decir a Víctor que te ayude con la renta. Ya, párate y en serio báñate, que pareces indigente. Se te acabó tu semana de lamento, y de excusarte con los profesores. Aquí están las tareas pendientes —dejó una pila de cuadernos en la mesa antes de irse—. Cuando regrese, quiero que ya tengas un plan.

Lara la miró regalándole una media sonrisa. Agradeció tenerla en esos momentos.

—¿Por qué haces esto? —le pregunto.

Mil Veces Contigo (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora