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—¿Hay algo que puedas recordar? —preguntó.

—Mmm ese es el problema, yo no recuerdo nada de nada —respondió con tranquilidad —parezco una lata vacía.

—Concuerdo con lo que dices —respondió Jisoo.

—Jaja pero que graciosa —meneó la cabeza —sigamos caminando para poder ganar tiempo.

Jisoo comenzó a reír. La castaña nada le quería arruinar la ilusión al ángel, todo era nulo sin saber por dónde empezar a buscar. Era una búsqueda ciega.

Está vez ella no quería ser cruel con alguien que la estaba ayudando con el amor. Realmente quería mostrar la verdadera persona que era realmente.

Los minutos corrían rápido y el cansancio en los pies de la morena se hacían notar, preguntó por diferente lugares por el paradero de la rubia pero nadie sabía nada. Solo tenía una mínima descripción de ella, delgada, alta y ojos color castaño y nada más; ni siquiera tenía nombre y apellido.

Que te rompan una ilusión es lo más doloroso que puede haber y Jisoo no quería eso.

Recordó su niñez cuando apenas tenía diez años y le dijeron que  el Conejo de Pascua y Santa jamás existieron. Estuvo casi dos días llorando por eso pero jamás le había dicho a su hermana que eso no existía. Una gran melancolía cruzó por su pecho al recordar aquello.

Frenó en seco y quedó tildada por un buen rato, en tanto el ángel caminaba dando saltos como una criatura. Cuando se percató de que Jisoo había quedado muy atrás se giró y corrió hacia ella.

—Oye duendecillo —hablo y agitó su mano cerca del rostro del humano —llamando al duendecillo.

Volvió a hablar y Jisoo parpadeó rápido y la miró fijo.

—¿Estás bien? —pregunto la rubia.

—Si, lo estoy —respondió con lentitud.

—De acuerdo, será mejor que nos sentemos así descansas un poco porque te ves agotada —dijo y Jisoo asintió.

Ellas dos se sentaron en unos escalones, Jisoo estaba distraída y el querubín quería llamar su atención aunque sabía que la menor la sabía tratar de mala manera.

Ambas miraban a las personas que cruzaban, a los muchachos apuestos que pasaban casi cerca de ellas.

—Mira ese chico —dijo y Jisoo levantó su cabeza para mirar —es hermoso.

Jisoo se sonrojo cuando miro al chico señalado por el ángel.

—¡Cállate rubia! —dijo por lo bajo y la susodicha sonrió.

—Eso sonó sexy de tu parte —su voz fue melosa —mira ese tipo que viene ahí, pero disimula.

Jisoo giro su cabeza a 360 grados la cual conecto mirada con aquel desconocido.

—Dije que disimule no que seas obvia —golpeo su frente con la mano.

—Lo siento —levantó sus cejas e hizo una mueca.

—¿Qué opinas de aquel viejito? —Jisoo miro al lugar señalado y comenzó a reír.

—Eso da asco, tranquilamente podría ser mí abuelo y.. —fue interrumpida.

—Pero no lo es —respondió mirando de costado —con una salida basta y sobra y luego a la noche puede pasar cualquier cosa. Te puede dar como cajón que no cierra.

Jisoo la miró con una mueca de asco.

—¿Como cajón que no qué? —su cara reflejaba espanto.

—Que no cierra —carcajeo Jisoo cuando repitió lo último.

—¿A ti te han dado así? —preguntó y el querubín borro su sonrisa casi de inmediato. Jisoo la miraba sería.

—Estamos hablando de ti no de mí —dijo rápido —aun no has conseguido pareja ni citas ni nada.

—No respondiste a mí pregunta —ella quería saber, la más entre cerró sus ojos y lleno sus cachetes de aire —no hablaré hasta tanto no me respondas.

El querubín resopló y estremeció su cuerpo y volvió a suspirar.

—No, jamás o eso creo —dijo —no recuerdo mucho.

Finalizó y la castaña meneó la cabeza en negación.

Sin decir más nada se levantó y comenzó a caminar nuevamente pero está vez iría a su casa.

El tramo fue más tranquilo y menos pesado, poco a poco algo en aquel ser humano se iba acostumbrando a la presencia del ángel.

Jisoo había pasado a comprar una botella de agua porque se sentía sedienta por tanto caminar.

—¡Juguemos a un juego! —dijo el querubín —asi se hace menos pesado el camino.

Jisoo estaba bebiendo agua y solo emitió un sonido afirmando de que estaba bien, ella se sorprendió.

—¿En serio jugarás conmigo? —preguntó y ella asintió —woaa, esto debo anotarlo. Jisoo a aceptado algo sin enojarse.

Jisoo comenzó a reír.

—Que graciosa, apúrate —dijo con media sonrisa.

—¡De acuerdo! —exclamó —empiezo yo. Veo veo.

La menor la miró sin entender y parpadeaba despacio.

—Debes decir, ¿Qué ves? —Jisoo hizo una mueca.

—¿Qué veo yo? —la rubia cerró sus ojos por unos largos segundos y Jisoo reía divertida.

—Sigamos caminando mejor —ella comenzó a dar pasos firmes. La castaña le gustó verla así enojada.

[...]

Todo estaba en silencio cuando la adolescente había llegado a casa. La puerta de ingreso se cerró sola pero eso no le llamo la atención a la dueña de casa quien estaba mirando su celular y de repente escucho un golpe en la puerta.

Levantó la cabeza y se giró para ver ella mantenía su postura firme y camino hacia la entrada. Cuando abrió vio al querubín sentado en el suelo.

—¿Qué haces? —preguntó.

—Nada, estoy contando las hormigas. Con esta van cien hormigas —dijo, con ironía.

Jisoo comenzó a reír.

Pero había una cierta preocupación en aquel ser con alas de angeles y eso era el no poder atravesar la puerta claramente no sabía el motivo porque no pudo. Cuando se levantó del suelo se sacudió la ropa e ingreso junto con la morena.

La menor estaba concentrada en su teléfono. Alguien le había escrito y no podía disimular la alegría que sentía ya que ella nunca nadie le había escrito un mensaje y tampoco estaba agregada en algún grupo.

"Tal vez fue Jennie quien le pasó mí número" pensó y largo media sonrisa. Ella estaba feliz.

Se dio cuenta de que no necesitaba a la rubia con alas en ese momento porque todo comenzó a ir como tanto lo esperaba.

Otra vez volvió ese sentimiento de querer tratar mal al ángel.

Enamorándome de un ángel llamado Cúpido [Chaesoo] FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora