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Sé mantuvo cabizbaja por unos minutos y sonreía un poco incómoda por lo que el ser humano le había dicho.

No tenía ninguna respuesta del porque de pronto sentía algo extraño en su cuerpo si muy bien sabía que no pertenecía en la vida y todos los ángeles lo sabían. Los ángeles nunca iban a sentir lo que un humano sentía.

—¿Y tu con que canción te gustaría bailar? —preguntó y la rubia levantó su mirada que viajaron directamente a los labios de Jisoo y sonrió.

—On the Moon de Sulli —dijo y Jisoo asintió con una pícara sonrisa porque sabía que su ángel le miro los labios —es un lindo tema. ¿Que canción me dedicarías?

Era una tarde de preguntas. Jisoo quedó en silencio pensando que tema le podría dedicar a su querubín y quería ser lo más cuidadosa con ella eligiendo las letras exactas junto a alguna melodía que la acompañe a la perfección.

Aunque para decir verdad, Jisoo había sentido unos cuantos latidos especiales por el ángel. En su mente no podía pensar muy bien porque todo quedó en blanco, o mejor explicado, como cuando vas en busca de algo importante y se te olvida en la mitad de camino. ¿A alguien le ha pasado? Claro que si y aquella pelinegra con un carácter fuerte le estaba sucediendo.

Caminaban sin prisa, solo eran ellas dos.

De repente cuando el ángel quiso hablar quedó inmóvil, sus palabras volaron y Jisoo se dio cuenta; una persona desconocida cruzó sobre ella haciéndola recordar de algo que Jisoo no sabía.

—¿Estás bien? —Jisoo miraba fijo al ángel que se giró para observar a la persona, la morena se giró igual para mirarla pero no entendía nada —¿Conoces a esa persona?

La mayor trago saliva, comenzó a sentir como si su garganta se secará y miro sus manos porque algo estaba pasando. Sé estaba desvaneciendo pero escondió sus mano rápido para que Jisoo no la vea.

—Estoy bien —dijo —vamos, se hará tarde y quiero estar tranquila mirando películas.

Jisoo asintió con una sonrisa, continuaron pero está vez iban en silencio. El ángel observaba todo y en un cartel vio un nombre escrito que la hizo pensar.

La caminata lenta, era como si buscaban a la familia de la rubia pero no recordaba nada.

Frenaron frente a un comercio que vendía cosas antiguas, había un collar colgado que a Jisoo le había llamado la atención, se acercó al lugar para ver todo mejor; la puerta tenía una pequeña campana y sonó cuando ingresaron.

La rubia tenía una sonrisa bastante grande y estaba feliz con las cosas que sus ojos veían, se acercó a una mediana caja de chapa y con sus dedos acaricio el nombre que tenía marcado, unió sus cejas sobre su nariz. Las imágenes comenzaron a pasar por su mente, podía oír un eco sin fin en sus oídos, llantos, risas, gritos y sobre todo sintió un torbellino de dolor en su pecho.

Era la primera vez en la que en sus ojos brotaron lágrimas de dolor. Quedó inmóvil mirando a la nada, en ese instante Jisoo no prestaba atención porque estaba mirando unos libros viejos que por alguna razón dejaron ahí en el olvido. Sé notaba en las páginas amarillas que ya tenía sus años en el olvido.

Sé sintió atraída por aquello con solo leer una sola página. Sonrió porque iba a poder comprarlo, al voltearse para ver al querubín ya no estaba presente.

Pago por la compra y salió del lugar, ella la buscaba con la mirada pero no logro dar con ella. No quiso perder tiempo para buscarla, "Ella estará en casa" pensó Jisoo y sonrió, la morena comenzó a caminar hasta su casa.

Jisoo camino con una casi sonrisa en su rostro.

Al llegar a casa, todo estaba en silencio. Era normal eso, antes de ir a su habitación ella hizo pochoclos para mirar películas. Eso estaba siendo una costumbre, una necesidad de ver películas después de la escuela.

En un recipiente grande llevaba muchos pochoclos y no podía llevar todo en mano, porque también llevaba algo para beber.

Al ingresar a su cuarto miro por todas partes para ver a la rubia pero ella no estaba ahí, y le resultó raro.

—¡Dejaré esto acá! —dijo en vos alta para que el ángel aparezca —justo me olvidé unas cosas en la cocina. Que tonta soy.

Sé mantenía un poco agachada y movía sus ojos en busca de la joven, hasta que se paró firme y camino hasta la salida casi a paso lento.

—¡Acá estás! —dió un tono de voz medio alto y se giró pero no estaba allí e hizo un puchero —que raro que no aparece. Te traje pochoclos para comer juntas ¿Dónde estás?

Sé estaba poniendo triste pero cuando iba a bajar su mirada por
la melancolía que sintió.

—¿Con quien hablas? —preguntó alguien.

—¡Acá estás! —respondió con alegría y abrazo a su ángel.

—¡Ohh, cosita linda! —exclamó con carita de agrado y sonrió achinando sus ojos —solo me distraje con unas cosas.

Mintió, Jisoo se separó y sonrió porque sabía cómo era ella aunque la conociese hace poco.

—Pero acá estoy pequeña osita koala —sonrió e hizo suspirar a Jisoo y está aclaró su garganta.

—Traje esto para mirar películas —hablo con felicidad —¿Que película veremos?

—Fabuloso —sonrió —la que tú quieras. Además es temprano, en dos horas tus padres llegan a casa y recién son las cuatro de la tarde. Solo somos tu y yo.

Jisoo no dijo nada y busco el control remoto para buscar una película. Cuando la eligió se sentó y le dejo lugar en la cama para el ángel. La rubia se sentó, había algo que le incomodaba.

—¿Qué haces? —preguntó Jisoo mirando a la mayor.

—Solo me incomodan las alas —respondió, la más baja levantó sus cejas —siento como un ardor en ellas. ¿Quieres fijarte si mí espalda está lastimada?

Jisoo levantó sus cejas nuevamente sorprendida y casi escupió los pochoclos que tenía en su boca.

—¡Claro! Quítate tú chaqueta —la rubia se dio vuelta y se quitó el abrigo y luego su camisa, y estiró sus alas. La morena quedó perpleja al notar marcas de cicatrices en la pálida piel de ella, pero se agachó un poco más cuando noto que tenía un par vos de sangre en una de sus alas —Tienes una pequeña lastimadura con un poco de sangre. Traeré algo para curarte.

Ella se levantó y fue en busca de su botiquín, pero cuando volvió bajo su cabeza para no mirar su desnudez. Hizo una mueca de vergüenza pero el ángel estaba como si nada; Jisoo volvió a su lugar. Ella comenzó a curar la herida haciendo encoger a la rubia.

—Lo siento —su voz fue suave y soplo su piel y sus plumas se movieron —esto ya está, te pondré una bandita.

El querubín sonrió porque le hizo cosquillas. Hubo un momento de silencio pero no fue incómodo: —te pondré una bandita de Bob Esponja. ¿Te gusta?

—¡Si! —afirmó con una sonrisa —¿Sabes? Creo que ya se cómo me llamo.

Jisoo levantó su mirada.

—¿En serio? —se puso contenta por eso.

—Si —suspiro —creo que me llamo Rosedal.

La morena dio un resoplido y luego una mueca.

—¿Rosedal? Que feo nombre te pusieron —dijo sin pensarlo y la rubia se giró mirándola fijamente y con seriedad —digo, que nombre te pusieron y es muy bonito.

Aclaró su voz para tratar de safar y agarró la chaqueta de su ángel y la cubrió para que tape sus pechos.

—Rosie, me llamo Rosé —sonrió y tomo su chaqueta pero unas de sus manos cubrió la mano pequeña de Jisoo pero está no lo quitó, le gustó sentir el tacto suave de ella —¿En serio mí nombre es feo?

Sonrió y se acercó un poco a Jisoo que no se movió.

—Tu nombre es muy hermoso, es hermoso —sonrió y los ojos de la susodicha cambiaron a un color rojo, eso la hizo suspirar a la menor.

Un cálido aire se había formado en aquella habitación.

Enamorándome de un ángel llamado Cúpido [Chaesoo] FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora