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—¿Cómo has hecho para atravesar el cristal? —preguntó Jisoo con el ceño fruncido.

—Ammm, ni yo se como lo he hecho —se acercó a la ventana de la habitación de la joven y apoyo su palma comenzando a tocar el cristal —¡ufff!, lo bueno es que no lo rompí.

La rubia sonrió con alivió y se giró de nuevo para quedar al frente nuevamente de Jisoo quien estaba un poco pálida por lo que le estaba pasando.

—¿Quién eres y por qué estás aqui? —la menor la miraba fijo.

—Ya te dije que soy el "Ángel número 8" — repitió su nombre e hizo comillas con sus dedos —ese es mí nombre.

La misteriosa mujer comenzó a caminar en la habitación ojeando todo lo que había en ella.

—Ese no es un verdadero nombre —dijo con poca paciencia —¿Cómo te llamas?

—Ángel número 8 — repitió, ella estaba mirando unas fotos.

—Que horrible nombre — rodeó los ojos.

—Si, también opino lo mismo —aquel misterioso humano estaba concentrada mirando los adornos.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó con calma.

—Ammm, me enviaron porque alguien solicitó ayuda y me seleccionaron —hablaba tranquila y frenó en seco cuando vio un cubo de colores. Se acercó a el y lo tomo con sus manos mirándolo de cerca —¿Tú me solicitaste?

Pregunto y miro a Jisoo quien estaba parada de espaldas y al girarse quedó boquiabierta.

—¿Cómo lo hiciste? —se acercó a ella y tomó su juguete.

—Hice mis movimientos con mis manos —le mostró sus manos y movió sus dedos —es fácil de hacer.

—No lo es —movia las piezas y lo volvía a poner en el mismo lugar con su respectivo color —esta cosa lo usaba cuando iba a terapia, método para quitar el estrés pero jamás pude armar ningún color.

La pelirubia asintió e hizo una mueca al oír eso.

—Son raros los humanos —rió —en fin, querida duendecillo ¿En qué necesitabas ayuda? Soy un ángel que puede ayudarte.

Movía su ceja derecha rápido.

—¿Eres un ángel de ayuda? —preguntó con felicidad.

—Asi es duendecillo —dijo con dulzura — ahora bien ¿Cuál era la ayuda?

La miraba fijo a los ojos castaños y le sonreía a aquella menor que la miraba extraña a aquel ángel.

—Mi nombre es Kim Jisoo —resongo —no me digas duende porque puedo tener la altura de uno pero mí carácter es más fuerte.

—De acuerdo duendecillo —sonrió y parpadeaba rápido. Jisoo meneó su cabeza —estoy aquí para ti. Puedo ayudarte en lo que necesites pero menos en el amor.

—¿Pero cómo que no? —la miro con extrañeza.

—No, solo puedo ayudar en otra cosa —dijo.

—Necesito ayuda en el amor —hizo un puchero.

—¿En serio? —preguntó — según mí historial que me dieron referido a ti es que siempre fracasas en el amor.

—¡Ehh! Se equivocaron de historial —respondió rápido —todo es mentira.

—¿En serio? —volvió a mirar una libreta dónde tenía anotado todo, ella leía atenta —me parece que no. Todo lo que me dicen es correcto.

—¡Ahh! Claro que no, todos se pueden equivocar —chasqueo la lengua.

—Tienes razón —afirmó el Ángel, y guardó su anotador —bien, ¿En qué estábamos?

Jisoo la miraba el suelo, ella estaba pensando.

—¿Eres cúpido? —preguntó.

—No, soy el Ángel número 8—se rascó la cabeza y miro a  Jisoo que se había enojado —solo fue una broma, se podría decir que si lo soy.

—De acuerdo, debes esconderte —parloteo de una manera graciosa —nadie puede verte aquí en mí habitación.

—De acuerdo, como diga la dueña —se sentó en la cama y se cruzó de piernas.

—Ahora mí pregunta es —la rubia la miro —si eres un ángel del amor ¿Por qué no tienes alas y esas flechitas de formas de corazones?

—¿Debo responder de verdad? —le preguntó estirando sus labios hacia adelante.

—Obvio, soy tu solicitante —la miro mostrando grandeza —quisiera saber eso.

—De acuerdo — suspiró —tengo mis alas bien escondidas, las cubro por el frío.

—¿Cómo se que no mientes? —se cruzó de brazos.

—Un ángel nunca miente —dijo con sinceridad y Jisoo entrecerro sus ojos.

—Quiero ver tus alas —se sentó en su silla de escritorio.

—¿Para qué? — abrió bien sus ojos.

—Quiero ver y necesito verificar lo que me dices — aclaró su garganta.

—De acuerdo —ella tragó saliva, y dudó un poco en mostrar sus alas.  La castaña sonreía con emoción porque vería por primera vez un ángel muy de cerca. Cuando se quitó lentamente su saco negro de cuero dejo en descubierto sus alas. Ella sabía que eso estaba prohibido, se había dado cuenta que la solicitante se iba acercando a ella con la intención de tocarlas, de inmediato se volvió a colocar su saco y se dio vuelta —no puedes tocarlas.

—¿Por qué? —se asustó y se le borró la sonrisa.

—Porque no, son sensibles y la puedes lastimar—mintió, sabía que si algún humano le tocaba las alas estaría en problemas —ahora bien, yo estaré disponible las 24/7 solo para ti.

—De acuerdo —sonrió —un ángel solo para mí. Es una gran idea.

Se sentía feliz por dentro porque sabía que iba a tener compañía por un corto tiempo. A la rubia le convenía hacer su deber y esquivar un poco las preguntas de Jisoo porque no podía dar más detalles. Ella sabía que estaba cumpliendo un castigo y no quería arriesgarse a morir por desobedecer órdenes de arriba. Debía mantenerse en el margen.

Su trabajo de cúpido para ella era complicado pero tenía que hacer bien su trabajo y su nueva misión era ayudar a Kim Jisoo.

Enamorándome de un ángel llamado Cúpido [Chaesoo] FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora