El viejo apartamento de la familia Álvarez conservaba los recuerdos de toda su vida, a pesar de que ahora lucía nueva decoración. Las paredes de aquel lugar guardaban la esencia y la felicidad de tantos años vividos allí. Apenas entró, a su mente llegaron los recuerdos de su infancia. Creía escuchar hasta las risas de su hermano y él, mientras que su padre los perseguía, alzándolos a ambos; uno en cada brazo para darles vueltas y luego tumbarnos en la alfombra y hacerles cosquillas. Jugando a las escondidas, que siempre fingía no ver sus escondites, o simplemente sentados en el sillón viendo algún programa de televisión, donde siempre se quedaban dormidos en sus brazos.
"—Papá, algún día quiero ser como tú y me casaré con mamá.
Él, acostándolo en la cama, peinaba su cabello con las manos.
—Tienes un excelente gusto John, pero no puedes casarte con mamá porque ella es solo mía. Estoy seguro de que cuando crezcas encontrarás al amor de tu vida, lo reconocerás y te hará tan feliz como tu madre a mí."
Miriam, después de casarse con Mariano, se mudó a otra casa y Alejandro con ellos, por lo tanto, el apartamento estaba solo. Se sentía raro estar allí sin su familia.
—Puedes acomodar las cosas en esta habitación —dirigió a Zoé a la habitación principal—. Descansa un rato, sé que el cambio de horario te debe tener exhausta. Yo iré a visitar a unos amigos, regreso por ti más tarde para ir a cenar con mamá. No quedó muy contenta por el poco tiempo que le dedicamos al llegar.
—Está bien, cariño, gracias. Sí, la verdad es que valgo poco ahora mismo. Pero no tardes, ¿eh? También necesitas descansar.
Le sonrió y luego la besó en los labios para despedirse. En la mesa estaban las llaves de Valentín, su viejo auto, Alejandro lo había dejado preparado para él, tomó las llaves y salió.
—¿Cómo estás, viejo amigo? —Le habló al vehículo entrando en él—. Te dejé en buenas manos. Veamos si aún ruges—encendió el motor, que se activó inmediatamente, alegrando sus oídos al escuchar el run run. Lo echó a andar—. Buen chico —Dijo sobando el tablero de Valentín.
Se estacionó frente a la casa de los Sánchez e instantáneamente miró hacia la segunda planta. Llevaba en sus manos una funda de tela con algunos detalles para sus amigos, tocó el timbre y la persona que esperaba ver en el piso de arriba fue la que le abrió la puerta.
—¿Lara?
—Esa soy yo.
Llevaba el cabello recogido en un moño alto, y algunos rizos se escapaban a su alrededor. Sus ojos almendrados le parecieron más grandes y hermosos. Ella lo veía con emoción a través de sus largas pestañas.
—Jeje, sí. Es bueno encontrarte aquí. —La saludó con un beso en la mejilla y un ligero abrazo. Se estremeció con el contacto y cerró los ojos al mismo tiempo que aspiraba su olor.
—Ahora vivo aquí —al ver la expresión interrogativa de John, continuó—. Es una larga historia.
—Qué bueno que tengo tiempo.
—Pensé que te lo había contado, fue en aquella época... ya sabes —desvió la mirada, no quería recordarlo. Se escabulló cambiando de tema—. ¿Y, Zoé?
—Ella está descansando. ¿Me dejarás pasar a saludar a mis amigos? Por favor.
Lara avergonzada se apartó de la puerta abriéndole el paso.
— Claro claro, disculpa, adelante.
—Gracias.
Solo hasta que escucharon venir al viejo Alonso, fue que apartaron sus miradas.
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Mil Veces Contigo (completa)
RomanceNo siempre podemos coincidir con nuestra otra parte, algunos viven buscando sin encontrar, otros se confunden y otros más estúpidos la dejan pasar... Lara y John nacieron para encontrarse una vez más...