CAPÍTULO 12 DÍAS FELICES

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Elisa
Estoy en mi habitación, el silencio es abrumador, hoy es el cuarto día que estamos en la casa de Mateo, todo ha sido tan maravilloso y asombroso, conocí la playa, nunca en mi vida había visto el mar y me encantó, también fuimos a recorrer un poco la ciudad, es increíble, en este tiempo no he tenido casi contacto con mi hermano y mi cuñada, salvo ayer que salimos todos juntos, fue tan agradable no estar corriendo tras de los hijos de Melanie y no estar escuchando sus gritos para que haga tal o cual cosa, nos acompañaban dos niñeras, Nataly, que se encarga de los niños mayores y Rosa que nos ha estado acompañando para ayudarme con los gemelos. Las dos son agradables, pero he tratado más a Rosa y me cae muy bien.

Estos días he pasado mucho tiempo con Mateo, no hablamos mucho, pero he notado como me mira de lejos, él siempre se aleja y aunque me siento muy bien a su lado, esos momentos a solas, los disfruto tanto, así como ahora que Rosa se llevó a los niños y yo estoy libre sin hacer nada, es extraño estar así, creo que en estos días es la primera vez que he estado sola y que no he tenido que estar pendiente de los demás, o pensando cómo voy a salir de tal problema, o como solucionar el otro. Me siento tan bien, nunca en mi vida estuve tan relajada y todo se lo debo a Mateo, me cuesta tanto llamarlo por su nombre, él es alguien tan importante, incluso Carlos y Melanie lo tratan con mucho respeto, pero es a mí a quien le pidió llamarlo por su nombre, claro que delante de ellos no lo hago, me aterra la reacción que pueda tener Melanie, mi hermano, no sé, siento que las cosas están cambiando entre nosotros, su anterior actitud, creo que fue por el estrés que traía por lo de la unión de su compañía con la de Mateo, porque ahora es cuando lo veo más relajado, más sonriente, más amable, y no es el huraño de días y meses atrás, que casi ni me dirigía la palabra, estoy segura de que ni cuenta se daba de lo que sucedía en la casa, con Melanie y los gemelos, y de cómo me trata a mí. Quiero creer eso, porque de verdad que ahora es otro, el día que salimos juntos, estuvimos todo el día fuera y me buscó en varias ocasiones, se portó amable conmigo y por primera vez me preguntó cómo me sentía, fue hermoso, jamás ninguno de mis hermanos se preocupó por mí, salvo Fabián, para los demás, toda la vida fui invisible, a menos de que necesitaran algo de mí, por supuesto. Quizás es por eso que estas pequeñas muestras de interés de mi hermano, me causen tanta emoción y tanta alegría, la que no está muy contenta es Melanie, se veía furiosa cada vez que su esposo me prestaba atención, sé que luego se va a desquitar conmigo, pero no me importa, por nada cambiaría estos momentos.

Mateo también estaba serio, pero no me dijo nada, a no ser que se tratara de su trabajo, no creo que le moleste que Carlos me hable, no tendría por qué, sé que no sabe que es mi hermano y no se lo puedo decir o Melanie me mata, pero independientemente de eso, no puede molestarle que yo hablé con alguien más, aunque siendo sincera, me encantaría porque eso significaría que yo le gusto, pero esas son solo fantasías, no les he dicho que soy extremadamente romántica, y aunque sé que es un imposible, siempre he soñado con mi príncipe azul. Aun así estoy consciente de que ese príncipe azul jamás podría ser Mateo o alguien como él, creo que mi tiempo de encontrar un amor verdadero ya pasó hace mucho tiempo, ahora mi misión es cuidar de los hijos de Carlos, bueno, hasta que él o Melanie quieran, el día que ellos decidan que ya no necesitan de mí, no tengo idea de que voy a hacer, fuera de lo que Carlos me ofrece, no tengo a donde ir, mis hermanos decidieron vender la casa donde crecimos y yo no pude hacer nada, eran ocho contra mí, porque sé que Fabián no firmó, él no me haría eso, pero yo no tuve opción, ellos se veían tan imponentes, además sus abogados, no sé qué tanto me dijeron , ya no lo recuerdo, pero me sentía tan asustada, intimidada, que solo firmé, de todas formas me iban a echar de ahí, esos hombres me lo dijeron, así que opte hacerlo por las buenas y no por las malas como dijeron ellos, el caso es que ahora no tengo nada, lo que me tocó a mí era una miseria, dijeron que la propiedad no valía mucho y dividido entre diez, era una nada, la misma cantidad le dieron a Fabián, que tampoco le alcanzó para nada, salvo para darle unos meses de respiró con lo de su medicamento, yo no quise gastar mi parte porque sabía que la necesitaría para ayudarlo a él y efectivamente, lo mío también se fue en su medicina y no me puede, ni me arrepiento, el merece eso y mucho más, si tan solo mis hermanos reconocieran que todo lo que tienen y todo lo que son se lo deben a él, porque fue él quien prácticamente costeó sus carreras, lo que yo ganaba se iba en la manutención de la casa y comida y todos los demás gastos corrían por cuenta de él, y lo que yo pudiera ayudar.

LA SIRVIENTA/No. 1 De La Serie: HERMANOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora