John entró a su casa, tiró las llaves de Valentín en la mesa y agradeció no encontrar a nadie. Fue directamente a su cuarto. No estaba enojado sino profundamente triste. Se puso a pensar en las posibilidades de adelantar el viaje, pero tenía que pasar la Navidad con su familia. No sería justo para ellos si él se fuera antes solo porque estaba deprimido. Además, también se acercaba su cumpleaños, y se sentiría peor si pasara fechas tan emotivas lejos de su familia.
¿Cómo pasó esto? ¿Por qué no hice nada para impedirlo? Se reprochaba a sí mismo. Ya había renunciado a ella, pero sabía que ahora se cerraba hasta la más mínima posibilidad de poder algún día estar juntos. Le dolía infinitamente lo que acababa de enterarse. Aún así, no podía odiar a ninguno de los dos; una criatura hecha de pura nobleza este muchacho. No pudo decirle nada en ese momento, pero deseó hacerlo, porque aunque su historia nunca empezó, tampoco podía terminar así. Ella tenía que saber que pudo ser una maravillosa historia y quizá ese sería el castigo de ambos por no atreverse a aceptar que pertenecen uno al otro. Intentó distraer la mente un poco, encendió la computadora para llenar unos formularios de empleo en Madrid. Tenía que concentrarse en su futuro.
Víctor llevó a Lara a su casa, luego de recoger el desastre que había hecho en el comedor. No le vio de nuevo las caras esa noche a los padres de él; ella quedaría marcada de por vida como la chica que vomitó la cena. La presentación con los papás de Víctor había resultado una calamidad, y pese a los acontecimientos, Lara agradecía que Víctor fuera comprensivo con ella y se comportara amable, tratándola con cariño. Aún así, todavía no se sentía del todo cómoda estando a su lado, y temía que eso no fuera a cambiar nunca.
—Lamento mucho lo que sucedió; sabes que no fue mi intención.
—Sí, lo sé. No te preocupes por eso; ya se les olvidará —intentó consolarla.
Se despidieron con un tímido beso en la boca.
Ya en su habitación, más tranquila, se sentó a revisar su correo; abrió la ventana del Messenger, y mientras veía a las dos siluetas azul y verde dar vueltas, cruzaba los dedos para que John estuviera en línea. Y el universo siempre le respondía, ahí estaba él como si hubiera estado esperándola. Abrió la ventana del chat sin atreverse a escribir, de pronto sonó un "blum", que le hizo dar un pequeño salto en la silla. La caricatura de una mano saludando apareció en la pantalla, Lara devolvió el saludo de igual forma, luego escribió:
Lara: Me gustaría hablar contigo sobre... ya sabes.
John: ¿Puedes ahora?
Lo pensó un instante, temía el momento y aunque entre ellos no había ocurrido nada, sentía la necesidad de disculparse, como si de una traición se hubiera tratado, era un sentimiento insólito que no podía explicarse.
Lara: Sí.
John: Ok, voy por ti.
De inmediato apareció desconectado.
—¡Oh Dios, ayúdame con esto!
Pensó en voz alta mirando al cielo con los ojos humedecidos.
Minutos más tarde, desde el balcón de su hogar, vio venir a John conduciendo su fiel Valentín. Las piernas le temblaron, pero era algo que sentía que debía hacer; fue a su encuentro a paso lento. Él se había desmontado del vehículo y esperaba recostado en el mismo, con las piernas cruzadas y las manos metidas en los bolsillos del pantalón.
—¿Damos un paseo?
—Es una buena idea.
Contestó Lara sin poder mirarlo a los ojos. Él le abrió la puerta del auto invitándole a subir, luego emprendieron la marcha en silencio, ninguno sabía cómo romper el hielo, hasta que lo hicieron al mismo tiempo.
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Mil Veces Contigo (completa)
RomantikNo siempre podemos coincidir con nuestra otra parte, algunos viven buscando sin encontrar, otros se confunden y otros más estúpidos la dejan pasar... Lara y John nacieron para encontrarse una vez más...