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En el borde de la vereda se encontraba Jisoo sentada, tenía apoyada su cabeza sobre sus rodillas y pensaba en lo ocurrido. Ni siquiera se había limpiado la herida con algún pañuelo descartable u otra cosa.

En la piel de sus manos tenia su sangre seca color marrón rojizo, lo único que quería hacer era irse a un lugar nuevo donde nadie la conozca y poder ser ella misma.

Con un palo semi fino, raspaba el suelo. Haciendo garabatos que nadie jamás iba a ver; lo que parecía una linda noche no lo fue.

—¡Soy una loca! —habló alguien detrás de ella —yo pondría "Soy todo lo contrario, soy mejor que las personas que me hacen daño y que siempre habrá alguien que nos ame con todo y locura".

Jisoo sonrió con fuerza.

—Solo lo dices para que no me sienta mal —resopló —soy como un lápiz blanco ¿Te has dado cuenta?

—Mmmm no, pero sabes brillar en mí oscuridad —la miro —sabes brillar en la noche, o sea, sos ese color que es necesario cuando caminas en la noche y tú, tú marcas el camino mí pequeña osita de caramelos.

La rubia volvió a acariciar el pelo de la menor.

—En casa estan todos preocupados por ti —comentó.

—¿Cómo sabías que estaba aquí? —preguntó con intriga Jisoo.

—Brillaste en lo lejos, y te encontré entre la multitud —sonrió —tambien escuché a tu madre regañar a tu hermana. Sé que está mal escuchar las conversaciones ajenas pero me preocupe por ti y vine a buscarte. Por lo que veo fue malo lo que te hicieron.

Jisoo presiono sus labios y comenzó a llorar al recordar lo que pasó.

—Ya no llores mí pequeña —dijo con tristeza —si me hubieras dejado ir contigo esto no te hubiera pasado, yo te hubiera defendido.

Jisoo seguía cabeza gacha y sus lágrimas caían de una manera semilenta y le producía un ardor en la herida de su labio. Sé levantó del suelo y la rubia miro para arriba encontrándose con una niña rota. Ella se levantó lentamente y hablo:

—Deberías volver a casa y limpiar tu rostro —dijo.

—No importa mí rostro —comentó y siguió llorando.

La rubia dio un corto paso hacia adelante quedando frente al humano y la abrazo fuerte. Sus alas se abrieron de par en par y la cubrió; Jisoo correspondió al abrazo de su querubín.

—Mami mami, mira un ángel abrazando a una persona — dijo una niña que cruzaba por la calle junto a su mamá y la rubia le sonrió y le largo un beso.

Las alas blancas comenzaron a brillar y muchos brillitos se colaron sobre ellas.

Un rayo cayó sobre la ciudad y se puso todo oscuro por segundos y regreso la luz. Un apagón que no duro mucho.

La lluvia también se hacía presente ahí cayendo de manera agresiva por la ciudad; Jisoo tenía apoyada su cabeza sobre el pecho de la rubia y se dio cuenta de que ese ángel no tenía latidos pero su cuerpo era cálido, su piel igual, sus grandes alas eran suaves y con un calor inexplicable. Jisoo pudo tocar las alas de su ángel.

[...]

—¡Ocho! —dio un grito tan fuerte la reina de los angeles, en las ruinas de un castillo. El grito había sido tan poderoso que hizo que los pocos cristales que habían se rompieran, a causa de su enojo hizo producir la tormenta.

Todos los angeles presentes ahí se encogieron por el miedo, todos sabían que cuando se enojaba el superior era mejor no mirarla.

Hasta los angeles que fueron castigados sintieron el grito aquel, las paredes se partieron haciendo caer algunos granitos junto con el polvo. Todos sabían que algo malo había ocurrido.

Algunos ángeles negros aparecieron en el lugar, arrodillados ante la reina. Estos ángeles eran considerados los más temidos y crueles de todos, obedecían a las peticiones de la reina y nunca fallaban a su misión excepto si la reina les ordenaba que la misión de lastimar a los humanos era cancelada.

Los golpes se escuchaban, gritos por todo el lugar. Todo era transformado en un mal clima.

—Mi señora, debería calmarse —dijo Sana.

—¿Cómo podría? —grito, largando un fuerte viento frío sobre los ángeles negros —esa inútil, buena para nada. Otra vez rompió las reglas internas de aquí.

—¿Qué castigo le dará? —dijo Young, mantenía su cabeza baja.

—Aun no lo sé —dijo un poco más calmada, ya que después de todo lo que rompió la había ayudado —pero tu, Sana comienza a buscar a la inútil esa y traela de regreso aquí.

Señaló con su dedo y la nombrada asintió a su orden.

—Seguro vas a tardar en encontrarla, si no puedes y si necesitas ayuda llama a Young que él sabrá cómo traerla —finalizó —ahora ve.

Ella se levantó de dónde estaba y miro a su compañero, ambos tenían su mirada malévola y asintieron entre sí.

Sana comenzó a salir del reino a paso firme y al salir extendió sus alas negras y se lanzó al vacío para ir en busca de aquel ángel desobediente.

Ya eran alrededor de las 03:45 de la mañana y Jisoo no volvía; la lluvia seguía cayendo bastante fuerte. Todos estaban preocupados por ella.

Su madre miraba por la ventana para ver si se aparecía. Desde que le dijeron que se había ido ella no se movió de ahí.

Jennie estaba nerviosa, también estaba presente mientras que Lisa estaba en su habitación durmiendo porque se sentía cansada a pesar de todo.

La hora seguía pasando, cuando su papá estaba por salir a buscarla ella apareció frente al mayor.

—Hija —dijo y la abrazo fuerte —¿Que te hicieron?

Sé separó de ella y la miró, luego se acercó su mamá para abrazarla.

—¿Por qué no avisaste que te ibas? —dijo entre llanto —¿Quien te golpeó?

La miró también.

—¿Quien te trajo? —su papá hizo otra pregunta.

—Estoy bien y solo fue un mal entendido —musitó —vine caminando.

—¿Caminando? —preguntó Jennie —no estás mojada para que hayas venido caminando.

—Vine caminando, mamá estoy bien. —ella quiso despegarse de ella —quiero descansar.

—Pero estás golpeada Jisoo —habló su padre.

—Ya paso todo, Jennie y Lisa me defendieron —Jennie la miró —pregunten si ellas están bien, yo estoy bien. No sé preocupen por mí. Iré a mí habitación.

Finalizó y camino hacia su cuarto pero antes de hacerlo se acercó a su hermana y la abrazo.

—Gracias Jennie por lo de hoy —susurró cerca de su oído — te debo una y te quiero mucho.

Dijo con toda sinceridad, algo sorprendente para los tres presentes. La castaña tenía sus ojos llorosos porque había sido una noche bastante horrible.

Del otro lado estaba el ángel quien sonreía por la buena actitud de Jisoo.

Sé lavo la cara y curo sus pequeñas heridas para luego acostarse a dormir.

—¿Quieres dormir conmigo? —preguntó con vergüenza.

—Claro que si, mí osita polar —Jisoo sonrió, cuando se acostó le dio la espalda a la rubia. Ella sabía lo mal que se sentía ella, se acostó despacio y debajo de las frazadas cruzó su brazo por la cintura de la menor y Jisoo entrelazo su mano. Ese calor que sintió del ser humano la hizo sentir especial —yo te voy a cuidar. Lo prometo.

Susurró y Jisoo se giró y se apoyó en su pecho para poder dormir.

La rubia estaba cerrando sus ojos y tuvo un presentimiento fuerte y horrible cuando oyó caer un rayo.

La lluvia había cesado pero luego comenzó llover nuevamente.








Enamorándome de un ángel llamado Cúpido [Chaesoo] FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora